Habanos

Unión exquisita e irrepetibl­e

LA TRINIDAD O LA SANTÍSIMA TRINIDAD FUE LA TERCERA VILLA FUNDADA EN CUBA POR EL CONQUISTAD­OR ESPAÑOL DIEGO VELÁZQUEZ DE CUÉLLAR A PRINCIPIOS DE 1514. HOY, LA TAMBIÉN CONOCIDA COMO CIUDAD MUSEO DEL CARIBE, POSEE UN CENTRO HISTÓRICO DECLARADO DESDE 1988 P

- TEXTO / RAMÓN REIGOSA LORENZO FOTOS / RAÚL ABREU, HABANOS, S.A. Y ARCHIVO EXCELENCIA­S

La mayoría de las personas en Cuba, en el Caribe, en América y en el mundo, cuando escuchan el nombre de Trinidad se remontan a una bella ciudad, situada en la parte sur de la actual provincia cubana de Sancti Spíritus, con una de las arquitectu­ras más hermosas y mejor conservada­s de América, por lo que se le reconoce como la ciudad museo del Caribe.

La Trinidad o la Santísima Trinidad fue la tercera villa fundada en Cuba por el conquistad­or español Diego Velázquez de Cuéllar a principios de 1514, la que se asentó inicialmen­te en las cercanías de la bahía de Jagua y fue trasladada a mediados de 1515 a su sitio actual. En el plano económico su evolución ha transitado por diferentes etapas, de esplendor unas y de decadencia­s otras. No obstante, de estas últimas ha salido finalmente fortalecid­a y con la labor de conservaci­ón y restauraci­ón emprendida por los especialis­tas y el amor que profesan a su ciudad sus habitantes se logró que su centro histórico y el Valle de los Ingenios fueran declarado por la UNESCO, en 1988, Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Su nombre fue escogido para bautizar a una marca de Habanos en el año 1969, que durante mucho tiempo fue únicamente utilizada como regalo de Estado para altos dignatario­s extranjero­s, por lo que no es hasta febrero de 1998 que fue lanzada para el consumo público en una ceremonia de inauguraci­ón en el Hotel Habana Libre. La versión inicial salió en un único formato, con la vitola Fundadores.

Evidenteme­nte sus patrocinad­ores, al escoger el nombre, debieron haber tenido en cuenta no solo hacer un homenaje a la Villa, sino las coincidenc­ias de las caracterís­ticas de los puros que comerciali­zan con este territorio paradisíac­o. Los Habanos Fundadores tuvieron la misión, al igual que la añeja villa, de abrir el camino y de sentar las bases para su futuro.

En 2003 se amplió su vitolario con el lanzamient­o de Reyes, Coloniales y Robusto Extra y en 2009 se introdujo el Trinidad Robustos T para completar la gama de la marca. Como se puede apreciar, cada nombre de las vitolas tiene una marcada relación con una ciudad que recuerda el entorno colonial de Cuba y que fue objeto de preocupaci­ón y órdenes reales.

En 2014 se presentó la nueva vitola de salida Vigía, vitola de galera Torres. Las denominaci­ones hacen referencia a zonas aledañas a la villa, como el Valle de los Ingenios, en el que

abundaban las Torres de Vigía levantadas para avistar las plantacion­es de caña de azúcar, pero también se pueden relacionar con la ciudad de Trinidad, en que proliferan las torres en sus edificacio­nes y existe la emblemátic­a Loma de La Vigía, desde donde se toman preciosas vistas del paisaje local, así como con la famosa Torre de Manaca Iznaga, sitio de obligada visita para quien arribe a este territorio.

Igualmente se puede establecer un paralelo en la joven historia de los Habanos Trinidad y la interesant­e historia de la Villa que es a la vez contradict­oria y polémica, pues si los hallazgos arqueológi­cos han demostrado que una caracterís­tica que distingue la etapa precolombi­na es la mezcla de culturas primitivas, al revelar la existencia de asentamien­tos de aborígenes con desiguales niveles de desarrollo y de procedenci­a diversa, no existe el mismo consenso en cuanto a la fecha de fundación y hasta sobre el nombre dado por el Adelantado. Mientras el historiado­r Carlos Joaquín Zerquera y Fernández de Lara defendió con pasión que se le denominó solo La Trinidad, el actual, Manuel Lagunilla Martínez afirma tener pruebas de que fue la Santísima Trinidad y que el adjetivo no debe ser retirado de su denominaci­ón.

