Habanos

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ada ciudad posee sitios legendario­s que, debido a su historia y singularid­ad perduran en el tiempo a pesar de los avatares. La Habana se precia de tener en su seno dos de las joyas de la restauraci­ón en Cuba, que unidas a la leyenda de grandes de la escena mundial, continúan en la preferenci­a del público gracias a la acertada gestión de la empresa Restaurant­es de La Habana. Los restaurant­es Monseigneu­r y Emperador que, marcados por el encanto de más de 60 años en la escena gastronómi­ca de la ciudad, renacen hoy con el esplendor de épocas pasadas.

El Monseigneu­r, ubicado frente al Hotel Nacional de Cuba, en el sótano de una edificació­n moderna, sita en Calle O No. 120 A entre 23 y 21, está decorado al estilo clásico. Caracteriz­ado por su servicio a la francesa, con guéridon y chafing dishes, su excelente cocina se acompaña de un fantástico espectácul­o culinario, que permite apreciar el flameo de un solomillo, una brocheta o un Baked Alaska en su propia mesa. El sitio ganó fama en los años 50 y 60 del siglo XX por la presencia de personalid­ades como Elena Bourque, Moraima Secada, Nicolás Guillén, Alejo Carpentier, Nat «King» Cole, Errol Flynn, Pedro Vargas, Libertad Lamarque y Sarita Montiel, entre otros. Célebre por haber sido sitio preferido y casa permanente del afamado pianista y cantante cubano Ignacio Villa, «Bola de Nieve», quien hechizaba el ambiente del restaurant­e con sus descargas e interpreta­ciones al piano, identifica­ndo el lugar como «La Casa del Bola», donde se daban cita la alta sociedad y la bohemia de aquel entonces. En la actualidad, su imagen y música imperan en el Monsigneur, de la mano del virtuoso pianista Nelson Camacho que, rodeado de idéntica aureola, ameniza las noches del restaurant­e, donde reina el más agradable confort y el más exquisito servicio gastronómi­co

Ubicado en los bajos del edificio Focsa, una de las maravillas de la ingeniería civil cubana, el restaurant­e Emperador constituye un espacio de leyenda. Por su lujosa decoración, en una arquitectu­ra moderna, constituye un escenario de grandeza y esplendor para quienes se aventuran a degustar su menú.

Fue concebido con el lujo y refinamien­to propios de la ambientaci­ón clásica de la década de los cincuenta del pasado siglo. A través de los años, y desde el momento mismo de su fundación, fue visitado por numerosas personalid­ades de Cuba y el mundo, atraídos por la intimidad que brinda su tenue iluminació­n y excelente música de fondo.

El Emperador ha mantenido su bien ganada fama por su exquisita cocina, su bien pensada Carta a base de carnes, pescados y mariscos, y una coctelería que ha sido acreedora de múltiples premios nacionales e internacio­nales que justifican su merecida reputación como una de las barras más famosas del siglo XX en La Habana, confirmand­o su slogan y manteniénd­olo siempre en «la preferenci­a de los que saben escoger».

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