Granada Hoy

El Granada CF morirá sin llegar a la orilla

● El partido frente al Valencia fue el vivo ejemplo de la desesperac­ión e impotencia que transmiten los rojiblanco­s desde inicios de temporada

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El encuentro frente al Valencia fue la mejor representa­ción de lo que la temporada 2023/2024 está suponiendo para el granadinis­mo: desesperac­ión.

El estreno en el Nuevo Los Cármenes de José Ramón Sandoval no supuso un cambio en una tónica que se muestra en casi todos los partidos desde que arrancó un curso para olvidar, un equipo con corazón pero incapaz de sacar resultados, y que no bajó los brazos (algo digno dada la situación de deriva que lleva el equipo con cinco derrotas seguidas), pero que tampoco logró materializ­ar y sacar provecho de una superiorid­ad muy notable durante toda la primera parte, que se fue diluyendo hasta morir con el gol de Almeida.

Un ejemplo de esta sensación de impotencia es el partido de Uzuni y Boyé, los dos delanteros que alineó ayer el técnico madrileño, los dos mejores sobre el cartel aunque mermados físicament­e y decidiendo arriesgar (en caso del albanés tiene una Eurocopa en el horizonte).

En los primeros quince minutos, Myrto Uzuni tuvo dos oportunida­des que no logró convertir por poco, generando las primeras intervenci­ones de Mamardashv­ili y una destacada cobertura de Thierry. El albanés, siempre activo en la presión, se excedió en sus esfuerzos debido a los errores repetidos del Valencia en la salida, lo que llevó al árbitro Hernández Hernández a llamarle la atención en varias ocasiones e incluso a tener un enfrentami­ento con Dimitri Foulquier en una jugada.

Lucas Boyé, que no había marcado desde septiembre, también intentó contribuir con un gol después de 19 partidos sin marcar. Incluso reclamó una falta en la frontal que, a pesar de su insistenci­a, terminó en la barrera.

Después de que el Valencia tomara la delantera, con Uzuni fuera del campo y Boyé cada vez menos visible, el Granada luchó pero no pudo hacer mucho más. La situación no mejoró cuando Matías Arezo, una de las caras nuevas en el equipo en invierno (aunque la inversión en él parece otro fracaso de una directiva socialment­e condenada pero impune a efectos prácticos), desperdici­ó una oportunida­d inmejorabl­e dentro del área, lo que aumentó la frustració­n de los aficionado­s. Es evidente que al Granada se le agotaron las opciones.

En una nueva muestra de har

Ya son tres los partidos sin ver puerta, y con Sandoval todavía no se ha cantado ni un gol

tazgo y resignació­n del granadinis­mo, la grada de Los Cármenes estuvo nuevamente con varios espacios vacíos durante el partido contra el Valencia, a pesar de que no llovía como se excusó tras la poca asistencia al duelo frente a la Real Sociedad.

De hecho, durante la mañana volvieron a aparecer pintadas en los muros del estadio en contra de la directiva, para la que esta sí que actuó con rapidez mandando a algún empleado a por pintura para tapar las vergüenzas de una temporada que quedará en la memoria del aficionado. Ya podrían hacer las próximas dentro del estadio, así al menos le darían una ‘manita’ de pintura a unas instalacio­nes que dejan mucho que desear para un equipo de la Primera División Española.

Durante la primera mitad, apoyó al equipo en su mayoría, aunque hubo algunos murmullos. Los jugadores mostraron buen juego en momentos clave, lo que generó esperanza entre los aficionado­s. Sin embargo, conforme avanzó la segunda mitad y el equipo no lograba despegar, las miradas comenzaron a dirigirse hacia el palco y luego hacia los propios jugadores.

José Ramón Sandoval, exento de críticas en esta ocasión, había mencionado que este partido era la última oportunida­d del equipo para mantenerse en Primera. El técnico tampoco debería ser utilizado como cabeza de indio, algo común en situacione­s como esta, ya que el hecho de aceptar esta oferta laboral a sabiendas de que es meterse hasta las rodillas en el fango de un camino inundado por la lluvia que lleva ahogando al Granada durante todo el año, es algo que no cualquiera haría.

A pesar de ello, los jugadores no lograron responder en el campo, lo que llevó a la afición a expresar su frustració­n pidiendo la dimisión de la directiva, especialme­nte dirigida hacia la presidenta, Sophia Yang, y calificand­o a los jugadores de “mercenario­s”. Al final del partido, los jugadores soportaron brevemente los abucheos de la afición antes de irse a vestuarios en una tarde que deja a los rojiblanco­s con pie y medio en Segunda, y a un granadinis­mo resignado a un destino que se viene gestando desde verano, cuando todavía se estaba celebrando el ascenso en el que será un visto y no visto en Primera.

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Lucas Boyé abatido tras la derrota de los rojiblanco­s.

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