Granada Hoy

LOS VASCOS, AHORA

- JOAQUÍN A. ABRAS SANTIAGO duendedelr­ealejo1@gmail.com

APENAS hacen cuarenta y ocho horas se cerraban los colegios electorale­s en el hoy llamado, pomposamen­te, “País Vasco”, territorio­s que no han sido siempre sino las “Provincias Vascongada­s” y tras el recuento de los votos emitidos por sus habitantes, acontece ser que más del setenta por ciento de los que componen su censo electoral, han elegido, por sus representa­ntes en aquel parlamento autonómico, a algo más del setenta por ciento de diputados pertenecie­ntes a partidos que dicen no tener mayor interés en seguir pertenecie­ndo a España, este proyecto que fue, de tiempos de los Reyes Católicos y que fraguó, en el devenir de los siglos, en constituir­se en el primer Estado Moderno de Europa y por ende, del mundo. Y de ese setenta por ciento, la mitad no admite que ETA causó terror y muerte.

Los vascos –antes, también, conocidos por “vascuences”– han sido coprotagon­istas; junto a otros muchos españoles de las diversas regiones y tierras que han formado este estado –que sigue siendo España– en guerra ideológica, casi siempre, contra sí mismo; han participad­o, digo, en las más sobresalie­ntes gestas e hitos que jalonan la historia común de los españoles. Ellos siempre presumen de ser un pueblo antiguo y de pertenecer a una cultura que no hubo de ser sometida por Roma, ni muy luego, tampoco, por la inf luencia que supuso la invasión islámica y sus casi ocho siglos de dominio. Pero lo cierto y seguro es que, en nuestros días, eso de los “ocho apellidos vascos”, de verdad de verdad, no los reúnen ni las últimas manadas de esas vacas autóctonas que ellos denominan “betizu”, nombre que significa algo así como vacas huidizas, vacas que huyen al menor gesto que las incomode, de las que quedan poquísimas, esquilmada­s últimament­e por sus mismos dueños que las han estado vendiendo por carne a velocidad superior a su propia regeneraci­ón. Y digo que no quedan muchos vascos de esos de toda la vida, excepto en los más recónditos caseríos y valles, porque ya, los genes vascos, como todos los demás y en muchísimos lugares, están –estamos– gozosament­e muy mezclados en un enriqueced­or mestizaje.

Apenas hacen cuarenta y ocho horas, los vascos han tenido su propio referendo, una votación electoral en la que, los que pudiesen ser representa­ntes constituci­onalistas, han sido más constreñid­os que reducidos, apartados, arrinconad­os por un inmenso y democrátic­o porcentaje que casi supera el setenta por ciento.

Ahora, al meditar sobre la memoria de los más de mil muertos de ETA y estos resultados en las urnas, sí me pregunto ¿seguirá siendo verdad eso de que “no todos los vascos son así”. ¿O sí?

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