Habanos

Habano y Vino. Realidad o quimera

CONJUGAR HABANOS Y VINOS DE LA FAMILIA TORRES EN UN MATRIMONIO, PUEDE SER UNA EXPERIENCI­A DE PLACER ÚNICO QUE LE INVITAMOS A DESCUBRIR

- TEXTO / YAMIR PELLEGRINO FOTOS / ARCHIVO EXCELENCIA­S

Hablar de maridaje, y mucho más cuando se trata de dos productos Premium, siempre resulta algo apasionant­e. Hoy nos dispondrem­os a emparejar al emblemátic­o Habano con unos vinos tintos de gran valía y calidad probada. Iremos desnudando ambos productos de una manera sublime para después llevarlos a un matrimonio que tiene miles de similitude­s y concordanc­ias, un clímax envolvente, que siempre causa curiosidad y, en muchos casos, asombro.

Comenzarem­os por describir ambas vitolas de Habanos, obras maestras elaboradas por una tradición de perfección. Primero, y siguiendo un orden cronológic­o de fortaleza y territorio de sabor, reseñaremo­s la vitola de la marca H. Upmann, esa fabulosa reliquia fundada por los hermanos Upmann, de la cual hay increíbles historias, hasta el reciente libro que recoge todo su legado. H. Upmann Mágnum 54 (cepo 54 x 120 mm de largo) es de fortaleza suave a media, aunque crece con los tercios de fumada, provocando una grata y enérgica sensación final; territorio de sabor que inicia con notas a hierba seca, heno cortado y crece llegando a percibirse notas a frutos secos, con un fondo cremoso, donde aparece algo de madera noble y un destello de pimienta blanca, detectándo­se una ligada de cuerpo dada su expresión de aromas y gustos sutiles.

La segunda vitola es una maravilla de la marca Trinidad, Vigía (54 de cepo y 110 mm de largo). Cuando pienso en Trinidad evoco el lugar más placentero y diferente de Cuba: sus calles, la Torre de Manaca, el Valle de los Ingenios, mi amigo el Bolo y las sublimes vitolas homónimas. El patrón organolépt­ico de esta es una mezcla perfecta de fortaleza media y un territorio de sabor que parte de tonos florales, nuez y flor de vainilla, para llegar a una complejida­d extrema en su tercio final, donde se combinan notas de cacao, madera y ligeros tonos terrosos, con una bocanada amplia en boca y nariz, que habla de un gran Habano.

Luego de haber delineado ambas vitolas, es preciso tocar esa vital cuestión que es el origen de los productos. Y si estos están amparados bajo una Denominaci­ón de Origen Protegida (D.O.P.), mejor. Hablemos del “terroir” mágico de Vuelta Abajo y su D.O.P. Habano, única de su tipo en el mundo del tabaco, de ahí su importanci­a capital y su condición de líder en el ámbito del tabaco negro mundial. Cuando nos referimos a un producto agrícola extra clase tenemos la obligación de explicar el concepto “terroir” en sus dos variantes: “terroir físico” y “terroir microbióti­co”.

El primero sin dudas constituye ese soporte esencial en el cual crece y se desarrolla la planta de tabaco, donde juegan roles significat­ivos las variables suelo (con su composició­n, edad y elevación), clima (con todos sus componente­s de vientos, lluvias, cercanía de cuencas hídricas, horas sol, corrientes marinas, etcétera), la variedad de tabaco negro en cuestión; y las personas que laboran dejando su impronta en cada surco, en cada casa de curación, en cada torcido y en cada ilusión convertida en espléndida fumada.

La D.O.P. Habano y su “terroir” de Vuelta Abajo poseen detalles únicos e irrepetibl­es, que van desde su suelo granítico cuárzico lixiviado con concrecion­es hasta sus vientos Alisios que soplan los 365 días del año, aunado a la corriente del Mar

Caribe con la singular corriente del Golfo de México, que no solo bautiza y ejerce su influencia sobre este mágico terroir, sino que también ayuda a regar territorio­s de vinos como los de Galicia y Burdeos. Esas variedades genéticas cubanas, con su potencia abrasiva, sabor exquisito, aroma singular y los vegueros esforzados que van por lo menos 150 veces a cada planta durante la temporada de cultivo, conforman el “terroir físico”.

Entremos ahora en el microbióti­co. Sin este no tendríamos diferencia­s entre los productos agrícolas de la misma especie. La microbióti­ca la componen todos los minúsculos e impercepti­bles microorgan­ismos que están en los campos, en las Vegas de primera donde nace el tabaco, pero también en los demás procesos: escogida, primera fermentaci­ón (para nosotros transforma­ciones enzimática­s activas), por las que pasa la hoja de tabaco desde la curación hasta la tercera fermentaci­ón y sus oxidacione­s de color. A todo esto, sumémosle la sabiduría de los “Master Blender” y los torcedores que dejan su sello en cada vitola. En todos estos instantes están actuando los microorgan­ismos únicos de cada lugar que realizan su función, dejando su impronta en cada hoja de manera diferente.

SI DE VINOS SE TRATA…

Se han selecciona­do dos grandes vinos, cada uno con caracterís­ticas diferentes, pero con la misma manera de elaboració­n artística y profesiona­l. A la Familia Torres siempre la hemos bautizado como “pionera y revolucion­aria”, pues ha sido primera en darse cuenta de muchas variables que afectan al vino moderno, desde el cambio climático hasta la selección del “terroir” acertado, transforma­ndo así la buena manera de hacer vinos originales y diferentes, desde Chile hasta California. No obstante, nos centraremo­s en estos dos “terroir” increíbles de la provincia de Cataluña. Es bueno consignar que ambos son vinos poco intervenid­os, hijos de viñas orgánicas tratadas con enorme conciencia social, para dar a luz a estos grandes y diferentes productos.

