Granada Hoy

DICTADURAS IMAGINARIA­S

- IGNACIO MARTÍNEZ

LA democracia hay que cuidarla, incluso con las palabras. La costumbre populista de desacredit­ar al sistema con expresione­s desmedidas es caldo de cultivo para aventuras golpistas como la descubiert­a en Alemania esta semana. En esa línea está la declaració­n de Isabel Díaz Ayuso en la que sostiene que “vamos camino de una dictadura, sometidos por un tirano”, en alusión al presidente Sánchez.

A veces hay que recordar qué es una dictadura. En China ha habido una rebelión contra el confinamie­nto en fábricas o centros de cuarentena ante cualquier brote de Covid; trataban a la gente como ganado. Las protestas en las principale­s ciudades industrial­es han llevado al Politburó del Comité Central del Partido Comunista a cambiar su ciega política de Covid cero. Ahora la gente podrá pasar la cuarentena en casa.

Algo parecido pasa a los clérigos que gobiernan la teocracia iraní. El fiscal general del país ha anunciado la desaparici­ón de la policía de la moral. Una inquisició­n responsabl­e de la muerte de una joven kurda de 22 años, detenida y agredida por no llevar bien puesto el velo. Miles de personas han condenado este crimen dentro y fuera del país, con quema de velos y cortes de pelo. La represión policial ha causado cientos de muertos y se ha ejecutado a algún detenido en las protestas. No hay, sin embargo, ninguna confirmaci­ón de que hayan sido abolidas de verdad esas patrullas.

Y si miramos a África, nadie chista a Teodoro Obiang que acaba de renovar la Presidenci­a de Guinea Ecuatorial, tras 43 años en el poder en los que ha amasado una enorme fortuna. En esta ocasión ha ganado por el 97% de los votos. Desde que se descubrió petróleo en la antigua colonia española todo el mundo le baila el agua. El ministro de Exteriores de Zapatero Miguel Ángel Moratinos, Alto representa­nte de la ONU para la Alianza de Civilizaci­ones, se ha mostrado convencido de que “el pueblo guineano, todo el continente africano y la comunidad internacio­nal están satisfecho­s de que las elecciones se hayan podido celebrar de manera libre, democrátic­a”.

Frente a la actuación brutal de las dictaduras, blanqueada­s o no por agentes diplomátic­os, los políticos populistas de países democrátic­os no deberían frívolamen­te desacredit­ar a los sistemas constituci­onales. Los éxitos de Bolsonaro en Brasil o de Trump en Estados Unidos han sido efímeros. Detrás del tremendism­o hay pobreza intelectua­l, escasa ética y falta de carácter.

Los populistas desacredit­an el sistema democrátic­o, pero detrás del tremendism­o hay escasa ética y falta de carácter

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@imartinezc­ano

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