Granada Hoy

“La biblioteca es un ser vivo”

● El colegio San Isidro Labrador de Huétor Tájar cuenta con club de lectura, prepara citas con autores y afronta en estas semanas su tercera “transforma­ción” en apenas diez años

- A. A.

“No es sólo un almacén de libros”. Vanesa Beteta se muestra tajante cuando define el papel que la biblioteca escolar del CEIP San Isidro Labrador de Huétor Tájar desempeña en su entorno. Se trata de “un espacio de encuentro”, señala la maestra, capaz de atraer a escolares, familias e incluso personas que ya no tienen relación con la comunidad educativa, pero que mantienen, gracias a los libros un fuerte vínculo con las actividade­s que se hacen en este espacio escolar.

“Llevo 16 años como docente y desde el primer curso he sido responsabl­e de la biblioteca escolar”. Beteta ha trabajado en Alhama, Albuñol y ahora Huétor Tájar. “Siempre, en los tres centros, me he encontrado con equipos directivos muy dispuestos” a apostar por sus biblioteca­s escolares, una dedicación que esta maestra agradece. “Me han dejado hacer”.

Beteta, natural del municipio jienense de Castellar, apunta a las escuelas como lugar para el desarrollo de los lectores. Su interés por la lectura viene de lejos y a lo largo de su trayectori­a ha buscado completar sus conocimien­tos tanto en los centros de formación para el profesorad­o como de forma autónoma. “Las biblioteca­s son espacios inclusivos, en los que se atiende a todas las capacidade­s, un espacio que está más allá de los currículos” formativos que se completan en el aula. Esa capacidad de desbordar va implícita en algunas de las propuestas que se lanzan desde el centro. Así, desde hace diez años cuentan con un club de lectura, que propone un libro cada mes, y del que forman parte unas 40 personas, algunas de ellas sin

vínculo directo con el colegio, vecinos del pueblo. “Empezamos con unas cuatro o cinco madres”, recuerda Beteta sobre cómo nació la propuesta, que no es la única. El último viernes de septiembre es una fecha en este centro dedicada a la literatura. En 2019

y 2022 el colegio organizó sendas veladas que sirvieron de bienvenida al curso lector.

“La biblioteca escolar es como un ser vivo, sufre los cambios del centro, de la sociedad...”, reflexiona la docente, que recuerda que, como consecuenc­ia de la pandemia, este espacio fue el que más “sufrió” con las medidas sanitarias,

Aquello ya pasó y ahora la biblioteca del San Isidro Labrador vive su tercera “transforma­ción” en diez años, para hacer justicia a ese carácter de ser vivo que le otorga Beteta. “El mobiliario se puede cambiar de sitio si viene un autor, en las paredes se puede proyectar, las estantería­s se pueden mover...”. Esperan tener a punto todo a principios de mayo.

En las estantería­s se procura tener ejemplares que atraigan al público escolar, y que también abra nuevas puertas a los usuarios de la biblioteca. “Hay que buscar un equilibrio”, apunta la responsabl­e de este servicio en el San Isidro Labrador. El último ejemplar en sumarse a la familia de 6.600 libros con los que cuenta la biblioteca ha sido Cosas que parecen cosas, de Mar Venegas. Se presta atención a las novedades en novela gráfica, “no podemos dejar de lado la poesía, ni el teatro”, especifica Beteta. La biblioteca se financia en parte con los fondos del colegio y también se busca presupuest­o en actividade­s como el sorteo de una cesta literaria. “Un fondo de libros obsoleto no tiene sentido”, justifica la docente. En el mantenimie­nto de la biblioteca hay un equipo y una comisión con miembros del equipo directivo, el Ayuntamien­to, las familias y Beteta.

En ocasiones es el alumnado de sexto curso, el último de Primaria, el que ejerce de cicerone entre los anaqueles para los compañeros de cursos inferiores. “Colaboran y les guían”, explica la docente, que también destaca los encuentros con autores como otra clave para hacer de la biblioteca un espacio más atractivo. “Un escolar se lleva, cuando termina la Primaria, al menos seis encuentros con autores en su mochila”. Un espacio que también es capaz de salir del colegio. Este 23 de abril irán a Alpujarra de la Sierra para una sesión de su club de lectura, ese que empezó con cuatro madres y ya tiene una pequeña gran familia detrás.

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FOTO CEDIDA POR VANESA BETETA El quipo de apoyo de biblioteca y madres colaborado­ras, en la biblioteca escolar del San Isidro Labrador. Beteta es la primera por la derecha.

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