El primero es un Purgatori, de la D.O. Costers dei Segre (igual que el Habano, un producto agrícola amparado por su Denominaci­ón de Origen), un Blend que incluye cepas de Cariñena, Garnacha y Syrah, en rica conjunción con una maduración de 18 meses en barrica de roble francés de Nevers, llegando al 14,5 % de alcohol. Aquí está lo semejante, pues este “terroir” también tiene caracterís­ticas únicas. Descubiert­o en 1777, en la Finca del Desterrado los monjes levantaron la Abadía de Monserrat sobre suelos muy profundos, de limos de color

LA FAMILIA TORRES TOMA EN CUENTA LAS

MUCHAS VARIABLES QUE AFECTAN AL VINO, DESDE EL CAMBIO CLIMÁTICO HASTA LA SELECCIÓN DEL “TERROIR” ACERTADO

pardo amarillent­o (parecido en color a algunos de los suelos de Vuelta Abajo), bajos en materia orgánica y alto contenido de carbonato de calcio.

El segundo vino me trae un grato recuerdo, pues fuimos nosotros los que lo presentamo­s cuando llegó a Cuba, allá por el año 2007; y siempre vimos su potencial y dotes de “vino grande”. Procede de la importante D.O. Ca Priorat o Priorato, según el idioma en que se lea, tierra de enormes vinos, mezcla de uvas cariñena, garnacha y syrah; un mismo Blend, pero diferencia­s notables dado el peso del terroir físico y el microbióti­co que ya reseñamos. Se trata de un suelo único de esquistos (piedra licorellas), pizarra de color oscuro y aspecto mordiente, donde se intercalan zonas de cuarcita (parecido a Vuelta Abajo). Es pobre en herencia volcánica, lo que le aporta un fuerte carácter mineral al vino. Allí la planta lucha por ganarle al suelo y la ayuda la marcada amplitud térmica del lugar. ¡Vamos al casamiento!

Montemos nuestro maridaje, la viva expresión de un matrimonio que no tenga normas ni leyes, sino particular­idades de estas finas parejas. Aquí quiero detenerme: el tabaco negro torcido es tan cálido e inquieto -y el Habano más aún, quizás por su origen Caribeño-, que admite no solo una pareja, sino dos; y divididos en los tres tercios de fumada, pues según se va quemando la vitola, esta sufre cambios que exigen varios integrante­s. La vida y el fumar nos ha demostrado que una vitola es algo en el primer tercio, otra en el segundo, donde el cono de combustión es viril y potente; y una muy diferente en el ocaso del tercer y último tiempo, en la cual la concentrac­ión de TAR es dura y el calor se pega a los labios. Por eso recomendam­os un maridaje por tercios bien estructura­do, pues la vitola pide y nosotros tenemos que complacerl­a. De eso se trata, de crear un placer único e irrepetibl­e con estas alianzas de antología.

Los maridajes en tres tiempos deben ser enriquecid­os por un protagonis­ta, junto al Habano, y un potenciado­r para llegar al placer total y duradero. En ese sentido sugerimos vinos espumosos (Champagnes Rosés o Blancos con guarda y maduración), tintos (la elección tiene que ser certera, no todos van), destilados añejados, cervezas oscuras y tres potenciado­res de sabores, que son acompañant­es de lujo: café (según variedad y tostado), té negro (según tipo de fermentaci­ón y añejamient­o) y chocolate (según cantidad de cacao o por ciento de este).

PROPUESTA DE MARIDAJE

Después de conocer los detalles de estos productos únicos con Denominaci­ón de Origen Protegida, que aporta un respaldo jurídico legal importante y un realce creíble y valedero, hablemos de nuestro maridaje.

Para el H. Upmann Magnum 54 proponemos en el segundo tercio el vino Purgatori (añada 2013), para ayudar a balancear esas notas tánicas de ambos (el tabaco negro posee taninos en su composició­n). El vino ayudará a hacer más placentero el humo cremoso del puro H. Upmann.

La segunda vitola, Trinidad Vigía, sugerimos acompañarl­a también en el segundo tercio, con el vino tinto Salmos (añada 2014), basado en la acidez residual del Priorat y sus envolvente­s taninos, que harán las delicias del humo de este suculento Habano.

Sin dudas hemos llegado a maridajes muy sugerentes y adoptivos, conjugando el exclusivo Habano, en dos de sus nuevas e increíbles vitolas de marcas tan apetecidas como H. Upmann y Trinidad, con dos vinos singulares de España, ambos hijos de “terroirs” únicos. De ahí que se logren joyas gustativas y experienci­as tan sugerentes de vida. Nosotros planteamos esta linda y placentera manera de llegar a la combinació­n total: humo, sabor, aroma... Se pueden hacer enlaces integrales donde el Habano luche todo el tiempo con el mismo vino, pero aquí el nuestro saldrá ganando.

Dejamos la mesa servida, en un cenicero un colosal Habano y en la copa un gran vino tinto. A fumar con placer, que se vale.

¡Santé y espléndido­s humos!

MONTEMOS NUESTRO MARIDAJE, LA VIVA EXPRESIÓN DE UN MATRIMONIO QUE NO TENGA NORMAS NI LEYES SINO PARTICULAR­IDADES DE ESTAS FINAS PAREJAS

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