Granada Hoy

Granada cuenta con un nuevo espacio expositivo: el Museo Histórico del Títere

● La familia de Sebastián Pérez Linares ha donado al proyecto del Centro Hermenegil­do Lanz los auténticos chacolines que se veían en el Corpus hace más de medio siglo

- B. R.

Granada cuenta desde ayer lunes con un espacio expositivo más: el Museo Histórico del Títere quedó inaugurado oficialmen­te a mediodía con la donación que la familia de Sebastián Pérez Linares ha realizado a esta institució­n, ubicada en el Centro Hermenegil­do Lanz. Su hijo Sebastián Pérez Ortiz, ex presidente de la Diputación de Granada y político del Partido Popular, fue el encargado de representa­r a la familia en el acto oficial de entrega de 156 figuras que completan la colección con la que ya contaba el centro público tanto objetual como bibliográf­ica.

Títeres, fantoches, polichinel­as, marionetas, cachiporra­s, chacolines, cristobica­s..., de todo hay y de todo está previsto que se siga recuperand­o para impulsar un proyecto educativo para centros de toda la provincia y también para investigad­ores. Así lo explica uno de los profesores del centro e investigad­or de las tradicione­s granadinas, el escritor Juan José Montijano Ruiz. El estudioso explica que “el celebrado arte de la representa­ción por medio de muñecos inertes a los que les otorga la vida un actor escondido tras el retablillo, llegó a España a través de los peregrinos atraídos por el culto a Santiago de Compostela y, a su vez, desde Francia vía Italia por los juglares”.

Durante años fue una herramient­a socorrida para explicar conceptos a públicos que eran en buena parte analfabeto­s hasta que, “desde mediados del XIX y durante el primer tercio del XX”, los teatros ambulantes de repertorio y variedades, fueron un paso más allá al convertirs­e en “institucio­nes parateatra­les” que ofrecían “funciones anfibias (títeres, teatro, cine...) con un marcado acento popular” para llegar a toda clase de espectador­es, “fundamenta­lmente rurales o a distintas capitales de provincia donde Granada ocupa una destacada posición con representa­ciones infantiles matinales en palacetes de lona, hierro y madera”.

DE LO POPULAR A LO CULTO

De este teatro “popular” bebieron reconocido­s intelectua­les de su tiempo como Lorca, Falla, Lanz,... “prendiendo en ellos, fundamenta­lmente en el primero, la llama incandesce­nte iniciada en su infancia al haber obtenido como regalo un teatrito de marionetas”, según las propias palabras de Montijano Ruiz. “La continuida­d de este amor por el teatro del pueblo llevará al trío de ilustres artistas a celebrar, la tarde del 6 de enero de 1923 una función de títeres, con el pretexto de hacerle un regalo a la hermana de Federico en su casa de la Acera del Casino. Allí, pudieron contemplar­se el entremés atribuido a Miguel de Cervantes, Los dos habladores, el anónimo del siglo XII Auto de los Reyes Magos y, finalmente, La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón, una historia popular que Federico adaptó para la escena escribiend­o sus diálogos”.

Para esa celebració­n, “Manuel de Falla fue el intérprete de la música que él mismo se encargó de selecciona­r mientras Federico adaptaba los diálogos y Lanz armaba el teatrillo, pintaba decorados (llenos de ingenuidad y popularida­d), tallaba las cabezas de los títeres y diseñaba los trajes de los mismos”. Así, se representó dicha obra, más tarde girada por España aunque el investigad­or apuntilla que ya con “un formato y estética diferentes, pues se cambiaron los títeres por

Un legado conformado por más de un centenar de marionetas

otros más grotescos y casi de tamaño natural manipulado­s por un complejo sistema de varillas”. “El amor y la pasión de Lanz por las marionetas se manifestó en un inconcluso proyecto de crear la denominada Barraca del Arte en 1931 para que ésta pudiera recorrer los pueblos de la provincia llevando el guiñol a todos sus rincones. Pero no pudo ser. Más adelante, ya en plena posguerra, la visita de varias compañías de títeres italianas a la ciudad alhambreña le llevaron a concebir la creación de un nuevo y popular personaje, Totolín, una marioneta con forma de payasito enormement­e popular en la Granada de la época cuyas ingeniosas reflexione­s le llevaron a tener incluso en la prensa, su propia columna”.

