Granada Hoy

“Aunque siempre me he sentido periodista, nunca renuncié a mi vocación literaria”

● La biblioteca de Torrenueva llevará a partir del día 23 el nombre del periodista y escritor Eduardo Castro EDUARDO CASTRO. ESCRITOR Y PERIODISTA

- Andrés Cárdenas

El próximo día 23, coincidien­do con el Día del Libro, la biblioteca de Torrenueva será bautizada con el nombre del escritor y periodista Eduardo Castro. Eduardo Castro Maldonado es un referente de las letras en esta provincia que le vio nacer (lo hizo precisamen­te en Torrenueva hace 75 años) y a la que ha dedicado gran parte de su vida. Enumerar aquí los medios en los que ha trabajado o los libros que ha publicado, puede resultar una tarea titánica. Además, los datos los pueden encontrar poniendo su nombre en el google. Solo cabe decir de él que en todas sus tareas ha impuesto la lógica que impone la experienci­a y el conocimien­to. Después de jubilarse en el Consejo Audiovisua­l de Andalucía, ha dedicado su vida a lo que mejor sabe hacer: escribir. Su último libro, Cajón de sastre, es un compendio de esa sabiduría que ha acumulado con los años.

–¿Qué siente un escritor cuando le ponen su nombre a una biblioteca?

–A esta pregunta no se puede responder más que de una manera: Un inmenso orgullo y todo el agradecimi­ento capaz de generar el corazón y la cabeza de una persona de letras que a sus 75 años recibe el reconocimi­ento oficial del pueblo donde nació y del que siempre ha presumido a lo largo de toda su vida, desde su lejana infancia hasta el momento de absoluta felicidad presenil que ahora estoy atravesand­o.

–Este año está siendo pródigo en noticias en las que está siendo protagonis­ta.

–Sí. Tras la jubilación y la pandemia, parece que disfruto un periodo de creativida­d que mis obligacion­es profesiona­les no me permitiero­n antes. Sin embargo, ahora soy, en efecto, un jubilado muy activo, con dos nuevas obras literarias recién salidas de la imprenta y presentada­s en la Feria del Libro, otra ya a punto de imprimirse por la editorial Almuzara, un amplio calendario de presentaci­ones previstas en los próximos meses y varios proyectos más de distinto pelaje en marcha para el otoño, sin dejar de atender por ello mis compromiso­s con la Academia de Buenas Letras: la dirección del Boletín semestral y la coordinaci­ón de la página web de la institució­n.

–Me imagino que Cajón de sastre, su último libro, es, como su propio nombre indica, un poco de todo. –Espero que así se entienda y así sea recibido por los lectores: como un cajón de buen sastre y no un desastre de cajón. Un cajón en donde he metido un poco de todo, en efecto, literariam­ente hablando: un poemario titulado Libro de ecos y réplicas, una segunda parte titulada Homenajes al dictado de la amistad, y un tercer apartado donde la prosa y los versos se mezclan un poco a lo loco entre aforismos, letrillas flamencas, relatos, fotos, dibujos y recuerdos, pero siempre dejando al descubiert­o buena parte de mi propia historia literaria, tanto privada como colectiva, como José Rienda señala en el prólogo, después de llamar la atención sobre lo que él califica como “microliter­atura o literatura de azucarillo a medio camino entre al aforismo y la greguería”, lo que yo he dado en bautizar como greguerism­os y él afirma que podría haber denominado como aforías. –Periodista, escritor, poeta… Dígame qué se siente usted.

–A mis 20 años me decidí por estudiar periodismo porque era la profesión con la que podría ganarme la vida escribiend­o, ya que vivir de la literatura quedaba a mi entender reservado sólo para unos pocos privilegia­dos entre los que nunca me sentí incluido. Y aunque jamás renuncié a mi vocación literaria, desde aquel mismo momento siempre me he sentido periodista, desde antes incluso de terminar la carrera y poder inscribirm­e en el Registro Oficial de Periodista­s, lo que en aquellos tiempos era obligatori­o para ejercer la profesión. Periodista por encima de todo, pero un periodista que antepone la buena escritura a cualquier otro aspecto de la profesión.

–Pero usted dice en su libro que periodista y escritor nunca serán sinónimos.

–Efectivame­nte. Como le decía antes, es en ese sentido en el que hago la distinción entre periodismo y literatura, pues, aunque ambas disciplina­s usen la palabra como herramient­a principal, y aunque su ejercicio pueda coincidir a veces en una misma persona, nunca deben ser confundida­s, lo cual no impide que un periodista pueda ser también poeta o que un novelista pueda practicar además el periodismo y escribir artículos o reportajes. En mi caso, el periodismo ha sido mi modus vivendi, pero la literatura no ha dejado nunca de ser mi verdadera vocación, una vocación a la que he procurado dar rienda suelta incluso en mi trabajo profesiona­l, sobre todo en las columnas de opinión, que es el género periodísti­co que mejor conjuga, a mi entender, ambas disciplina­s.

–También dice en su libro que se siente ciudadano del mundo. –Efectivame­nte. Y a mucha honra. Y si es de un pueblo como el mío, mucho más honrado aún. –Adivina, adivinanza. ¿Qué poeta dibujaba las dedicatori­as de sus libros mojando sus dedos en vino? –Jajajajaja. Ese es uno de los greguerism­os del libro. El poeta era José Hierro.

–Hablando de mojarse, dígame tres poetas granadinos a los que valga la pena leer.

–Tres son demasiado pocos y, salvo que nombre tres clásicos, me pone en un compromiso que no sé si luego podría pasear por Graná sin temor a recibir zancadilla­s o a que me pongan a caer de un burro. –Usted mójese, y luego tome sus precaucion­es si las considera necesarias.

–Bueno, va. Se trata de dar tres nombres, tampoco es para tanto, así que aquí los lleva: Federico, García y Lorca. No, en serio, y dejando a Lorca al margen, no puedo dejar de recomendar la lectura de Javier Egea, Juan de Loxa y Antonio Carvajal. Aunque en la actualidad hay una pléyade de mujeres de distintas generacion­es que pasean con gran dignidad el nombre de Granada por el territorio hispano y europeo con la mejor poesía que actualment­e se hace en nuestra lengua.

–Y entre esa pléyade supongo que incluye usted a su propia hija, ¿no?

–Por supuesto, cómo no. Incluyo a mi hija Olalla. Pero para orgullo literario local, está muy bien acompañada.

–¿Ha conseguido usted levantarse con el propósito de no hacer daño a nadie como aprendió de Saramago?

–Más que no hacer daño a nadie, que también es buen propósito, lo que siempre he procurado a lo largo de mi vida, y creo que lo seguiré haciendo mientras pueda, es ayudar dentro de mis posibilida­des a quien quiera que lo necesite.

A mis 20 años me decidí por estudiar periodismo porque era la profesión con la que podría ganarme la vida”

 ?? JUAN ORTIZ ?? Eduardo Castro, saboreando un café.
JUAN ORTIZ Eduardo Castro, saboreando un café.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain