Harper's Bazaar (Spain)

DULCE YGUERRERA

- Por Luis Antonio de Villena

EN SUS ÚLTIMOS AÑOS tuve buena y cordial amistad con Gloria Fuertes (1917-1998) y acudí no pocas tardes de domingo a su casa por los altos del Bernabéu. Gloria vivía sola y bien, aunque sin ningún lujo aparente. Una de aquellas tardes me dijo de modo casi súbito: “¿Tú sabes lo que es un hoplita?”. Le dije que sí, entre otras cosas porque había estudiado griego: un hoplita era un antiguo soldado heleno de infantería. Con su aire de inocencia algo socarrona y su voz de tabaco, mientras nos servía otra copa, replicó: “Pues, sabes, yo en otra vida fui un hoplita…”. Me parecía muy bien, aunque acaso quiso decirme algo que ya estaba claro entre nosotros y que en el mundo literario todos conocían: Gloria era lesbiana y había vivido esa sexualidad con relativa franqueza –dentro de la época– hasta que su fama de autora para niños y los programas infantiles que hacía en televisión (especialme­nte Un globo, dos globos, tres globos) le hicieron recatarse más, y la edad también ayudaba, porque ella temía que se relacionas­e mal su lesbianism­o y ese –muy parcial– ser la poeta de los niños, aunque se le diera de perlas. Había conocido a Gloria en el Madrid literario de la medianería de los setenta. Iba con su aire traje sastre y rodeada de mujeres siempre, afecta al trago y a la palabra que hubiera que usar. Era ya una poeta muy popular (antes de la televisión), aunque a la más elitista gente de mi generación nos interesara menos. Ella me contó después que nos llamaba “los terciopelo­s”. Lo que nadie dudaba era de su lesbianism­o casi militante y curiosamen­te de su buena amistad con Lucía Bosé –yo todavía vi una foto suya en casa de Gloria–, aunque aquella amistad no terminó bien: se han olvidado de mí (me dijo la poeta), no les inte- reso ya…Y curiosamen­te la vez siguiente que visité a Gloria, la foto de Bosé había desapareci­do del panel de corcho en que estaba. Fue Jaime Gil de Biedma –en apariencia tan lejos– quien me puso en la pista literaria de Gloria, según él autora excesiva, pero con muy buenos poemas como los de la pequeña antología que preparó en 1964, Que estás en la tierra. Quizá fue cuando Gloria regresó a España tras unos años como profesora en EEUU. Allí la llevó o de allí la trajo una hispanista llamada Gladys (enterrada en Miraflores de la Sierra) y que según quienes las conocieron, no solo fue un apoyo, sino uno de los grandes amores de la vida de Gloria. Pepe Hierro –que quería a nuestra poeta– cita a Gladys en el poema que dedica a Gloria en Cuaderno de Nueva York. Abandonada la tele, Gloria intentó volver a su notable carrera como poeta para adultos, que había quedado algo preterida por lo infantil.Y de ahí sale su último libro, Mujer de verso en pecho, que presentó Cela, y a cuyo acto asistí… Gloria podía parecer dura y era muy tierna, dulcemente lesbiana sin complejos, estaba acostumbra­da a batirse con la dificultad, pero tuvo miedo a los niños (a cuyas fundacione­s médicas dejó su dinero), pero con la conciencia de que si sabía moverse de maravilla entre la ingenuidad, su mundo de veras era el dolor y la marginació­n, que vivió desde su primera condición de niña pobre en un barrio humilde y castizo madrileño. No hubo mayor injusticia para con Gloria Fuertes que la noticia de su muerte dada por TVE: “Ha muerto la autora de Un globo, dos globos, tres globos”. ¿Dónde quedaba la poeta de Sola en la sala? Gloria tierna de la rabia y de la idea. Acaso ahora se enteren de verdad de quién fuiste, mujer de verso en pecho. Hoplita.Te queremos.

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