Ayuso tendrá el apoyo externo de Vox con un Gobierno continuista
● La presidenta madrileña cuenta con veteranos del ala más conservadora del PP
Isabel Díaz Ayuso fue investida ayer como presidenta de la Comunidad de Madrid con el apoyo de Vox y afrontará su segunda legislatura hasta 2023 con un Gobierno continuista, en el que ha primado además la experiencia en la gestión recuperando a veteranos como Carlos Izquierdo y Concepción Dancausa, del ala más conservadora del PP.
Tras ser investida presidenta con los votos de PP y de Vox, Ayuso gobernará en solitario durante dos años con el único apoyo externo del partido que lidera Rocío Monasterio y ya sin Ciudadanos, que fue su socio de Gobierno en la anterior legislatura.
Nada más ser investida, Ayuso dio a conocer en un comunicado los miembros de su Ejecutivo, en el que ha reducido de 13 a 9 las consejerías (por debajo de las 10 que pretendía conformar), sin vicepresidencia y con la continuidad de seis de los siete consejeros populares que la acompañaron en el anterior mandato, cuando gobernaba en coalición con Ciudadanos.
La excepción es María Eugenia Carballedo, que dejó la Consejería de Presidencia tras ser elegida presidenta de la Asamblea de Madrid.
Ayuso ha recuperado a antiguos dirigentes del PP con dilatada experiencia política como Dancausa, del ala conservadora, que fue delegada del Gobierno en Madrid, presidenta de la Asamblea, estuvo en el Ayuntamiento y ha sido hasta ahora viceconsejera de Vivienda y Administración Local.
El otro nuevo fichaje del Gobierno de Ayuso es Carlos Izquierdo, quien ya fue consejero con Ángel Garrido y Cristina Cifuentes.
También se ha confirmado la vuelta de la ex consejera de Ciudadanos Marta Rivera de la Cruz que, aunque fue cesada tras la ruptura del Gobierno con la formación naranja, volverá a ser consejera de Cultura y Turismo e incorpora Deportes a sus carteras.
Durante su intervención en la segunda sesión del debate de investidura, Ayuso arremetió contra el Gobierno de Pedro Sánchez en el día en que “probablemente empieza el fin del sanchismo en España”, puesto que las elecciones del 4 de mayo supusieron “un bofetón a esa forma de gobernar para toda España que estaba sumiendo al país en una profunda depresión”.