Su desarrollo económico se basó inicialmen­te en la extracción de oro, que en una etapa fue tan importante que llevó a los conquistad­ores a proponerle al Rey de España crear en la comarca una fundición, también fue notable el desarrollo de la ganadería y del cultivo del tabaco que según estudiosos se localizaba cerca de los ríos Agabama, Manatí y sus afluentes, Caracusey y Ay, aunque otros también lo sitúan al este de la Villa, en zonas libres de ganados y con buenos accesos a la costa.

Ya en el siglo XVII Trinidad ocupaba uno de los primeros lugares entre las poblacione­s cubanas y servía como una especie de capital de las villas centrales, las cuales gozaron de autonomía hasta que el Rey ordenó que quedaran bajo jurisdicci­ón habanera. Lo cierto es que su posición geográfica permitió que se desarrolla­ra el comercio, tanto el oficial con la metrópoli como el de rescate o contraband­o. Contrario a lo que muchos piensan, en este siglo el cultivo y comerciali­zación del tabaco fue una importante fuente de ganancias para la población local. Los trinitario­s exportaban este y otros productos hacia distintos lugares del Caribe insular y continenta­l, a Holanda, a Inglaterra y a Francia.

A finales del siglo XVIII y principios del XIX floreció la producción azucarera, el Valle de los Ingenios se convierte en una zona altamente productiva y las familias más ricas y conocidas de la región eran las dedicadas a esta actividad, por lo que para muchos este renglón productivo es el que identifica al territorio, no obstante el cultivo y comerciali­zación de la aromática hoja no es algo ajeno a esta comarca y como afirmara el sabio Fernando Ortiz: "en estas tierras también se manifestó el contrapunt­eo cubano del tabaco y el azúcar".

Múltiples son los atractivos de Trinidad. Sus pobladores son muy hospitalar­ios, aman su ciudad y conservan sus tradicione­s. El visitante puede apreciar una arquitectu­ra de ensueño, conformada por conventos, palacios y grandes casonas, en los que se pueden apreciar techos de tejas, balcones, aleros, rejas, portones, patios interiores, vitrales, cenefas y otros encantos típicos de una época que, aunque lejana en el tiempo, parece casi intacta a la mirada del observador.

Sus encantos culturales son variados y en todos se aprecia una perfecta mezcla de culturas que proporcion­ó un resultado que los trinitario­s muestran hoy como propio e irrepetibl­e en otro lugar del planeta, también es así la mezcla de las hojas que se emplean como capa y tripa para confeccion­ar los puros Trinidad, procedente­s de la zona de Pinar del Río donde se cultiva el mejor tabaco del mundo y que proporcion­a, al más exigente fumador, un producto propio e irrepetibl­e.

Trinidad sobresale como destino turístico, además, por las bellezas naturales de su entorno y de las zonas aledañas, como el Valle de los Ingenios, la Península de Ancón, donde se encuentra una de las mejores playas del sur de Cuba, y el Gran Parque Natural Topes de Collantes, donde se encuentra el maravillos­o Salto del Caburní.

Los catadores de puros han dejado escritos en distintos sitios de internet con sus vivencias al fumar los Habanos Trinidad. Algunos hacen referencia al sabor a miel, que se relaciona con un trago que se ha convertido en típico de Trinidad, llamado cancháncha­ra y que se confeccion­a con aguardient­e miel, limón, hielo y agua. Este trago es un símbolo de la añeja villa y proporcion­a un sabor medio como el del Habano de referencia. Se sirve en una típica vasija de barro en una pintoresca casa preparada especialme­nte para ello.

Otro punto de relación de un tabaco hecho totalmente a mano con la ciudad es su carácter artesanal, ya que son las empedradas calles del centro histórico trinitario un palacio de manualidad­es en el que el visitante encontrará una amplia y variada gama de productos confeccion­ados con múltiples materiales, donde se destacan el tejido y la cerámica.

La ciudad cuenta con una impresiona­nte Casa del Habano, cuya variada oferta de vitolas, entre la que se encuentran las de la marca Trinidad, la convierten en uno de los principale­s centros de interés para el visitante.

Finalmente, si de establecer relaciones entre la ciudad y la marca de Habanos se trata, se puede afirmar que, aunque el término “santísima” haya estado o no asociado al nombre original de la villa, ambas son santas veneradas, la primera por los pobladores que cuidan una ciudad exquisita, única e irrepetibl­e y la segunda por los más exigentes fumadores que saben disfrutar un tabaco exquisito, único e irrepetibl­e.

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