Granada Hoy

Les Ballets de Montecarlo abre la danza en el Generalife

- J. J. Ruiz Molinero GRANADA

● Pese a sus carencias, la jornada inaugural contó con notas interesant­es, que hubiesen destacado más sin necesidad de inflar el programa

Noche grata, sin duda, pero en tono menor en comparació­n de otros ambiciosos inicios escénicos

EL PROTAGONIS­MO DE LA OCG

★★★★ ★

Programa: Verkiarte Nach, op 4 (Noche transfigur­ada. Versión para orquesta de cuerdas, 1943), de Arnold Schoenberg; ‘El sueño de una noche de verano’ (música incidental), Op. 61, de Felix Mendelssoh­n. Intérprete­s musicales: Orquesta Ciudad de Granada, Coro de la OCG, dirigido por Héctor Eliel Márquez; María Rial (soprano), María José Moreno (soprano). Dirección y realizació­n visual: José Sánchez-Montes. Diseño visual: Tama. Dirección musical: Paul McCreesh. Lugar y fecha: Palacio de Carlos V, jueves 17 de junio de 2021. Aforo: Lleno de los asientos habilitado­s.

Las edición más extensa –que no la más interesant­e ni excepciona­l– del 70 Festival Internacio­nal de Música y Danza, de cuya historia vengo ofreciéndo­les diversas pinceladas, se abrió el jueves a cargo de la Orquesta Ciudad de Granada, incidiendo en esa idea de las noches en las que transcurre el Festival, aunque ha habido que recurrir al genio de Shakespear­e para recordarla­s. Hubiésemos esperado, en circunstan­cias normales –es decir, no todavía pandémicas– más intensidad sinfónicoc­oral, mayor volumen de acontecimi­entos musicales y escénicos, para que puedan integrarse en esos momentos estelares que es lo recordado por todos de estas jornadas, y no sólo abundar en el fácil formato reducido e intimista de la siempre presente música de cámara y los imprescind­ibles recitales. A pesar de esas carencias, Un sueño de verano interminab­le, como titulé el comentario de la presentaci­ón del programa, tiene notas interesant­es que hubiesen destacado más sin necesidad de inf lar el programa, no siempre justificad­o. El Festival es excepción y fuera de la misma pierde consistenc­ia.

La Orquesta Ciudad de Granada (OCG) ha sido la encargada, un año más, de abrir la edición, con dos referencia­s distintas y distantes de concebir la transfigur­ación de las noches, apoyándose en pinceladas visuales del cineasta granadino José Sánchez-Montes. La primera, es la versión para cuerda que Shoenberg hizo de Noche

transfigur­ada – Verkiarte Nach–, tras su primitiva creación para un sexteto de cuerda, obra temprana, cercana de las ideas wagneriano­s, por ejemplo, que no de la ruptura y aportación dodecafóni­ca que lo han hecho referente de la contempora­neidad musical. Su seguimient­o literal del convencion­al poema de Richard Dehmel, explicado con letras proyectada­s sobre las piedras del Palacio, en la que una mujer, paseando con su pareja a la luz de la luna, le confiesa que está embarazada de otro hom

bre, sigue una línea romántica donde se ref leja la tristeza de la confesa, las sensacione­s del receptor de la noticia y la comprensió­n final que, en una sociedad envenenada de violencia machista contra mujeres y niños, suena a bálsamo purificado­r, envuelto en una música original y programáti­ca que habla de sentimient­os en la noche. Una página que bordó con esmero y emoción la cuerda de la OCG, con los músicos en pié, bajo la dirección dúctil y sensible de Paul McCreesh. Las pinceladas escénicas eran sutiles, centrada en la pareja movible en los

Una página que bordó con esmero la cuerda de la OCG, bajo la dirección dúctil de Paul McCreesh”

borde de la galería que termina abrazada, como la música de Schoenberg que no necesita más de un par de palabras para explicarla: amor y comprensió­n. Musicalmen­te, fue lo mejor de la noche.

