SÁNCHEZ CONTRA GRANADA
EL varapalo que el gobierno de Pedro Sánchez ha dado a Granada, rechazando sin explicación convincente la candidatura granadina para albergar la Agencia de Inteligencia Artificial (AESIA), revela el desprecio habitual que los gobiernos del PSOE han mostrado por
Granada, sus proyectos y su futuro. Desde que la representante gubernamental, la socialista catalana Mercé Sala, dijo ante el alcalde de la ciudad, al eliminar la línea férrea con Madrid, que si los granadinos queríamos viajar a la capital española cogiésemos el autobús, ha habido que esperar décadas para ver la llegada del AVE, aunque con las limitaciones conocidas, sin soterrar su paso, sin estación digna, etc. El tren a Motril ha sido un cachondeo desde hace siglo y medio y hoy es una quimera. La presa de Rules sigue siendo una piscina y la autovía a la Costa llevó décadas en concluirse. De la capitalidad cultural sólo cabe mirar la hemeroteca.
En fin, Granada importa poco, no sólo a los gobiernos del PSOE. Pero ahora que el proyecto de Sánchez era descentralizar organismos y pensar en lugares históricamente olvidados, la decisión del gobierno ‘progresista’ de don Pedro y sus coaligados ha vuelto a demostrar que Sánchez y su Gobierno actúan o bien de forma arbitraria, como en este caso –su inesperado anuncio ha sorprendido, aunque la vicepresidenta Calviño, coruñesa, se apresuró a mostrar su alegría por el triunfo de La Coruña–, o bien por presiones de socios inconstitucionales como los independentistas catalanes o Bildu, vanagloriándose de haberle arrancado la eliminación del delito de sedición y adaptar a sus intereses los de malversación. Los impecables méritos de la candidatura granadina importaban poco –desdeñando, por ejemplo, el decisivo papel de la Universidad granadina en estos estudios– y la concesión descentralizadora –dando a Sevilla la sede de la Agencia Espacial Europea– cumplía el objetivo de buscar votos en la capitalidad, aunque nadie duda del papel de Sevilla en estas agendas aeroespaciales.
Por otra parte, el nulo peso político que tiene Granada, donde su tibio ayuntamiento –con Jara quizá hubiese sido distinto–y los representantes parlamentarios socialistas que tenemos en Madrid siguen mostrando su reverencia al jefe y poca fidelidad a los ciudadanos que los eligieron, contribuyen a ese desprecio a la ciudad y su provincia. No creo que el Ayuntamiento declare personas non grata a Sánchez y los miembros de su Gobierno e ignoro si la ciudad reaccionará ante esta nueva decepción, tras la lección del fallecido doctor Candel, con sus multitudinarias manifestaciones contra los atentados a la sanidad granadina, concentrando y eliminando hospitales, que el gobierno socialista de la señora Díaz pretendió imponer en Granada.
El desprecio de los gobiernos del PSOE hacia la ciudad es viejo, desde la eliminación ferroviaria