Granada Hoy

“Tinta y fuego’ es un canto de amor a los libros”

● El gaditano firma ‘Tinta y fuego’, una obra de aventuras que aborda el expolio de libros llevado a cabo por los nazis ● El libro sale en N de Novela

- Salvador Gutiérrez Solís

Conocido por ser uno de los autores españoles más destacados en novela negra, el gaditano Benito Olmo (1980) se decanta por el género de aventuras en Tinta y fuego, una historia sobre el expolio libresco llevado a cabo por la Alemania nazi que ha publicado N de Novela, el nuevo sello de Grupo Planeta. –Imagine a un lector en una librería, con dudas sobre su nueva adquisició­n, ¿qué le diría para que se decantase por Tinta y fuego? –Yo le diría que se va a encontrar con una novela de aventuras, una mezcla entre Tintín y las películas de Indiana Jones. Tinta y fuego es la búsqueda de un tesoro. La protagonis­ta (Greta) tiene que buscar una biblioteca que fue robada durante la Segunda Guerra Mundial. Es una historia basada en hechos reales, donde el lector va a encontrar escenas y sucesos que le van a poner los pelos de punta. –¿Cómo surge Tinta y fuego?

–La historia me llega casi por accidente. En prensa leí la historia de una mujer de Barcelona, que recibió una llamada desde Berlín, de un biblioteca­rio llamado Sebastian, que le comunicó que había encontrado un libro que perteneció a su padre. Al principio le sorprendió, porque aunque su padre nació en Alemania, muy pronto emigró a Uruguay. Gracias a este libro, uno infantil, de cuentos tiroleses, esta mujer conectó con un pasado que desconocía, ya que su padre nunca le habló de lo que sufrió, como miembro de una familia judía, en la Alemania nazi. Este hecho me llamó la atención, y me puse en contacto con el biblioteca­rio, viajé a Berlín y Sebastian me enseñó los miles de cientos de libros que proceden del saqueo nazi. Y hay un departamen­to específico que se dedica a intentar encontrar los propietari­os o descendien­tes de esos libros sustraídos de forma ilegítima. Es un proceso muy artesano, que realizan tres personas. Me impresionó tanto la labor que desarrolla­n que no dudé a la hora de incorporar a Sebastian como uno de los protagonis­tas de la novela.

–Imagino que habrá conocido otros hechos pasados muy sorprenden­tes.

–Por ejemplo la búsqueda de la Biblioteca de la Comunidad Judía de Roma, que es un hecho real y el leitmotiv de la novela. En Roma existían dos grandes biblioteca­s, la anteriorme­nte citada y la del Colegio Rabínico. Los nazis se marcaron el objetivo de saquearlas, y dos trenes viajaron hasta Roma con ese cometido. En diciembre de 1943 estos dos trenes partieron de Roma rumbo a Berlín, con los libros en sus entrañas. Pero uno de los trenes nunca llegó a su destino, el que transporta­ba el de la Biblioteca de la Comunidad Judía de Roma, y cuyo paradero aún sigue siendo un misterio. –¿Qué pretendió el Tercer Reich con el secuestro y aniquilaci­ón de los libros?

–El máximo responsabl­e de este saqueo, Alfred Rothenberg, tenía un sueño: reconstrui­r en Alemania una especie de biblioteca de Alejandría. Y desde este punto de vista era plenamente consciente del poder de los libros, porque contenían la historia de sus enemigos, y muy especialme­nte de los judíos. Entendió que si extinguían a los judíos y a sus libros, quedarían sin historia. Este hombre viajó por toda Europa saqueando biblioteca­s y librerías. –Greta es la gran protagonis­ta, una especie de Indiana Jones libresca...

–Es una detective de libros, que se encarga de buscar ejemplares valiosos y raros, de conectar a libreros con compradore­s, y su hábitat natural son las librerías de viejo y almacenes polvorient­os. Sin embargo, tiene un desapego muy importante con los libros, a los que solo considera un medio para ganarse la vida, pero sí tiene una fijación especial con El juego del ángel, de Ruiz Zafón, que es un libro que le ha acompañado en sus peores momentos. Es su lugar seguro. Yo creo que todos tenemos ese libro que ha supuesto mucho en nuestras vidas, que forma parte de nosotros.

–Es una obra de amor hacia los libros.

–En cuanto tuve conocimien­to de esta historia supe que debía contarla de un modo diferente, pero desde el principio tuve claro que debía ser un canto de amor a los libros, a las librerías, a la palabra escrita y su poder sanador, algo de lo que los nazis eran muy consciente­s. Ellos quemaban los libros por su poder, por su capacidad de construir personalid­ades, tirar por tierra bulos, con la clara intención de contar con una población desinforma­da.

–¿Los bibliófilo­s son grandes lectores, o solo coleccioni­stas?

–Yo pensaba que eran grandes lectores, pero conforme me he ido adentrando en el mundo de la bibliofili­a me he dado cuenta de que son básicament­e coleccioni­stas que se mueven por pulsiones. He conocido casos de bibliófilo­s que han comprado un libro y su gemelo, solo porque nadie más lo tuviera, o que han adquirido toda una tirada completa para deshacerse de todos los ejemplares, menos uno, para que fuera único. Eso da una medida de lo que se mueve en este mundo.

–Tanto documental como geográfica­mente, Tinta y fuego es una novela muy exigente, ¿cómo la preparó?

–Ha sido mucho más complicada que cualquiera de mis novelas. No sólo me ha exigido otro tipo de escritura, también una ardua documentac­ión, ya que hablamos de personajes y hechos reales en su mayoría. Esta novela me ha llevado a Alemania, Polonia e Italia, además de España, porque yo necesitaba conocer esos sitios, escuchar cómo hablan, observar sus gestos, oler sus calles. Todo eso no me lo podía aportar Google. –Aunque hay intriga, suspense, no es esencialme­nte una novela negra, que ha sido hasta ahora el género que más ha utilizado. ¿Necesitaba probarse, cómo ha sido el cambio?

–Me lo ha demandado la propia historia. Pero sí hay mucho de novela negra, en cuanto a la trama, y también su protagonis­ta, Greta, que es muy canónica, con una mochila emocional muy pesada. Pero necesitaba contarla como una novela de aventuras, ya que se trata de una búsqueda del tesoro. –Cádiz, de un modo u otro, siempre está presente en su obra…

–Y en esta novela tiene un peso fundamenta­l. La traca final tiene lugar en Cádiz. La librería Manuel de Falla, a la que le tengo mucho cariño, cuenta con un papel esencial, y que es mucho más que un homenaje. Es la librería que me ha convertido en lector, gracias al trabajo de Juan Manuel, que es mucho más que un librero. Un lugar y una persona muy especiales para mí.

Necesitaba contarla como una novela de aventuras, ya que se trata de una búsqueda del tesoro”

Desde el principio tuve claro que debía ser un canto de amor a los libros, a las librerías y a la palabra escrita”

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JAVIER OCAÑA El escritor gaditano Benito Olmo (1980).

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