Los fantasmas de la heroína
● Joan Carles March considera que el recuerdo de lo ocurrido en los años 80 también frena el consumo
“España, Andalucía y Granada están mucho mejor preparadas para enfrentar el fentanilo que Estados Unidos y Canadá”. Quien habla es Joan Carles March, profesor en la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP), el cual se muestra tajante a la hora de considerar que este opioide sea realmente un problema para la sanidad de nuestro país. De ahí que no dude al afirmar que “no hay evidencia de que exista una epidemia de fentanilo como Estados Unidos”.
Y fía su seguridad al control que se realiza a este medicamento, del que reconoce sus cualidades a la hora de aliviar el dolor de ciertas enfermedades, por parte de los servicios sanitarios, un control que, explica March, no se realizó en su momento en Estados Unidos, lo que llevó a generalizar su uso, derivando en un crecimiento de esta sustancia en el mercado negro dando lugar a las ya conocidas imágenes de los adictos que proyectan las televisiones, estadounidenses y nacionales, algo que censura March asegurando que lo único que consiguen es estigmatizar esta sustancia.
March considera que el consumo ilegal de fentanilo en España, y por extensión en Granada, es “prácticamente residual” (aunque puntualiza la existencia de algunos estudios que sugieren que la situación real es diferente a la que actualmente se conoce), y que la única manera de que este opioide entre al mercado negro es o bien mediante el robo del mismo en los hospitales, algo que ve casi imposible dado el control que existe del mismo; o por la fabricación ilegal del mis
El consumo ilegal de fentanilo en España y Granada es prácticamente residual”
mo, lo cual tampoco considera que sea común en España.
Más allá de los controles sanitarios, March considera que existe un segundo control que impide que se produzca esa epidemia: la conciencia social surgida tras la que sí fue la gran epidemia en España, la de la heroína en los años 80, una situación que hizo que el país “sea más consciente” de los riesgos de consumir estas sustancias.
El profesor de la EASP habla con conocimiento de causa, pues a principo de los 2.000 participó en un equipo encargado d eun pionero estudio en Granada, consistente en suministrar a un grupo de toxicómanos para tratar de mejorar la calidad de vida de estas personas.
El proyecto experimental, del que el pasado año se cumplieron dos décadas, buscaba comprobar una tesis, la de que la heroína mezclada con metadona era más efectiva, en toxicómanos con un perfil muy concreto, que la metadona de forma aislada a la hora de normalizar y mejorar su calidad de vida y alejarse precisamente de la delincuencia.
En total, participaron en aquel proyecto una veintena de participantes inciales, a los que poco a fueron se fueron sumano varias tandas de nuevos participantes con el objetivo de alcanzar la cifra de los 120, según contaron los propios responsables del proyecto a Granada Hoy en las primeras fases de este estuido, por el que llegaron a interesarse otros países europeos.