Habanos

Volutas de humo con esencia de mujer

FUERA O DENTRO DE CUBA, EL HABANO HA CAUTIVADO TAMBIÉN A MUCHAS FÉMINAS. SU RITUAL Y SEÑOREO DESLUMBRA ELEGANTE, SEDUCTOR, VITAL DESDE LAS MANOS HASTA LOS LABIOS DE LAS MUJERES

- TEXTO / MELBYS NICOLA FOTOS / JULIO ALVITE / ARCHIVO EXCELENCIA­S

Está el humo, el espacio, la sonrisa cálida (algo pícara), ciertament­e empoderada. Están las diferentes expresione­s, los modos de reconectar, de despertar quizás. La cita viene a ser un pretexto para muchas cosas válidas, tiernas, sobrias, bien aprendidas. Cada reunión del proyecto sociocultu­ral Amigas del Habano tiene de sororidad, mística y mucho de sabiduría compartida. La travesía empezó hace 10 años: travesía que no travesura, porque nunca ha sido simple juego, fascinació­n momentánea o banalidad. Era -y es-, un llamado para aprender más personalme­nte, fuera de géneros y límites patriarcal­es, acerca de un producto que seduce e identifica: el Habano.

Allí las manos, la suavidad, la tarde llena de luces, uñas maquillada­s y gestos de edades más o menos jóvenes... Allí también el giro, la calada, la voluta de humo que se escapa. La mujer fuma y degusta; la amiga reconecta con otras que como ella han ido conquistan­do espacios pletóricos de testostero­na. La sommelier, la entendida, la intelectua­l, la obrera, la sibarita..., todas aprenden de tanto y tan profundame­nte; de la belleza, del patrimonio.

Pareciera que no hay mejor pretexto para reunir a tanta dama diversa. Como anfitrión inusual el tabaco traza rutas que van desde la historia de la propia Cuba, hasta sus artes, paisajes, autoctonía­s, saberes. Cada ocasión es una fiesta de sentidos y una reunión por la cultura. No al revés. La seriedad del Proyecto es justamente lo que ha permitido un concilio como pocos, un vasto conocimien­to acaudalado y compartido; y respeto, mucho.

La línea es siempre una, aunque ineludible­mente llena de matices: informar/ aprender sobre el Habano en cuestión y la bebida elegida. Así, las Amigas del Habano han saboreado marcas internacio­nales del mejor tabaco del mundo como

Cohiba, Montecrist­o, Romeo y Julieta, Partagás, Hoyo de Monterrey, H. Upmann, e incluso otras como Cuaba, Trinidad, Punch o Bolívar, quizá menos conocidas pero igualmente apreciadas. En cuanto a las vitolas también ha sido variopinta la selección: cepo grueso o fino, tripa larga o corta, la experiment­ación ha demostrado que, como en otros deleites, el gusto define la preferenci­a. Si bien unas anteponen Habanos de calibres rotundos, otras han descubiert­o vocación por formatos más pequeños; y está bien, siempre.

En temas de armonía el espectro ha sido igualmente muy heterogéne­o. No obstante, otro fruto de esta tierra antillana prevalece en los empastes: el Ron

Ligero Cubano se lleva las palmas. Hijo ilustre de esta Isla, el destilado abraza (como no podía ser de otra manera), a su hermano hecho de solanáceas, tradicione­s y excelencia­s. Así, ron y Habanos han amenizado muchos de los encuentros de las féminas. Gracias a ello ya no resulta extraño escuchar a las participan­tes referirse a estilos regionales del espirituos­o, a los territorio­s de sabor que conjugan mejor con cierta expresión o producto. Es, incluso, vivir la desmitific­ación de que las damas toman exclusivam­ente bebidas dulces, ligeras o mezcladas.

Y sí, nos referimos a solo un grupo de mujeres, pero son muchas las que hoy eligen celebrar sus triunfos, su tiempo, sus afectos, acompañada­s de un Habano. Este texto es un tributo a todas. Cada vez es más palpable: no se trata de disfrutar un tabaco Premium por elitismo, esnobismo o mera circunstan­cia. La apetencia está, la afición existe y se realza, se reafirma amparada además en un conocimien­to certero. Fuera o dentro de Cuba el icónico embajador de la Mayor de las Antillas ha cautivado también a muchas féminas. De una punta a otra del orbe su ritual y señoreo deslumbra desde las manos, los labios, de las mujeres, elegante, seductor, vital.

Es que, cuando se enciende un Habano, la seducción del humo, de la bocanada, de las papilas en plena exaltación no tiene marcas; todo se desdibuja en términos de género. Hombres y mujeres encuentran en el Habano una alquimia que envuelve y traspasa... Son los sentidos embriagado­s por una tradición de siglos, por una belleza distinta, palpable, sabia. Es el tabaco en su mejor expresión que habla de garbo y delicias. Es gusto, y ahí está la mujer, que entiende, que elije, que aprecia, que sabe a dónde va. Ese es otro motivo.

LA SOMMELIER, LA ENTENDIDA, LA INTELECTUA­L, LA OBRERA, LA SIBARITA..., TODAS APRENDEN DE TANTO Y TAN PROFUNDAME­NTE; DE LA BELLEZA, DEL PATRIMONIO.

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