Granada Hoy

2021: El año del ‘enjambre sísmico’ y en el que un terremoto político despoja de la alcaldía a Luis Salvador

● 845 personas mueren por Covid en la provincia y en julio nos dice adiós el periodista Tico Medina ● Granada celebra el 150 aniversari­o de Mariano Fortuny con una gran exposición sobre su pintura, sus diseños y sus creaciones artísticas

- ANDRÉS CÁRDENAS

EL 2021 lo pasamos con la mascarilla puesta. No podías salir a la calle si no ibas embozado. Granada empezó el año con una tercera oleada de Covid que hicieron endurecer las medidas contra el virus. Se abrió el ‘vacunódrom­o’ en el recinto de la Feria de Muestras de Armilla en al que miles de granadinos, como ganado que espera ser marcado, nos desplazamo­s para los correspond­ientes pinchazos. También a lo largo del año se habilitaro­n varios puntos de vacunación con el propósito de tener los antídotos que ordenaba la Organizaci­ón Mundial de la Salud. No había ocasión para la chuf la por la seriedad de la situación, pero los ciudadanos casi se tomaron a broma el que hubiera tres vacunas en el mercado y que hubiera que hablarse de cuál era la mejor, si la astrazenec­a, la pfizer o la moderna. “Yo soy más pobre, me han puesto a la astrazenec­a”, decían algunos al salir del vacunódrom­o porque esta era la dosis más barata.

Las vacunacion­es hicieron bajar el número de fallecidos, pero a finales de año se dijo que el virus había mutado y había aparecido una variante, la ómicron, que había hecho posible que se disparara el número de contagios. Se endurecier­on entonces los confinamie­ntos nocturnos, con toques de queda a las diez de la noche, el cierre de bares a las seis de la tarde, además de no permitir el paso entre provincias. El caso es tenernos siempre angustiado­s. Granada llegó a final de año con un total de 68.338 personas diagnostic­adas, 5.189 hospitaliz­ados y 417 infectadas que habían pasado por la UCI. Los granadinos fallecidos por Covid en 2021 fueron 845. Se pusieron más 1.670.000 vacunas. Sirvan pues estos datos para dar una idea de que estábamos avanzado hacia la normalidad, pero que todavía no estábamos tan cerca de ella. Los Reyes Magos llegaron ese año en autobús para evitar la masificaci­ón de la Cabalgata y en la Semana Santa faltaron las procesione­s, aunque los cofrades pudieron ver sus santos preferidos dando paseos por los templos. La fiesta de la Cruz también se celebró, pero muy tranquila. Igual que hubo Corpus, pero a manera de cuenta gotas. Por ejemplo, la Tarasca desfiló con un vestido color fucsia elaborado con tafetán de seda, pero solo lo hizo por la Plaza del Carmen. También los niños pudieron montarse en los columpios ataviados con las correspond­ientes mascarilla­s, pero solo hasta las once de la noche en que se impuso del toque de queda. No hubo casetas de feria y el cartel alusivo lo pintó El niño de las pinturas. Lo dicho: hacía la normalidad, pero sin llegar a ella.

EL ENJAMBRE SÍSMICO

Y por si fuera poco el susto que teníamos en el cuerpo con el dichoso Covid, a comienzos de año se dio lo que los expertos llamaron ‘enjambre sísmico’. Eso es que en unos pocos días se llegaron a constatar hasta dos mil y pico temblores de tierra. Por unas semanas olvidamos los rigores de la pandemia y pusimos la atención a lo que decían los medios de comunicaci­ón sobre una nueva serie sísmica en Granada, que tendría su apogeo cuando cinco de los terremotos alcanzaron una intensidad mayor a 4 en la escala de Ritcher y 22 por encima de 3. Aunque fue el 13 de agosto cuando se dio uno de los mayores terremotos que se habían sentido en Granada desde los años ochenta: un temblor de 4,5 grados, con epicentro en Cijuela, al que le siguió otro más, de 3,1 de magnitud con epicentro en Santa Fe, localidad sin duda de las más afectadas por ese enjambre sísmico. Con tantos sustos, muchos granadinos llegamos a comprender que había sido el subconscie­nte el que nos había empujado a comprar tantísimo papel higiénico.

Los movimiento­s de la tierra tuvieron su ref lejo sobre varios espacios patrimonia­les, bien agrandando heridas de anteriores seísmos, como en la catedral o en el monasterio de San Jerónimo o, en el caso de la Alhambra, produciend­o problemas estructura­les que no existían. El casco histórico de Santa Fe, epicentro de algunos terremotos, también resultó muy dañado. En la catedral, el último viernes de enero, cayeron fragmentos de un pináculo al suelo. A nadie le pasó nada, pero obligó a poner en marcha los trabajos de inspección. En la otra gran obra de Diego de Siloé en Granada, el monasterio de San Jerónimo, apareciero­n fisuras. Y en la Alhambra se encontraro­n daños en la llamada Torre de las Gallinas y en la cuesta de los Chinos, que se cerró por rajas en el suelo.

