BRILLO, LUEGO EXISTO
Esta Navidad, todo lo que quiere la cantante estadounidense MARIAH CAREY es deslumbrar con su primera colección integral de maquillaje para M·A·C. El ‘glam’ era ella.
Todo el mundo sabe que al fnal del arco iris está Mariah Carey. O sobre él, o debajo, a un lado o a otro y así hasta agotar preposiciones y adverbios de lugar en el reino de la fantasía. La diva para la que siempre es verano, también en Navidad (según los informes meteorológicos proporcionados por sus estilismos), debe utilizarlo como tobogán particular cada vez que desciende a este mundo, alumbrando mariposas y ponis y unicornios y osos amorosos, para predicar sus buenas nuevas. “Yo soy el glamour”, dice la última, en forma de colección de maquillaje para el gigante M·A·C Cosmetics.Y, sí, chorrea purpurina cosa fna. No todo el mundo sabe que, antes de convertirse en el ruiseñor del r&b (merced a su poderoso rango vocal de cinco octavas y ese registro de silbido con el que alcanza las notas más agudas) y despachar más de 200 millones de discos desde que arrancara su carrera en 1990, Mariah Carey iba para esteticista. Entonces aún no había arcos iris que valieran, pero el camino de baldosas escarchadas se abría ya ante esta nativa de Huntington, NuevaYork (1969 o 1970, que ni en su casa se ponen de acuerdo), de ascendencia venezolana.“Oh, es cierto. Sería cuando estaba en primero de bachillerato, estudiaba cosmética y aprendí mucho sobre maquillaje. Pero tuve que dejarlo porque enseguida conseguí mi primer contrato discográfco”, corrobora entre risas al otro lado de teléfono con su paradójica voz grave de contralto.“Esto es algo que siempre me ha gustado, así que no, no me pilla de nuevas”. Lista para deslumbrar estas festas, la muy completa colección (seis labiales, cuatro gloss, dos paletas de sombras y otros tantos rubores, un delineador de ojos líquido, polvos y base de maquillaje, un par de brochas…, todo con nombres que remiten al universo musical careyesco) es, según su creadora, la prolongación natural de una colaboración que comenzó el pasado diciembre con aquel exitoso lápiz de labios,All I Want Lipstick, en escarchado tono champán. “Ha sido un proceso fascinante y muy divertido.Y me he involucrado profundamente, discutiendo cada detalle con el equipo de M·A·C, desde los colores hasta el packaging. Estoy segura de que le va a encantar a todo el mundo”, afrma la cantante, que ha pasado el último año y medio gestando la línea, entre su gira mundial Sweet, Sweet Fantasy (la novena, recién concluida y de la que debería salir un docu-reality, Mariah’s World, también centrado en los preparativos de la que iba a ser su boda con el millonario australiano James Packer, truncada parece que sin remedio) y su apoteósica residencia en el Caesar’s Palace de Las Vegas ( Mariah #1 to Infinity, a la que volverá en abril de 2017). Con sus tonos bronceados y sus acabados brillantes (por dentro y por fuera), los productos reproducen los propios gustos y, por extensión, el emblemático look de la artista: “En las sesiones fotográfcas siempre me gusta experimentar, aunque en mi día a día soy de maquillaje muy simple. Lo mejor que puedo decir de esta colección es que me representa totalmente. No he querido seguir una tendencia, sino establecerla y hacer algo que pueda convertirse en clásico”. Y, desde lo alto de su arco iris, sentencia:“El glamour nunca pasa de moda”. Eyeliner online).