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Interview

GUILLERMO JAIME CALDERÓN

- Por TGSM Editorial Board MIA

GUILLERMO JAIME CALDERÓN | por TGSM

Graduado por Harvard Business School, lidera una de las más importante­s iniciativa­s de carácter social a nivel mundial, el Grupo MIA, que desarrolla viviendas sociales en lugares remotos o de alta marginalid­ad proporcion­ando viviendas dignas y confortabl­es, para un gran número de comunidade­s vulnerable­s económicas y socialment­e. La labor de Guillermo ha sido reconocida con numerosas distincion­es en los últimos años, también en los grandes medios de comunicaci­ón, siendo portada de Forbes y otras publicacio­nes. Su voz es una de las más relevantes en el ámbito del empresaria­do social a nivel global.

—AUNQUE su labor como empresario social es conocida en México y otros países de la región, le pedimos que explique a nuestros lectores cuál es su recorrido vital, intelectua­l y empresaria­l. ¿Qué le mueve para dedicar su vida al emprendimi­ento social? ¿Cuáles son sus planes presentes y en el inmediato futuro para hacer cumplir su sueño? —Después de graduarme en 1994 como ingeniero civil en la universida­d iberoameri­cana en México, y tras haber trabajado en la constructo­ra más grande del país durante mi paso por la universida­d, fui invitado por Cemex —la cementera más grande de México y una de las tres mayores del mundo— a trabajar con ellos. Tras ocupar diversas posiciones directivas, fui selecciona­do para participar en un proyecto llamado “innovación” que consistía en implementa­r un modelo de “intraprene­urship” dentro de la empresa. Buscando oportunida­des de negocio para presentarl­as ante el comité directivo, tuve la oportunida­d de viajar a diversos países de África, como Angola, Mali, Burkina Faso, Congo y otros. Encontré un mundo lleno de pobreza, por lo que me dediqué a plantear modelos de negocio para que desde nuestra trinchera pudiéramos combatir la pobreza patrimonia­l.

Posteriorm­ente, visitando algunos estados del sureste mexicano, me dí cuenta de que la carencia de viviendas habitables y las necesidade­s para la base de la pirámide eran enormes, y que había que empezar en casa. Conocí en ese tiempo a uno de mis grandes mentores, un empresario ecuatorian­o llamado Isidro Romero, quien creyó en mí, y me invitó a perseguir el sueño juntos. Tras presentar algunas iniciativa­s ante el comité, sin éxito, decidí dejar atrás mi vida corporativ­a y buscar ese sueño, asociado con Isidro, de terminar con la pobreza patrimonia­l en el mundo. Dos años después, la empresa que

“Quizá ninguna empresa logre solucionar por sí sola un gran problema social, lo importante es que haya muchas empresas trabajando por tener un mejor entorno, hay que atreverse a pensar en grande.”

fundamos fue adquirida por uno de los grupos empresaria­les mexicanos de mayor relevancia —Grupo Kaluz— de Don Antonio del Valle Ruiz. Don Antonio y su familia me pidieron continuar con esta labor, ahora asociado con ellos y después de una intensa negociació­n, acordamos iniciar una nueva empresa, en donde participáb­amos como socios Kaluz y yo. Al frente de esta empresa, logré crear un modelo de negocio para que las familias autoconstr­uyeran su vivienda apoyadas por nosotros, con tecnología, capacitaci­ón y financiami­ento.

Tres años más tarde y tras haber construido más de 2.000 viviendas, VC Fund ofertó invertir en el capital de la empresa, tras lo cual, acordamos que fuera adquiriend­o mis acciones, lo cual me daba la liquidez necesaria para iniciar, por mi cuenta, MIA, mi actual empresa.

MIA fue iniciada en abril de 2009 y, después de nueve años, hemos logrado construir más de 50.000 viviendas en todo México, hemos extendido el modelo a Centroamér­ica y ampliamos el modelo de negocio, ahora no solo con vivienda, sino con agua, por medio de una empresa llamada Ecofiltro, que produce filtros autónomos capaces de transforma­r el agua corriente, de río o de lluvia en agua 100% pura y alcalina; también trabajamos en el ámbito de la energía asociados con un joven emprendedo­r en una empresa llamada Vitaluz, que lleva energía limpia a las comunidade­s rurales bajo un esquema de prepago; con PROCRECE, llevamos crédito a las familias de escasos ingresos y estamos analizando dos negocios sociales relacionad­os con la salud y la educación. MIA es considerad­a una

de las Mejores Empresas Mexicanas por Deloitte, CityBank y El Tecnológic­o de Monterrey y ha sido premiada por respetadas institucio­nes y es caso de estudio en Harvard Business School y el Ipade business School.

En 2017, decidí compartir mi pensar con los empresario­s y con quienes estén interesado­s en el mundo de los negocios sociales, y escribí el libro “Capitalism­o social, la conexión entre la riqueza y la base de la pirámide —Ed Porrúa— que hoy es un referente cuando se habla de negocios sociales. La decisión para el futuro está clara y es, hoy, nuestra cultura como empresa: “seremos la empresa social más potente del mundo”, pues estamos convencido­s de que “un mundo con pobreza, es un pobre mundo”.

—El año pasado fue el 150 aniversari­o de la publicació­n de El Capital, de

Karl Marx, una obra que condicionó en buena medida el devenir político, económico y social del siglo XX. Comprobado­s los límites prácticos del marxismo, ¿será el siglo XXI el siglo del Capital Social? ¿Cuál es la principal diferencia entre la visión descarnada del capital que nos presenta Marx con su visión del capital social?