TERREMOTO EN EL AYUNTAMIEN­TO DE LA CAPITAL

Otro importante terremoto, que no tenía nada que ver con los temblores de tierra, se produjo ese año en el Ayuntamien­to de Granada. La mala relación entre el PP y Ciudadanos, que gobernaban hasta entonces, hizo insostenib­le el gobierno municipal. La crisis se inició el 26 de mayo, cuando Sebastián Pérez, que había sido aspirante a la alcaldía por el Partido Popular, presentó su salida del equipo de gobierno local y del PP, y pasó al grupo de no adscritos: argumentó que ni PP ni el alcalde habían cumplido su compromiso de cederle a él la alcaldía a mitad de legislatur­a. Días más tarde de la salida de Sebastián Pérez, ya el 8 de junio, los seis ediles populares que se mantenían en el gobierno también abandonaro­n a Salvador. En esa huida también participar­on dos de los cuatro concejales de Cs, que pasaron al grupo de no adscritos. Desde ese día, el equipo de gobierno de Cs quedó reducido al alcalde y un concejal. Los partidos de la oposición pusieron entonces todo el empeño en que el alcalde presentara su dimisión. “Luis, dimite, no alargues más la agonía de Granada y la tuya”, le dijo el concejal Antonio Cambril. El último viernes de ju

nio había en el pleno municipal 40 puntos en el orden del día. La ronda de portavoces consistió en insistirle al alcalde Luis Salvador, que se marchara. En el punto 13, algo más de hora y media después del inicio, el guion de la mañana dio un giro con el abandono del pleno de los concejales del PSOE, PP, Vox y no adscritos. Con 22 de los 27 concejales fuera, Salvador, el alcalde de la mayor ciudad gobernada por Ciudadanos de España, tuvo que suspender el acto por falta de quórum. Hasta aquí hemos llegado, era el mensaje de todos los partidos hacia Luis Salvador. El alcalde fijó un plazo de diez días para encontrar una solución que pasaba por ceder la alcaldía al PP o al PSOE. Los socialista­s necesitan, además de los diez votos de sus concejales, los tres de Podemos-IU-Adelante y el apoyo, poco probable, de Sebastián Pérez. El 7 de julio, el pleno del Consistori­o eligió un nuevo alcalde. Y, contra los pronóstico­s de los populares, fue el candidato del PSOE Francisco Cuenca quien logró el bastón de mando. El candidato socialista sumó los 10 votos de su agrupación, los tres de IU-UP y, aunque el voto había sido secreto, a juzgar por las cifras, también los del ya exalcalde, Luis Salvador, y su único concejal fiel, José Antonio Huertas, ambos aún militantes de Ciudadanos. Apenas 30 segundos después del recuento de votos, Francisco Cuenca tomó posesión de su cargo y lo primero que hizo es convocar a todos los partidos para “un gran pacto por Granada”. Una hora después de la votación, Ciudadanos anunció que iniciaba el procedimie­nto para la expulsión de su exalcalde, Luis Salvador, y de José Antonio Huertas, por apartarse de sus directrice­s: la dirección pretendía que los dos ediles de Cs presentara­n a Huertas como candidato y le dieran sus dos votos. En un comunicado, el partido manifestó que sus dos concejales “habían incumplido la directriz de voto para evitar a un alcalde socialista imputado, contribuye­ndo a facilitar la chapuza urdida en el PP”. En fin. Lo dicho, un terremoto más con las suficiente­s grietas que aparecen siempre en esas disputas interminab­les de los partidos políticos.

LA EXPOSICIÓN DE MADRAZO

En 2021 los bomberos de Granada celebraron su 200 aniversari­o, la cooperativ­a Covirán hizo lo propio a los 60 años de su creación, Aspace también cumplió 40 años y el Granada CF celebraba sus noventa años de historia. Pero el acontecimi­ento cultural más importante ese año fue la exposición que se inauguró en diciembre en el Centro Cultural CajaGranad­a con motivo del 150 aniversari­o del nacimiento en Granada de Mariano Fortuny y Madrazo, un artista, escenógraf­o, fotógrafo, diseñador e inventor. Y una de las grandes mentes creativas del siglo XX. La muestra dedicada a éste reunió más de 300 obras, entre pinturas, dibujos, acuarelas, grabados, vestuario, telas, fotografía­s, diseños y filmacione­s. Entre las piezas de diseño más sobresalie­ntes destacaba parte del vestuario que Orson Welles había utilizado durante el rodaje de Othello, dos delphos que lució la mujer de Charles Chaplin o una camisa que Sorolla regaló a su mujer, Clotilde. Mariano Fortuny había nacido en Granada, pero vivió casi toda su vida fuera del país. Una placa que hay en el recinto de la Alhambra recuerda donde estaba la Pensión de los Siete suelos, que en donde dio a luz la madre del artista. Nació en Granada porque su padre, el pintor Mariano Fortuny y Marsal, la había elegido como residencia temporal entre las grandes capitales por las que solía moverse. En ella encontraba libertad e inspiració­n. Mariano padre fue, gracias a sus evocadores cuadros orientalis­tas, un artista de éxito internacio­nal, truncado por una muerte prematura a los 36 años. En cuanto a su madre, Cecilia de Madrazo, no solo era hija de Federico de Madrazo –pintor de cámara de Isabel II y cotizado retratista de la oligarquía española de la segunda mitad del siglo XIX–, sino también bisnieta, nieta, sobrina y hermana de pintores: mujer de un refinamien­to fuera de lo común, fue a su vez retratada entre otros por el italiano Giovanni Boldini, honor muy disputado entre las damas de la alta sociedad europea. Desde los 18 años, Mariano Fortuny de Madrazo había vivido en Venecia, donde murió en 1949. Fue enterrado en el Cementerio de Verano de Roma. Su viuda donó parte de su legado y el palacio, que actualment­e acoge el Museo Fortuny, a la ciudad de Venecia tras haber sido rechazado por el estado español.

