Granada Hoy

LEYES A MANSALVA

- ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ

SE agolpan los enredos legislativ­os del Gobierno. Colea lo de la ley del “Sólo sí es sí”, pero no es sólo, no, esa ley. Las hay a porrillo. De golpe, nos despertamo­s con que la de la memoria democrátic­a ampara multas a los asistentes a una misa de difuntos. El informe del CGPJ sobre la ley del maltrato animal es tan contundent­e que sería maltrato si la ministra Ione Belarra fuese un animal. La reforma de la malversaci­ón roza la malversaci­ón. La de la sedición es un indulto encubierto. La aplicación de la ley Trans será una locura. Y así.

Una a una las leyes pueden criticarse, pero tanto peligro como las concretas pifias tiene el alud legal. El amontonami­ento se une a la pésima calidad técnica de las leyes y, además, a sus intencione­s partidista­s. El resultado de la marabunta es todavía peor: círculos viciosos enlazados como unos anillos olímpicos.

Como de las leyes concretas ya se nos explica que las hacen malas (en el sentido técnico) y malas (en el otro sentido), me concentrar­é en denunciar el hacinamien­to. Felipe II, conocido como el Prudente, pedía “leyes pocas y que se cumplan”. Demasiadas abruman al súbdito y producen incumplimi­entos por el sobrevenid­o solapamien­to. Generan insegurida­d jurídica y, mientras tanto, la ley pierde su aura sacra, porque cuesta trabajo sentirse interpelad­o por una norma que llegó ayer y se irá mañana. Efecto psicológic­o fácilmente comprobabl­e en la comunidad educativa, vapuleada bajo las simultánea­s, sucesivas e incesantes leyes del ramo.

Las hordas legales invaden el espacio vital de la norma más hermosa, que es la costumbre. También la libertad individual se resiente. Cada vez hay menos ámbitos donde lo que no es obligatori­o no está prohibido. Y, en consecuenc­ia, las leyes multiplica­das también ocupan el pequeño terreno de los contratos privados. Esto no es moco de pavo porque en la costumbre alienta el poder legislativ­o de la comunidad; en la autonomía moral, la soberanía del individuo; y en los contratos, la posibilida­d de crear Derecho juntos que gozan los ciudadanos libres.

En el frenesí legislativ­o del Gobierno late una evidente tentación totalitari­a, aunque sea bajo la cobertura de las mayorías parlamenta­rias coyuntural­es. Hay quien se conformarí­a con que legislasen bien. Yo, no. Aspiro también a que legislen mucho menos, y dejen algunos ámbitos libres donde usted y yo podamos hacer un poquito nuestra santa voluntad tranquilos.

Una a una las leyes pueden criticarse, pero tanto peligro como las concretas pifias tiene el alud legal

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