Caja Rural del Sur recibe la licencia para operar en Portugal y seguir su expansión
● La entidad y Agrimútuo firman el Convenio de las Cooperativas Agrícolas Ibéricas con el que impulsarán su colaboración
Caja Rural del Sur acaba de obtener su licencia de operación en Portugal, abriendo su sucursal con Servicios Centrales en Lisboa y oficinas empresariales en Lisboa y Faro. Pretende así ampliar su área de influencia a todo el territorio portugués, apostando por la cooperación entre regiones como forma de combatir la periferia en relación con Europa y los grandes centros de decisión.
Caja Rural del Sur, que inició sus actividades en dicho país hace dos años con una oficina de representación, también acaba de firmar con la entidad portuguesa Agrimútuo–Federación Nacional de las Cajas de Crédito Agrícola Mutuo el pasado 28 de noviembre, en un acto celebrado en la localidad portuguesa de Mafra, el Convenio de las Cooperativas Agrícolas Ibéricas, en el que están integradas las cooperativas financieras y no financieras portuguesas.
Este acuerdo de cooperación institucional tiene como objetivo promover la expansión y el fortalecimiento del sistema cooperativo, mediante el desarrollo de proyectos comunes de carácter económico y sociocultural, la producción y comercialización de bienes y la prestación de servicios de interés común a sus socios y clientes. Asimismo, pretende promover la difusión del cooperativismo y del crédito en el sector agrario en general y fortalecer el espíritu de solidaridad y cooperación entre ellos, mediante la promoción y difusión de los ideales cooperativos que deben guiar la defensa de los derechos e intereses económicos y sociales de sus socios y clientes.
Así, ambas entidades podrán, por ejemplo, compartir y contratar operaciones de financiación y crédito sindicado (garantizando el estricto cumplimiento de las normas nacionales e internacionales aplicables al sector, en concreto en lo que se refiere a la independencia y confidencialidad de los datos), cooperar en operaciones de marketing compartidas de ideal cooperativo o firmar protocolos de cooperación y participar en organizaciones cooperativas internacionales. También prevé la creación de una plataforma informática que permita a los miembros y clientes acceder a información útil y necesaria para el comercio ibérico.
En el acto de la firma, Manuela Nina Jorge, presidenta de Agrimútuo, destacó que “este convenio entre el sistema de cajas agrícolas ibéricas es un documento histórico, que promueve los valores éticos y la solidaridad en la defensa de los derechos e intereses de sus miembros del mundo rural, muy oportuno sobre todo en estos momentos de gran volatilidad.” También destacó que se trata de “instituciones gemelas, que pondrán en común sus sinergias y que, juntas, las cooperativas pueden hacer un mundo mejor”.
Por su parte, José Luis GarcíaPalacios, presidente de Caja Rural del Sur, señaló que “es un orgullo y un honor tener esta oportunidad de conciliar los intereses de dos instituciones cooperativas, con el objetivo de generar riqueza en el sistema agroalimentario”. También afirmó que “siempre hemos considerado a Portugal como un aliado, por lo que consideramos que hoy es un día histórico para el cooperativismo de crédito en ambos países”. “Portugal y España aportan un enorme valor al sector, y no me cabe duda de que juntos, nuestras instituciones podrán llegar mucho más lejos”.
Al clausurar el acto, el alcalde de Mafra, Hélder Sousa Silva, destacó la importancia del papel de las cajas de crédito con un mayor enfoque en el sector agroalimentario, y dijo: “Estoy seguro de que se trata de un convenio con futuro, que contribuirá al desarrollo de los agentes económicos a través de la prestación de servicios de proximidad, así como a la dinamización de la economía en general”. Tras la ceremonia, los representantes portugueses, entre los que se encontraban también el representante de la Cámara de Comercio de Portugal/España, además de otras personalidades del ámbito social y económico de Portugal, tuvieron la oportunidad de realizar una visita guiada al Palacio Nacional de Mafra.