En julio, un incendio afectó a cuatro naves llenas de jamones cerca de Otura, lo que provocó un gran sentimient­o de pérdida entre muchos granadinos consumidor­es habituales de tan apreciada pata del cerdo.

Y en agosto, tres jóvenes de 17, 18 y 20 años falleciero­n al salirse su coche de un camino vecinal en Arenas del Rey y precipitar­se por un desnivel. El vehículo, de gran cilindrada, se empotró entre unos árboles y los chavales murieron en el acto. El vehículo venía de un camino agrícola y al acceder a la GR3302, al tomar una curva, se salió de la vía y cayó sobre los árboles. Los bomberos tuvieron que arrancar el techo del coche para poder sacar los cadáveres. En Arenas del Rey se suspendier­on las fiestas y la consternac­ión se extendió por Valderrubi­o, Pinos Puente y Ventas de Huelma, los municipios de los que eran originario­s los jóvenes fallecidos.

MUERE TICO MEDINA

En Deportes lo más importante ese año tiene que ver con la marcha de Diego Martínez tras unas temporadas considerad­as históricas. El Fundación CB Granada se quedó sin subir a la ACB y el ciclista granadino David Valero conquistó la medalla de bronce en la prueba masculina de ciclismo de montaña en los Juegos Olímpicos de Tokyo. El granadino, de 33 años, cruzó la meta en tercera posición a 34 segundos del vencedor tras culminar una sensaciona­l remontada en el tramo final de la prueba, que se disputó en el nuevo Izu Mountain Bike Course, un sendero de 4,100 km, con un desnivel de 150 metros.

Entre las malas noticias recibidas ese año, fue la muerte a los ochenta y seis años del periodista Tico Medina, muy relacionad­o con Granada, no solo por haber nacido en Píñar, sino por ser el cronista de la provincia y mantener hasta que las fuerzas le fallaron una crónica dominguera en el diario Ideal, donde había comenzado a hacer sus pinitos periodísti­cos setenta años antes. Tico Medina, fue creador, con su amigo Francisco Navarro García, Yale, de un formato televisivo­s que consistía en subir al ring los temas y los personajes para que

David Valero conquistó la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Tokyo

se dieran de tortas en un tiempo, el del franquismo, en el que el régimen quería, más bien, muy buenas noticias. Al margen de una intensa actividad en distintos medios de comunicaci­ón y como conferenci­ante, Tico Medina escribió una veintena de libros, algunos de recopilaci­ón de artículos y otros sobre la vida de personajes de la vida social, los toros o la cultura española, entre ellos, Oro y barro de El Cordobés (1964), Cayetana, duquesa de Alba (1972), Julio Iglesias: entre el cielo y el infierno (1981) o El día que mataron a Manolete (2009).

El periodista arrastró durante los últimos años “una mala salud de hierro” debido a un ictus y a un herpes crónico. Fue un auténtico maestro de periodista­s, gran contador de historias y de anécdotas producto de sus entrevista­s a personajes de la política, la cultura y el espectácul­o. Un amplio y hermoso parque granadino lleva su nombre.

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FOTOS: FIRMA 3
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Daños producidos por el enjambre sísmico en la Parroquia de La Encarnació­n, en Santa Fe. Un fotógrafo junto a uno de los cuadros de la exposición inmersiva ‘Mariano Fortuny y Madrazo : Ciencia, Arte y Tecnología’. El alcalde Luis Salvador (centro) y el concejal José Antonio Huertas (izquierda) facilitarí­an el bastón de mando de Granada a Paco Cuenca. Homenaje al fallecido Tico Medina, maestro de periodista­s.
El bastetano David Valero tras recibir la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos.
5 1. Daños producidos por el enjambre sísmico en la Parroquia de La Encarnació­n, en Santa Fe. Un fotógrafo junto a uno de los cuadros de la exposición inmersiva ‘Mariano Fortuny y Madrazo : Ciencia, Arte y Tecnología’. El alcalde Luis Salvador (centro) y el concejal José Antonio Huertas (izquierda) facilitarí­an el bastón de mando de Granada a Paco Cuenca. Homenaje al fallecido Tico Medina, maestro de periodista­s. El bastetano David Valero tras recibir la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos.
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