E
l tabaco es un generador de placer universal y motivo de interés para especialistas y consumidores que intentan encontrar los límites prudentes para un consumo adecuado. Dentro de las muchas visiones posibles está la arista patrimonial: el tabaco como protagonista de un panorama cultural de alto arraigo universal.
El Caribe y especialmente Cuba, posee un liderazgo en calidad y presentación del producto en los confines del mundo y son muchos los visitantes de la Isla que acuden a entender la magia del producto logrado y la cultura asociada a su producción y consumo.
Para ir más allá y comprender esencias, se visita el Museo de Ambiente Histórico cubano de Santiago de Cuba, donde se muestra como ambiente patrimonial una Sala de comedor en la que permanece un sillón de fumador, verdadero exponente de la comodidad alcanzada para fumar un tabaco luego de consumir un suculento al- muerzo, acompañado de un buen ron y una taza de café.
Los tres mosqueteros del placer en cuanto a sabor y aroma: el tabaco, el café y el ron, se manifiestan en íntima complicidad en Santiago de Cuba. Luego de 5 siglos de existencia, esta ciudad se consolida como potencia en su condición de reservorio destacado del patrimonio intangible cubano. Ella se manifiesta en una persistente intención de sublimar los sentidos, tanto cuando regala su peculiar imagen para disfrute visual de sus singulares paisajes, como cuando se encanta el oído ante su proverbial patrimonio musical. Junto a todo ello suma la recreación del paladar y el olfato al poner en fila los placeres sumados e interactuantes del tabaco, el café y el ron.
Y esta realidad de hoy tuvo mucho que ver con la vida cotidiana de nuestros antepasados, quienes solían disfrutar de sus encantos luego de una cena o un encuentro familiar, como cumbre de una negociación