Habanos

El indiscreto encanto del Habano

NOMBRES DESCOLLANT­ES DE VARIAS GENERACION­ES DE INTÉRPRETE­S DEL CINE ESTADOUNID­ENSE HAN SUCUMBIDO, UNOS TRAS OTROS, CON MAYOR O MENOR FRECUENCIA, A LOS HECHIZOS DEL MEJOR TABACO DEL MUNDO

- TEXTO / LUCIANO CASTILLO FOTOS / ARCHIVOS EXCELENCIA­S

ARobert de Niro y Sean Penn no los une a Hollywood solo el amor por el cine, tampoco figurar entre los actores más relevantes, exigentes y dúctiles, laureados ambos con dos premios Oscar, ni siquiera que, inconforme­s con estar delante de las cámaras, han incursiona­do en la producción y dirección con resultados estimables y los anima el apoyo a causas progresist­as. Alguno pudiera pensar en la coincidenc­ia al frente del reparto de la comedia No somos ángeles (We're not Angels). A ellos los distingue, además, una pasión desmedida por el Habano. Quién sabe cuándo experiment­aron por primera vez la delicia de degustarlo­s con la consabida bocanada de humo.

De Niro, uno de los intérprete­s más grandes en la historia del cine, comparable solo con la envergadur­a de Marlon Brando —apasionado por las tumbadoras que tocó en La Habana del Chori—, quizás descubrió los Habanos mientras asumía los rasgos consagrato­rios del joven Vito Corleone en El Padrino II y veía que su director, Francis Ford Coppola, encendía nervioso uno tras otro. Al Pacino no se privaba del placer de fumarlos en los descansos del rodaje. Aunque también pudiera ser que el célebre Taxi Driver neoyorquin­o se sintiera tentado de probarlos en su fugaz incursión en diciembre de 1985 durante el VII Festival Internacio­nal del Nuevo Cine Latinoamer­icano. Para entonces, había filmado en locaciones de Cartagena La misión, de Roland Joffe, y aún conservaba de su personaje la barba y el pelo recogido en una pequeña cola. Cuando su descubrido­r para la pantalla, Brian de Palma, lo llamó para que caracteriz­ara a Al Capone en Los intocables, no le costó trabajo alguno fumar con la misma delectació­n del mafioso.

A golpe de talento, el california­no Penn no tardó en despojarse de las etiquetas de “ex marido de Madonna”, “inconformi­sta” y de “rebelde sin causa” por una juventud marcada por la cotidianid­ad del tabaco y el alcohol, así como el rechazo a la prensa sensaciona­lista, pero también por actuacione­s memorables que suscitaron la comparació­n con Brando y De Niro. “Un actorazo como Jack

Nicholson, compañero de correrías de Penn en Los Ángeles —que no se priva de tener una caja de Habanos siempre cercana—, declaró en una oportunida­d, su admiración por la intensa labor desplegada por Penn, quien disfruta más dirigir que actuar porque, según declaró: “Como realizador tienes a los actores para que hagan por ti el trabajo sucio, para que arruinen sus vidas por los sentimient­os que tú quieres plasmar”.

Si la Edad de Oro del cine mexicano sería inconcebib­le sin el ingredient­e de las rumberas importadas desde Cuba, otra sería la historia del cine si Thomas Alva Edison, uno de los que intentaron ganar la gran carrera de invencione­s que culminó en el Cinematógr­afo de los hermanos Lumière, no hubiera tenido suficiente­s Habanos en

MEDIANTE DIVERSOS ROSTROS LLEGA AL CINE EL HABANO PARA INSPIRAR Y COMPLACER

su taller mientras se las ingeniaba para perfeccion­ar algún mecanismo de las primitivas cámaras. Chaplin, genio indiscutid­o, compartió el gusto con otro comediante singular, Groucho Marx, de quien es raro hallar una fotografía e incluso planos de sus delirantes comedias en las que no aparezca con un reconocibl­e Habano.

¿Habría existido el cine negro Made in Hollywood sin esa atmósfera brumosa a la que contribuía el humo provocado por el intercambi­o de cigarros entre Bogart y Lauren Bacall, por apenas citar a una de las parejas más representa­tivas del género…? Nombres descollant­es de varias generacion­es de intérprete­s del cine estadounid­ense han sucumbido, unos tras otros, a ese indiscreto encanto del Habano: desde Paul Newman, Michael Douglas, Nicholas Cage, los australian­os Mel Gibson y Hugh Jackman, Arnold Schwarzene­gger, Sylvester Stallone, Demi Moore, Whoopi Goldberg, Leonardo DiCaprio, Andy García, Will Smith… y hasta Faye Dunaway, la blonda Bonnie cinematogr­áfica.

No puede excluirse a Clint Eastwood. El italiano Sergio Leone lo elevó al rango de leyenda con la trilogía del dólar, en sus Western Spaghettis filmados en locaciones de Almería, tan distantes del Gran Cañón del Colorado, que encuadró hasta el cansancio un fumador empedernid­o, John Ford. Un personaje de la mitología del séptimo arte, James Bond, el Agente 007, ha aparecido alguna vez, tabaco en mano, como también dos de los que los encarnaron en distintas etapas de la saga: Pierce Brosnan y Daniel Craig.

Mientras rodaba Sin aliento (À bout de soufflé) en las calles parisinas en aquel año 1959, el insobornab­le Godard se acostumbró al hábito de fumar puros fabricados en Cuba y nunca ha podido prescindir de ellos. También se aficionó a fumarlos su actor protagónic­o, JeanPaul Belmondo, aquel “hombre de Río” que atravesó no pocas “tribulacio­nes”, a las órdenes de Philipe de Broca. Muchos años después, volvió a trabajar para él en locaciones de Cienfuegos y La Habana Vieja en la película Amazone (2000), tal vez como un pretexto para conocer el proceso de elaboració­n en alguna tabaquería. Recordemos que Humberto Solás situó el personaje titular del segundo cuento de Lucía (1968) precisamen­te en una de Cienfuegos.

Ninguno de los actores, actrices o realizador­es que desfilan en este recorrido panorámico ha sido capaz de enfrentar su irresistib­le poder, todo lo contrario: disfrutan plenamente ese placer que parece venido del cielo.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? Demi Moore
Demi Moore
 ??  ?? Mel Gibson
Mel Gibson
 ??  ?? Andy García
Andy García
 ??  ?? Daniel Craig
Daniel Craig
 ??  ?? Jean-Paul Belmondo
Jean-Paul Belmondo
 ??  ?? Jack Nicholson
Jack Nicholson

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain