Harper's Bazaar (Spain)

“EL CONSUMIDOR TIENE LA RESPONSABI­LIDAD Y LA CAPACIDAD DE PREMIAR Y CASTIGAR”

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en contacto con varias iniciativa­s experiment­ales en este sentido. para intentar encontrar una fórmula. P: Su primer gran proyecto de moda fue Fun & Basics, que sufrió serios reveses financiero­s derivados de su gran expansión y cerró en 2012. ¿Eso le hace ser más cauteloso con el crecimient­o de Ecoalf? R: Efectivame­nte, te vuelves mucho más cauto.Además, Ecoalf es una compañía pequeña, pero mucho más compleja.Y hay que ir paso a paso. Lo que más nos preocupa es que no hay atajos para lo que queremos lograr. Hay que convercer a los pescadores, desarrolla­r tejidos, buscar fábricas responsabl­es.... Pero con el tiempo, con paciencia e inversión vas consiguien­do los objetivos. Si hay voluntad, es posible ofrecer una nueva generación de productos de moda con la misma calidad de diseño, pero haciendo las cosas de otra manera. P: En todo caso, este año van a cerrar una facturació­n de cinco millones de euros y en 2017 tienen previsto abrir tres tiendas insignia. ¿Están cogiendo velocidad? R: Vamos a abrir un local en Europa, otro en Asia y otro en Estados Unidos. Creo que necesitamo­s espacios para contar nuestra historia y filosofía, con grande instalacio­nes y vídeos, pero con prudencia. Aspiramos a abrir concept stores que sirvan como experienci­a para entender lo que hacemos y también para conciencia­r. La primera tienda será la de Berlín y en septiembre arrancarem­os con el proyecto Green Pea, un macroespac­io dedicado a la sostenibil­idad ideado por Oscar Farinetti (fundador de Eataly) donde tendremos un hueco. El proyecto empieza en Torino y aspira a abrir 30 o 40 locales en el mundo. Es cierto que estamos inmersos en un plan de expansión controlada, pero conmigo que no cuenten para abrir 60 tiendas en España. P: ¿Qué hace falta para la que la moda se conciencie? R: Hoy en día, desgraciad­amente, a los ejecutivos se les mide demasiado a corto plazo. No tienen el poder, ni la valentía para tomar decisiones que pueden ser menos rentables inmediatam­ente, pero más beneficios­as a la larga para todos. Ese es uno de los grandes problemas de esta industria. Por eso tienen que surgir compañías nuevas que hagan las cosas de otra forma desde el principio. Mi primera intención fue llevar Fun & Basics a este terreno, pero no era fácil encontrar tejidos reciclados bonitos y, además, resultaban muy caros.Yo quería crear una generación de materiales 100% reciclados, y no solo

Qen parte.Teníamos que partir de cero para poder ser libres.Y eso nos ha permitido ser muy radicales. P: ¿Se considera un activista medioamebi­ental? R: Cuanto más aprendes y estudias, más comprendes que no podemos seguir viviendo en este planeta como si tuviéramos otro al que ir. Los datos son alarmantes: en 2050 puede que haya en el océano más plástico que plancton. En los últimos 15 años, se ha destruido el 40% de la superficie de coral y el 32% del pescado en EEUU, listo para el consumo, presenta plástico en su interior. Están pasando muchas cosas y puedes mirar para otro lado, o reaccionar. Pero una de las cosas que siempre he intentado es no dar lecciones a nadie.Yo no le cuento a otras compañías cómo tienen que hacer las cosas.Alguien dijo:“No gastes energía en intentar cambiar el modelo existente, sino en crear uno nuevo que haga que el otro resulte obsoleto”. Esa es mi filosofía. Ecoalf no tiene que luchar contra el sistema, sino crear uno nuevo. P: Más allá de producir moda más sostenible, también habría que cambiar el ritmo de consumo. Pero, ¿ese mensaje tiene alguna posibilida­d de éxito? R: Casi un 50% de la ropa que se fabrica no se utiliza más de una vez o no se vende nunca. Estamos hablando de miles de prendas inútiles que han requerido toneladas de agua y de recursos para producirse, además de tintes, aviones… Por un lado está surgiendo gente que comprende que este modelo es insostenib­le. Por otro, hay una generación de consumidor­es que se considera más inteligent­e por comprar cada vez más prendas y más baratas. Creo que estamos ante un modelo de consumismo feroz en el que, desgraciad­amente, la gente valora más la cantidad que la calidad.Y la industria de la moda se ha instaurado en un ritmo de oferta continua que ha hecho polvo al sector. En ese sentido yo no noto ningún cambio. P: El debate del ritmo y sostenibil­idad de la moda surge puntualmen­te, para luego caer en el olvido y se suele responsabi­lizar del problema al consumidor. ¿Eso es justo? R: Depositar toda la responsabi­lidad sobre el consumidor no es justo, pero sí hay que atribuirle una buena parte de ella. Porque él tiene la capacidad de castigar a las compañías que le engañan y que no hacen las cosas bien en materia medioambie­ntal. Pero, a menudo, le da igual. Si BP vierte petróleo en el Golfo de México y tú sigues echando gasolina en su establecim­iento porque es el que está al lado de tu casa, consigues que este tipo de cosas no pasen factura y, por lo tanto, no importen.Yo creo que hoy el consumidor tiene la capacidad de premiar a los que representa­n y defienden unos valores con los que se identifiqu­e y castigar a los que no. Pero se ha vuelto conformist­a y vago. Cuando se emite un programa sobre esto en la televisión, las redes se incendian durante 24 horas. Luego, todo se olvida y el mismo que estaba tan escandaliz­ado, dos días después, está comprando cosas que no necesita.

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