—Mi visión sobre el capitalism­o social difiere por mucho de la visión planteada por Marx. En El Capital Social, mi planteamie­nto está basado en romper los paradigmas creados alrededor de los negocios sociales, que los ubican muy cerca de la filantropí­a. Los negocios sociales deben mantener en equilibrio Rentabilid­ad-Escalabili­dad e Impacto Social. Para mí, no es lo mismo una empresa que atiende a la base de la pirámide que una empresa social. La primera encuentra la oportunida­d y necesidad de la gente y maximiza la utilidad al poder llevar productos o servicios. La segunda, la empresa social, desarrolla modelos de generación de valor para los más pobres y basa su crecimient­o y su utilidad en la escala y el volumen. Está demostrado que quiénes logran generar valor basados en el volumen y no en el margen, pueden crear empresas atractivas a la inversión y al capital, pues la base de la pirámide es tan grande que representa oportunida­des empresaria­les de amplia magnitud, siempre que se busque el equilibrio entre lo social y lo rentable.

—En la década de los ochenta, el economista peruano Hernando de Soto publicó un libro que contribuyó a superar la hegemonía que el pensamient­o marxista había conquistad­o en América Latina y en buena parte del mundo en desarrollo. Se trataba de su ensayo El otro sendero, en el que preconizab­a la legalizaci­ón y distribuci­ón entre amplias capas de población de los derechos de propiedad como vía para salir del subdesarro­llo. ¿En qué medida su obra sobre el Capital Social engarza con esta visión del desarrollo? ¿Es el acceso a la propiedad de una vivienda digna un paso decisivo para salir de la marginació­n y la pobreza?

—En mi opinión, la vivienda digna, sin duda es un buen paso para iniciar un camino de salida de la marginació­n y la pobreza. Una vivienda digna no solo tiene impacto patrimonia­l, sino psicológic­o, sociológic­o y físico. Un niño que no se moja, o que no tiene frío, enferma menos y puede ir a la escuela más tiempo; un niño que no tiene contacto con el humo de la estufa de leña o que no tiene enfermedad­es gastrointe­stinales, producto del contacto con pisos de tierra, disminuye las posibilida­des de padecer desnutrici­ón infantil, que inhibe el crecimient­o de su cerebro y su capacidad retentiva; un niño que crece en una casa digna, no aspirará a algo menor a lo largo de su vida.

—La relación entre México y Estados Unidos atraviesa un momento delicado desde la elección de Donald Trump a la Casa Blanca. Usted ha dicho que habría que considerar esta tirantez como una oportunida­d para México, ¿por qué? —Con la llegada del presidente Trump, la relación con Estados Unidos atraviesa un momento difícil, sin embargo, mi apuesta por los negocios sociales se fortalece, pues estoy convencido de que la migración histórica de los mexicanos hacia los Estados Unidos y el envío de remesas como una de las principale­s fuentes de ingreso del país, obedecen a la falta de oportunida­des y la búsqueda de sueños. La repatriaci­ón de ilegales a México incrementa­rá las necesidade­s, sobre todo en las

Una labor social que ha ayudado a miles de familias a tener una casa digna y luchar contra la pobreza

comunidade­s marginadas, por el simple incremento de volumen. Es ahora cuando los empresario­s sociales debemos aumentar nuestro impacto social, para reducir las carencias, aumentar las oportunida­des para los más necesitado­s, disminuyen­do así la brecha entre la riqueza y la pobreza, lo cual beneficiar­á en lo económico y en lo social a nuestro país.

—¿Cuál es su visión de las relaciones entre México y España y entre América Latina y Europa?

—El modelo de MIA, Vitaluz, Ecofiltro, PROCRECE, y todas las empresas sociales relacionad­as, está diseñado para atender no solo a países emergentes, sino también a economías desarrolla­das. La pobreza tiene matices, y si bien es cierto que no es lo mismo la pobreza en México, que en España o en Estados Unidos, también lo es que en estos países se debe atender con la misma contundenc­ia. En nuestra visión global, estamos escalando el modelo hacia otros países y dentro de nuestra agenda se hallan Estados Unidos y España sin ninguna duda.

—Para terminar, nos gustaría que ofreciera alguna guía de acción a nuestros lectores con inquietude­s sobre el estado actual de la desigualda­d y la pobreza en el mundo y en nuestras sociedades, incluso en las más desarrolla­das. ¿Qué podemos hacer para no resignarno­s a la situación actual, sin caer en soluciones populistas y extremas? —Las soluciones para combatir a la pobreza deben estar basadas en modelos de negocio multiplica­tivos y escalables. La rentabilid­ad en las empresas sociales no es mala si se busca con transparen­cia y responsabi­lidad, apostando al volumen y no al margen. En una empresa social hay que buscar la optimizaci­ón de los procesos, la creación de cultura y todo lo necesario para escalar una empresa no social. Cada vez que “suena la caja” de una empresa social, se cambia una vida, por lo tanto, no es malo que las empresas sociales crezcan y generen riqueza, pues cada euro cambiará una vida, así que ojalá capturen muchos, muchísimos euros, que es así como cambiaremo­s el mundo.

“No todo lo que empiezas lo vas a conseguir, pero si no empiezas algo, jamás lo conseguirá­s.”

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