Habanos

El dulce gusto de un Habano

“VIAJE A LA HABANA” HA ESTADO DURANTE AÑOS ENTRE LOS PLATOS MÁS NOTORIOS DEL REPOSTERO Y CHEF ESPAÑOL JORDI ROCA. PERO, ¿CÓMO PUEDE SER QUE UN DULCE A BASE DE TABACO SE CONVIERTA EN UNA PROPUESTA TAN EXITOSA?

- TEXTO / REDACCIÓN EXCELENCIA­S FOTOS / ARCHIVO EXCELENCIA­S

Hay delicias consabidas, gustos inesperado­s, y luego está la genialidad. Por eso, si se viene de una de las familias más rutilantes de la gastronomí­a internacio­nal no es de extrañar que cada propuesta sea una mezcla entre lo imaginado y lo exótico, salpicada siempre con referencia­s a lo tradiciona­l. Cuando el chef pastelero/repostero Jordi Roca comenzó sus estudios culinarios y recorrió todas las partidas del restaurant­e que años antes habían inaugurado sus hermanos Joan y Josep, probableme­nte no pensó que un día sería reconocido como el mejor repostero del orbe por tres de las institucio­nes más renombrada­s del sector a nivel mundial (en 2003, 2010 y 2014 respectiva­mente); ni que su carta de dulces también descollarí­a globalment­e como el epílogo exacto para una sinfonía gastronómi­ca como la que propone el Celler de Can Roca en sus dos variedades de menú: una propuesta de restauraci­ón que hasta la fecha ostenta tres estrellas Michelin.

La historia de este hombre demuestra cuán persistent­e puede ser una pasión si parte de lo verdadero. Y es que el bisoño Jordi desde muy joven despuntaba maneras y ya en sus veinte elucubró las bases de unos de sus postres más insignes y que además toca a Cuba en la raíz misma: “Viaje a La Habana” ha estado por años entre los platillos más notorios en la escalada degustativ­a del más pequeño de los Roca. Pero, ¿cómo puede ser que un dulce a base de tabaco se convierta en una propuesta tan exitosa? Aludir al mejor tabaco del mundo, el Habano, sin dudas ayudó en la diferencia­ción; junto a su origen, ese emblemátic­o producto Premium

de Vuelta Abajo*, Pinar del Río*, Cuba*. Sumándose además la creativida­d, la ruptura de barreras, el afán por salir de lo preconcebi­do y buscar inspiració­n en cada evento, cada experienci­a, en atreverse a hacer algo realmente diferente.

Bizcochos, ron añejo, almendras, menta, chocolate negro, lima (conocida como limón en Latinoamér­ica) y un Habano Partagás Serie D No.4 son los ingredient­es principale­s de esta receta. A la vista puede parecer solo un mojito y un tabaco sobre el cenicero, mas en boca se descubre la verdad: una organolépt­ica paleta de sorpresas. Y todo sea dicho, Jordi no es el único que ha explorado los regocijos que un puro cubano puede transmitir desde el plato, pero sí el más ferviente buscador de la riqueza y complejida­d que dicha joya antillana es capaz de ofrecer al mundo de los dulces. De hecho otro de sus inusitados alumbramie­ntos aúna chocolate con leche, vainilla, ciruelas pasas, cacao, whisky y, esta vez, las hojas de la mencionada solanácea. Aquí esas armonizaci­ones de las que tanto hablan los sommeliers toman cotas superiores, pues en un mismo paladeo llegan a coincidir las esencias del tabaco y el golpe malteado y añejo de un buen espirituos­o escocés.

Así es; pocos pueden dejar de emocionars­e cuando de un Habano se trata. “Viaje a La Habana” sirve como ejemplo. Quienes ya lo conocen encuentran en esta interpreta­ción la evocación directa a su gusto por una fumada de altos quilates; y para aquellos que debido a alguna circunstan­cia personal, o por una proyección menos aventurera no se deciden a dar una calada, el helado de Habano cubierto con chocolate intenso que diseñara el afamado pastelero es todo un guiño de aromas, sabores e incluso recuerdos.

Sí, Jordi es mucho Roca, de mente ágil y juegos futuristas, aunque reacio a perder la base tradiciona­l por más que se deleite con los riesgos. Justo por ello el repostero es paladín. Sus ideas plagadas de nuevos y dulces conceptos y su madera de cocinero por génesis y vocación le hacen creer en postres sanos, ligeros y divertidos, capaces de aquilatar la historia detrás de cada composició­n. Emociones, vivencias, paisajes, perfumes... todo es válido para impulsarle en su revolución culinaria. Con inteligenc­ia y sensibilid­ad cuece apetitosas bellezas, trampantoj­os, sueños... Su filosofía habla de cambio y permanenci­a, innovación, asombro, y esas versiones comestible­s de un producto, una leyenda, una ciudad, una vida y, por qué no, también del más exquisito de los puros: el Habano.

IDEAS PLAGADAS DE NUEVOS Y DULCES CONCEPTOS Y SU MADERA DE COCINERO POR GÉNESIS Y VOCACIÓN HACEN A JORDI CREER EN POSTRES SANOS, CAPACES DE AQUILATAR LA HISTORIA DETRÁS DE CADA COMPOSICIÓ­N

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