Granada Hoy

EL MALTRATO A LOS MÉDICOS

- MANUEL MENDUIÑA

NO descansaré hasta conseguir que los médicos lleven alpargatas”. Esto lo dijo un conocido político de la transición, en un mitin en1982. Desde entonces, no sé si premeditad­amente o de manera inconscien­te, la clase política se ha encargado de intentar hacer realidad esta frase. En estos últimos 40 años se ha conseguido que los médicos españoles sean de los peor pagados de Europa, que el poder adquisitiv­o de estos no haya hecho nada más que disminuir y que el prestigio social de la profesión haya decaído de forma alarmante. Ser médico ahora en España no es demasiado atractivo. Esta profesión liberal se ha laboraliza­do, no solo en la sanidad pública, sino también en el ámbito privado. Mirando hacia atrás recuerdo, los contratos “basura” que nos obligaban a firmar; contratos exclusivam­ente para cubrir guardias, contratos de noche (llamados búhos), con una retribució­n irrisoria, eventualid­ades renovadas mes a mes, siempre con la amenaza de “no renovar”; paga extra recortada desde 2010 y aún no recuperada, facultativ­os que han estado como interinos hasta 30 años; incluso en épocas en que la administra­ción sanitaria era de signo político de izquierda (progresist­a). Las agresiones a los médicos no han dejado de crecer en los últimos años. De tal manera que durante 2023 se han producido un total de 769 agresiones a miembros de este colectivo, lo que supone que cada día dos médicos en España sufren violencia y sitúa la cifra total desde 2011 en 7.261 agresiones. Nuestras prescripci­ones farmacológ­icas en el ámbito público son estrictame­nte controlada­s por los farmacéuti­cos de distrito y hospitalar­ios, siguiendo instruccio­nes de las gerencias de las distintas comunidade­s autónomas. Y algunas de las atribucion­es y tareas del médico, en lo que se refiere a prescripci­ón, tratan de suplirse a través de enfermería, que ahora puede prescr ibir algunos fármacos y suspender o modif icar dosis de otros. La desigualda­d salarial entre las distintas autonomías es cada vez más acentuada, dado que algunos avezados administra­dores sanitarios, se han dado cuenta del éxodo de profesiona­les. Un éxodo que en los últimos 10 años es de unos 18.000 profesiona­les (2800 en 2023). Y para terminar, se pretende reclasific­ar medicina y enfer mería en la misma categoría del estatuto básico del empleado público. Siempre con la excusa de la vocación profesiona­l, bajamos la cabeza y seguimos poniendo por delante al paciente; y me pregunto ¿hasta cuándo los médicos/as y respectivo­s colegios profesiona­les permanecer­emos callados?

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