Granada Hoy

LOS MIGRANTES NO MUERDEN

- AGUSTÍN MARTÍNEZ @Agus_Martinez58

NI contagian enfermedad­es, ni huelen, ni destiñen, ni son terrorista­s, ni van a acabar con nuestro estilo de vida. Quienes se han visto en la obligación de salir de sus países, empujados por las guerras o por el hambre, solo pretenden conseguir una vida mejor para ellos y los suyos, exactament­e igual que, hasta no hace mucho tiempo, hemos hecho en esta tierra, buscándono­s las habichuela­s en Cataluña, Suiza, Alemania o Francia y exactament­e igual que ahora hacen nuestros hijos, aunque lo disfracemo­s bajo cualquier eufemismo cool, para decir que se tienen que marchar a otras latitudes para labrarse su futuro.

Sir va el párrafo anterior para que nos paremos unos minutos a ref lexionar, sobre el rechazo frontal que parece haber suscitado el proyecto de centro de acogida para inmigrante­s que podría levantarse en dos parcelas, situadas frente a la Base Aérea de Armilla, localizada­s en el término municipal de Alhendín y que podría llegar a alojar a un millar de personas.

Rechazo unánime de los tres municipios que pueden verse más implicados Alhendín, Armilla y Ogíjares y dicen las crónicas que también inquietud entre los vecinos de la zona, un espacio residencia­l con urbanizaci­ones, algunas de lujo, y centros educativos.

No hay color político en el rechazo, o si lo prefieren hay unanimidad, en que ninguno de esos tres municipios, con gobiernos de izquierdas y de derechas, ni por lo que se ve sus vecinos, quieren cerca de sus pueblos, de sus chalets de lujo y de los maravillos­os colegios de sus niños, a esos inmigrante­s que se han jugado la vida en una travesía inhumana, para conseguir una vida digna en esta tierra de oportunida­des que decimos que es Europa... Muy bonita, muy solidaria, muy cristiana y muy decente, no parece semejante actitud.

Soy consciente de que estas líneas no me van a convertir en el columnista más popular del grupo Joly, pero lo cierto es que actitudes como las de los ayuntamien­tos de Ogíjares, Alhendín y Armilla y muchos y muchas de sus vecinos entran perfectame­nte en la categoría de racismo encubierto, tan habitual en nuestra sociedad. “No soy racista… pero este suelo no es el idóneo”. “No soy racista… pero ese centro está al lado de urbanizaci­ones muy caras”. “No soy racista... pero hay colegios en las proximidad­es”. “No soy racista… pero un poquito sí que lo soy”.

Recuerden, se han jugado la vida para venir a trabajar en los empleos que nosotros no queremos. Cuidan a nuestros padres y a nuestros hijos y no muerden, no huelen y no destiñen.

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