EL perro es el mejor amigo del hombre, decimos quienes tenemos o hemos tenido uno, y nótese que, si ponemos Hombre con mayúsculas en ese dicho, o sea, nos referimos a toda la humanidad, la afirmación no elimina la posibilidad de que tu mejor amigo o amiga sea en realidad una persona, o sea, una amistad con otra gente, o dicho con prosopopeya, dentro de una dimensión antropocéntrica: tu hermana, el amigo huckleberry friend, ese amigo de la infancia al que canta Moon River; tu propio padre, la eterna media naranja o aquel otro amigo en la que todo amor se resume. Amigo, amor, amada: las palabras que expresan la belleza de las relaciones tienen la misma raíz, no sólo etimológica. En otro nivel –habrá quien piense que el nivel superior– amamos a nuestros perros y gatos, aunque éstos últimos no sepan de fidelidad ni de defensa ni mucho menos de incondicionalidad.
Usted no se ha confundido; en efecto, esta pieza va en Economía y no en Mascotas... una sección que seguramente ya se cuenta entre las de algunos periódicos generalistas, es decir, sin que sus cabeceras sean, un poner, Pasión Canina o Veterinaria Urbana. Sí, urbana, porque la inmensa mayoría de los perros y no digamos gatos no viven ya en el llamado mundo rural, sino en las ciudades y las grandes conurbaciones (por cierto, he pasado unos días –gloriosos– en Cádiz y es bien visible que entre quienes pasean a sus perros se ha generalizado no sólo la recogida de sus excrementos, sino también el chorreón desinfectante sobre sus meadas; urbanidad que en otras localidades y pueblos brilla por su ausencia, o mejor dicho, por su omnipresencia de chorreones mugrientos con pedigrí y otras afrentas vecinales más sólidas). Valga este bosquejo sociológico sin grandes pretensiones para recordar una noticia que recién pulula por los medios y las redes: en Andalucía, y cabe extrapolar el dato a España, hay 400.000 mascotas más que personas menores de 18 años en nuestra región. Como se diría en análisis de la competencia, los animales domésticos son un producto sustitutivo de los hijos como una casa... casa que se despuebla de bebés y otros menores, y se puebla con fieles peludos de sofá, vacunas y pienso. (Y, lo dicho, aspersores de amor y esponjitas de cariño: “Es por ello que”, decían Martes y Trece, es por cariños y compañía por lo que vivimos con perros.)
En este mismo pálpito de carestía de neonatos y de pirámide demográfica que muta de pirámide a botijo barrigón, otra noticia esta semana nos ofrece un ejemplo palmario sobre la difícil resistencia de nuestras estructuras de edad y económica –en concreto, de empleo– ante la acometida del envejecimiento de la población y la cronicidad del desempleo juvenil. Hagan cuenta, sopesen así a puñados: “Asturias tiene ya más pensionistas que asalariados”. Vale decir España, con las excepciones de los grandes centros de absorción y multiplicación de casi todo lo bueno. Pongamos que hablo de Madrid: jóvenes con cualificación, multitud de empleados públicos bien pagados, multinacionales, diversidad, destino de la alta cultura y el ocio refinado y también de desfase con famosos alrededor; el mejor marisco y carne provenientes de la periferia, el efecto sede, los centros de decisión, la política capitalina autocomplaciente y lejana; la gran finanza.
Mientras no sabemos quiénes pagarán las pensiones una vez acabado el crédito, y qué hacemos en tan ancha y larga península con los metros cuadrados vaciados por mor de la concentración desmesurada, las casas se nos llenan de la ternura de los perritos y los gatitos. Que no necesitan cursar y pagar universidades y másteres en provincias, para, como los hijos, ir a rendir sus bienes y potencias a un mundo exterior de dudosa capacidad de darles lo que la cercanía de la familia les da. Asturias era España, lo demás, tierra conquistada.
El acuerdo tiene por objetivo promover la expansión del sistema cooperativo
Más pensionistas que empleados; más mascotas que niños y adolescentes