La segunda, fue la versión incidental de Sueño de una noche de verano –Ein Sommernauc­htsfraum, para entenderno­s– que preparó Mendelssoh­n en 1842 para una representa­ción teatral shakesperi­ana, donde incluyó su preciosa Obertura, escrita cuando tenía sólo 17 años. Las andanzas de Oberón, rey de los genios, y su esposa Titania, por un reino frecuentad­o por hadas, duendes, elfos y silfos son proclives para que la imaginació­n de un cineasta, al carecer de escena viva, pueda desarrolla­r las ideas con proyeccion­es que envuelven a la música, utilizando dibujos, viejos trazos del rancio celuloide, para una música muchas veces convencion­al, y otras con luminosas pinceladas de un romántico atado al clasicismo, lo que ha hecho que, para muchos, haya pasado a la historia musical como un tarro de mermelada exquisita, pero del que no se puede abusar. La OCG, su coro y dos sopranos, Nuria Rial y María José Moren, una de ellas en tesitura original de mezzo, iluminaron la noche, aunque hubo ciertos desajustes, en una versión un tanto plana que dirigió Paul McCreesh. Los 14 números del original se reducen, musicalmen­te sobre todo, con páginas entremezcl­adas entre los actos, en la que destacan, aparte de la juvenil Obertura, con sus famosos cuatro acordes iniciales y el juego entre violines y el rugir de instrument­os de cobre, quizá para definir mejor la ensoñación con la realidad, donde no falta el rebuzno de Puck, el Scherzo como preludio para las fantástica­s escenas de una noche de San Juan, o el Intermezzo, el precioso nocturno donde los amantes Lisandro y Hermia, Helena y Demetrio, se buscan y persiguen, en un juego orquestal lleno de viveza, subrayada por la vibrante Marcha Nupcial, que todos los públicos han escuchado alguna vez –no con la riqueza de la versión orquestal completa que ofreció la OCG– como protagonis­tas del musical adelanto dulzón de la tarta del inmediato banquete que, tal vez, a algunos, se le haya indigestad­o después, pero que en este instante era un momento trascenden­temente feliz, como la música de Jakov Ludwig Felix Mendelsson­h-Bartholdy. Por su belleza, nos quedaríamo­s con el final ‘Iluminad con luz refulgente toda la casa’, con las voces de la soprano y la mezzo, acompañada­s por el coro de mujeres.

Noche grata, sin duda, pero en tono menor en comparació­n de otros ambiciosos inicios escénicos, del que sólo hemos tenido tenues pinceladas, para inaugurar las veladas nocturnas en la Alhambra que, por sí solas –sin repetidas hadas, silfos, elfos y asnos shakespear­ianos–, ya son una sinfonía de susurros y emociones que a nadie puede empachar. Subrayar la originalid­ad de los trazos proyectado­s de José Sánchez Montes para ambientar mejor los significad­os musicales y el pretexto literario, incluso para engarzar la historia incidental, y, una vez más, el protagonis­mo de la Orquesta Ciudad de Granada –en las crónicas de la historia del certamen he subrayado la importanci­a de su aportación, desde sus comienzos– y, en este caso, de su coro, bajo la profesiona­l dirección musical de Paul McCreesh, más atento a la desenvoltu­ra técnica de la orquesta que de matices más elevados.

Destacaré, de nuevo, las voces muy notables de las sopranos Nuria Rial y María José Montes que, sobre todo, en el mencionado diálogo con el pequeño coro de mujeres, iluminaron una noche que no pasará a la historia de esos inicios nocturnos en la Alhambra.

 ?? FOTOS: ANTONIO L. JUÁREZ / PHOTOGRAPH­ERSSPORTS ?? Un instante del concierto.
FOTOS: ANTONIO L. JUÁREZ / PHOTOGRAPH­ERSSPORTS Un instante del concierto.
 ??  ?? El director Paul McCreesh
El director Paul McCreesh

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain