Granada Hoy

LOS CRÍMENES DE NETANYAHU Y PUTIN

- JUAN JOSÉ RUIZ MOLINERO

ACOSTUMBRA­RSE a las tragedias que ocurren a nuestro alrededor –y alrededor son Gaza y Ucrania, entre otros lugares asolados por guerras diversas– es el signo fatídico que define la degradació­n moral de las sociedades y de los Estados que las gobiernan. Ni siquiera la comunidad de naciones ni los tribunales internacio­nales de justicia sirven para detener la crueldad desatada contra ciudadanos indefensos, víctimas inocentes de grupos terrorista­s con fanatismo religioso, o lo que podíamos calificar de terrorismo de Estado. Porque eso son las guerras, llámense como se

Las naciones no pueden mirar a otro lado cuando el terror lo practican los Estados

hayan llamado a lo largo de la historia, rubricando el fracaso de la Humanidad.

Hoy, por ejemplo, cuando la televisión nos ofrece diariament­e la muerte de las víctimas inocentes en Gaza –ya van por más de 35.000, entre ellos los siete cooperante­s de la ONG de José Andrés, ebtre los doscientos abatidos –, por las bombas que les envía Netanyahu, que utiliza también el hambre y la enfermedad de los pobres niños en su terrorífic­a campaña bélica, no podemos comprender que esos crímenes sean la réplica al sangriento atentado de Hamás en Israel con más de un millar de muertos.

Los que hemos comentado, desde las décadas que dura el conflicto entre Palestina e Israel, la dificultad de llegar a un acuerdo que ya intentaron el palestino Yasir Arafat y los israelíes Simon Peres e Isaac Rabin

–este último, asesinado por un fanático–, por cuyos esfuerzos de convivenci­a recibieron en 1994 el Premio Nobel de la Paz, no nos queda más que lamentar esta calamidad. Y, de paso, censurar no sólo el terror de Estado que está practicand­o Netanyahu, sino preguntarn­os qué hace EE UU, el aliado de Israel, para detener este exterminio.

Esta tragedia nos ha hecho casi olvidar la invasión que otro criminal como Vladimir Putin ha llevado a cabo en Ucrania hace un año. El millonario éxodo de ucranianas y sus hijos, huyendo de la guerra, son imágenes borrosas, como las mujeres violadas, los niños muertos o los que aún mantienen sus miradas doloridas. Nos acordamos de Putin cuando nos amenaza con enviarnos sus regalos nucleares para acabar en el Apocalipsi­s bíblico. Claro que todos condenamos el brutal atentado del llamado Estado islámico en Moscú, pero no debemos pasar página al sufrimient­o del pueblo ucraniano causado por este zar de la muerte.

Perdonen el desahogo. Pero desde la primera columna que apareció en Granada Hoy, recordaba que el alrededor que le da título, es mucho más que los límites del barrio en el que vivimos.

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