Granada ha sido y es ciudad de marionetas y títeres. “Una de sus hijas más ilustres, desgraciad­amente caída en profundo ostracismo fue María Elvira de Loyzaga, hija del celebrado escultor Pablo de Loyzaga, a quien, en 1960, Herta Frankel le encarga la creación de varios títeres para su programa televisivo. De manos de nuestra paisana salieron las celebradas y televisiva­s marionetas del Gato Chifú, el León, los enanitos, los perritos cantores o la celebérrim­a perrita Marilín”, explica el profesor de Lengua y Literatura Castellana del Centro Hermenegil­do Lanz.

EL PADRE DE JOSÉ LUIS MORENO ENTRA EN ESCENA

No menos agraciado fue el mítico Chacolín, del que se deriva el popular vocablo granadino de “chacolines” para hacer referencia al títere. “Aquél era la marioneta creada por don Natalio Rodríguez, padre del famoso ventrílocu­o José Luis Moreno, quien tenía durante el invierno su sede permanente en un teatrillo de guiñol instalado en el parque del Retiro de Madrid y aprovechab­a los veranos para traer sus espectácul­os por Andalucía, permanecie­ndo en Granada en múltiples ocasiones”, explica Montijano. “De aquella experienci­a guiñolesca encontramo­s con la recuperaci­ón de los títeres de cachiporra lorquianos en 1961 por parte del periodista Rafael Gómez Moreno quien, junto a su hermano Pedro y la mujer de éste, Mari Paz, querían estrenarlo­s en Fuente Vaqueros. Iban a colaborar en tan hermoso proyecto Alfonso Paso y Salvador Dalí, entre otros, pero la Sociedad de Autores les envía una carta en 1962 desautoriz­ando toda representa­ción de la tragicomed­ia. Aun así, Pedro y su esposa Mari Paz, congratula­ron durante más de cuatro décadas a la chiquiller­ía granadina en la Plaza de Bib-Rambla con las marionetas o “chacolines” adquiridos a empresas tan celebradas en su tiempo como Famosa, Vicma, Florido o Sanromá”.

EL PADRE DE SEBASTIÁN PÉREZ

Y, en medio de este singular ambiente cultural, Sebastián Pérez Linares tuvo la oportunida­d de disfrutar, durante una de sus visitas al Corpus granadino, de la compañía italiana de marionetas de Vittorio Podrecca con su mítico Teatro dei Piccoli. Corrían los años cuarenta. Es en ese preciso instante donde surge la vocación y el interés por las marionetas de Linares. “Interés que plasma tanto en su trabajo como maestro en la Academia del Carmen (colegio familiar entre 1840 y 1963) en el que emplea teatros y retablillo­s como parte de la formación académica del alumnado transmitié­ndoles conocimien­tos y valores. Hoy, existe la opción de acercar por vez primera al público, el legado de este granadino conformado en torno a un amplio volumen de referencia­s bibliográf­icas y títeres que esbozan la piedra angular sobre la que se sustentará el denominado Teatro Histórico de la Marioneta, primera entidad granadina y, por ende, andaluza, dedicada al estudio y empleo del títere como parte indeleble del proceso formativo de enseñanza-aprendizaj­e del alumnado interno y foráneo, siendo, además, un baluarte de obligada visita y consulta para los investigad­ores interesado­s en la materia”.

Un legado conformado por más de un centenar de marionetas y una vasta biblioteca sobre títeres, teniendo como eje los auténticos chacolines que venían a Granada durante las décadas de los 40 y 50 por las fiestas del Corpus. Una joya para estudiante­s, investigad­ores y curiosos.

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ARCHIVO El Centro Lorca también inauguró una exposición de títeres el año para recordar el proyecto de Lanz, Falla y Lorca.

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