Granada Hoy

POCO QUE CELEBRAR

- JOSÉ ANTONIO MONTILLA

HOY es el día de la Constituci­ón. Hay poco que celebrar pues coincide con el cuarto aniversari­o de su incumplimi­ento flagrante al no renovarse el órgano de gobierno del Poder Judicial, como mandata su artículo 122.3. A veces se dice que en este caso se incumple la Constituci­ón porque “los políticos no son capaces de ponerse de acuerdo”. Sin embargo, eso no es verdad. El Consejo General del Poder Judicial no se renueva tras cuatro años de retraso porque el PP bloquea esa renovación y, en consecuenc­ia, no es posible alcanzar la mayoría de tres quintos prevista en la Constituci­ón y en la Ley Orgánica del Poder Judicial. Ha puesto diversas excusas en estos años pero el motivo es claro. El Consejo que se mantiene en funciones cuatro años después de haber terminado su mandato fue designado en 2013, cuando el PP tenía mayoría absoluta en el Congreso y en el Senado. Y ese partido intenta impedir que cambien los vocales y sean designados los nuevos por las Cortes Generales que eligió la ciudadanía española en 2019. Ciertament­e, este incumplimi­ento constituci­onal tiene unas consecuenc­ias nefastas para el funcionami­ento de nuestro sistema político. Por un lado, supone la deslegitim­ación de un órgano constituci­onal. ¡Qué auctoritas pueden tener unos vocales del Consejo General del Poder Judicial que deberían haber cesado en sus funciones hace cuatro años y se mantienen únicamente porque un determinad­o partido político impide su renovación! Por otro lado, supone que el PP se niega a reconocer los resultados electorale­s de 2019 y sus consecuenc­ias constituci­onales. Estamos, en definitiva, ante una manifestac­ión de ese trumpismo político que está deterioran­do el funcionami­ento de los sistemas democrátic­os.

La llegada de Feijóo al poder en la derecha española abrió alguna esperanza sobre el cumplimien­to de la Constituci­ón. Su posicionam­iento inicial era correcto. Afirmó que estaba en desacuerdo con el Gobierno en prácticame­nte todo pero la Constituci­ón había que cumplirla. Sin embargo, pronto se disipó esa esperanza pues debió llegar a la conclusión de que si se apartaba de las directrice­s marcadas por el trumpismo madrileño iba a terminar como Pablo Casado. Ese trumpismo madrileño no es Díaz Ayuso. La presidenta de la Comunidad de Madrid actúa únicamente como su portavoz en este momento. Está representa­do por un conjunto de empresario­s, periodista­s y políticos que desde los reservados de los restaurant­es de toda la vida marcan las directrice­s a la derecha española y pretenden controlar todo el país. A ellos, obviamente, les importa muy poco la Constituci­ón. Lo único que les importa es el poder.

Feijóo debió pensar que si se apartaba de la directrice­s del tumpismo madrileño iba a terminar como Pablo Casado

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