“El éxito de una canción depende de 15 segundos en Tik Tok”
–No sabía que era de Sevilla... una buena escuela para el rap nacional.
–Sin duda. A ver... soy de Sevilla, de Reina Mercedes, pero cuando nací nos mudamos a Aranjuez. –Por razones obvias se ha movido más en la escena musical madrileña, ¿qué tiene de diferente respecto a la del sur?
–La verdad es que, durante toda mi adolescencia, la escuela andaluza fue la que más me influyó. Tote King, Juaninacka o SFDK. La idiosincrasia es distinta, aunque tengo muy interiorizada la forma que tienen los andaluces de contar las cosas. Algo que me parece genial del acento andaluz es la facilidad para acortar las palabras. El castellano presenta más hándicaps a la hora de rimar o de f luir. –¿Qué recuerda de esa época en la que empezó a despegar junto a artistas como Crema –ahora C. Tangana– o Natos y Waor? –Pues los primeros pasos los di solo en Aranjuez, sin nadie. Después empecé a rapear en la calle y a conocer gente. Mi primer momento en la escena fue en 2011 con mi grupo Suite Soprano. En esa época, coincidimos con Natos y Waor o Recycled J y comenzamos a organizar conciertos juntos de forma espontánea. Hemos crecido unidos y es bonito ver cómo hemos hecho nues
Las letras están muriendo y parece que el mensaje superfluo funciona bastante bien”
tras carreras, hemos seguido siendo amigos, hemos hecho colaboraciones y nos hemos apoyado.
–¿Por qué disolvieron Suite Soprano en plena cresta de la ola?
–Fue algo natural. Primero por una razón geográfica, porque cada uno vivía en un sitio. Y también por aspiraciones artísticas. Tenía ganas de moverme en otros sonidos, explorar en solitario y juntarme con otras personas. Al final, hemos mantenido el contacto y hemos seguido haciendo cosas juntos. Sule –el otro rapero que formaba parte del grupo– ha seguido apareciendo en mis discos, pero cada uno ha tomado su camino. Me siento más cómodo llevando las riendas de mi propia carrera. Cuando trabajas en grupo es más difícil ponerte de acuerdo en temas artísticos. –A pesar de que fuera algo natural, como dice, estaban en su mejor momento. –Totalmente. Pasé de tocar para miles de personas a hacerlo para 40. Pero es algo de lo que me siento orgulloso. Dice mucho el haber renunciado a algo cuantitativamente interesante por intentar buscar una felicidad personal. Cuando empecé la gira en solitario venía muy poca gente, incluso me planteé dejar la música. Pero luchando me ha ido mejor en solitario.
–¿Cómo vivió el pasar de llenar grandes espacios a dar conciertos en salas más modestas?
–Pues las primeras dos semanas estuve muy triste. Después cambié el chip y pensé que tenía mucha suerte porque, aunque fueran 50 u 80 personas , estaban valorando mi trabajo y ya es más de lo que tiene mucha gente. Siento mucho respeto por el público y ha sido un gran aprendizaje. Ahora valoro a cada persona que compra una entrada para verme. –La música urbana era un género de nicho, ¿qué ha pasado?
–Se ha convertido en el nuevo pop. Es verdad que era una música de nicho, pero se preveía un crecimiento. Lo que nadie imaginaba es que sería tan exponencial. Influye el vivir en un mundo globalizado en el que la música urbana se ha mezclado con otros géneros y no hay una unicidad de estilos. Ha ocurrido lo mismo que pasó en otras épocas con el rock o con el jazz. Ahora tenemos también redes sociales, una herramienta de la que se ha servido mucha gente con
menos recursos. La bola ha crecido y parece imparable. –Empezó en el género cuando no se llevaba y ahora que se lleva usted prefiere explorar nuevos estilos. Nada a contracorriente y además se aleja de la pose de macarra fanfarrón.
–No lo hago con la intención de ir contracorriente porque sí. Hacer algo porque se lleve no me parece interesante. Diferencio entre diseño y arte. Siempre que veo a alguien realizar música, me pregunto por qué lo hace. Muchas personas por tener fama y ganar dinero, que es legítimo, pero se acerca más al diseño. El arte no tiene por qué tener éxito. Se da una tendencia en la que las
letras están muriendo y parece que el mensaje superfluo funciona bastante bien. En esto que dices de ir contracorriente, voy a sacar un disco de rap en el que el contenido será lo más importante y no tendrá videoclips. –¿Por qué cree que tienen más auge las letras vacías como dice? –Porque el consumo es cortoplacista. La gente no profundiza. Es consecuencia de la sobreinformación que tenemos y lo difícil es que alguien se pare a prestar atención o a leer textos largos. El éxito de una canción depende de los 15 segundos que tengas en Tik Tok y de que se haga viral. En mi nuevo proyecto busco ha
cer más contenidos con más letras. Lo interesante es conseguir que alguien se siente a escuchar.
–Ha colaborado con María José Llergo, Tanxungueiras, La M.O.D.A, Iván Ferreiro... no se queda quieto en cuanto a explorar estilos.
–Es lo que más me gusta. Soy consumidor de música muy variada y aproximarte a otro género es un reto. Se puede transmitir el mismo sentimiento de diferentes formas. Juntarme con ellos y aprender es lo que más me suma. Te tienes que acercar a su forma de ver el mundo y ese punto de incertidumbre es lo que más me motiva.