Harper's Bazaar (Spain)

“COMO ACTRIZ, SACO LOS RECURSOS DE MIS ENTRAÑAS. SOY DEMASIADO VISCERAL PARA ENGAÑAR ”

-

que solucionab­a con su adicción a las llamadas de teléfono desde allá donde fuera, es cuando más aprendí de ella. Lo más importante, el amor. Lola me enseñó que si uno lo da de corazón, sin esperar nada a cambio y creyendo en él sin reservas, el universo te lo devuelve. Siempre”.

Ssobre el suelo recién pintado de blanco, de pie, Lolita Flores arruga con garbo el vestido de Hermès que viste para la sesión. Con un golpe de cadera, arroja su fgura al frente y dispara los rizos al aire para deleite del fotógrafo. No precisa instruccio­nes, pero en alguna ocasión permite que el asistente calibre los centímetro­s de pierna a mostrar. Observándo­la posar mientras se mece al compás del bolero Teatro, de la La Lupe, lo último que uno pensaría es que se halla ante una mujer insegura. Pero, en cuestión de minutos, su fuerza bruta se descompone en un enredo de capas tan complejas e intrincada­s como su hipnótico discurso. Entre los popes del flamenco puro, hay un sector especialme­nte duro: los defensores a ultranza de la tradición. En un ramalazo aperturist­a de voces frescas, como las de la joven catalana Rosalía o Niño de Elche, Lolita agradece el traspaso musical del legado calé.“El flamenco es lo que es, y así seguirá existiendo. Pero si Antonio Carmona o Triana lo llevan fusionando con rock desde hace dos décadas, si Camarón podía cantar por soleás lo mismo que inventarse La leyenda del tiempo, no veo por qué no puede la juventud crear horizontes”, afrma.También se muestra reacia ante cualquier juicio de familia que acote las libertades de quien la quiera formar:“Para mí, familia es única y exclusivam­ente lo que uno sienta en sus tripas. La mía pudo ser un caos según muchos: nos dábamos besos en la boca, nos veíamos en ropa interior y la disciplina inculcada era bastante personal, pero éramos inmensamen­te felices a nuestra manera. Ese ha de ser el único baremo”. Asegura, no obstante, que en su pletórico ascenso a la madurez se ha topado con no pocos obstáculos en el camino. El 20 de abril vuelve a las tablas junto a Luis Mottola en Prefiero que seamos amigos, adaptación de la comedia francesa de Laurent Ruquier que plantea la difcultad de dar segundas oportunida­des al amor pasados los 50. Aunque con este serán siete sus roles protagonis­tas en teatro, con su éxito aplastante encarnando a la Colometa de La plaza del diamante (Joan Ollé, 2014) vino también el primero de los síntomas que aquejan al síndrome España: “Llevaba un centenar de funciones cuando se celebraron los Premios Max de Teatro y ni siquiera me invitaron. Me dolió que el público hubiera respondido tan bien a mi actuación y que la profesión no reconocier­a mis méritos.A los 58 años, me sigue costando sentirme valorada. Y, sí, asumo que el rechazo de la industria es una una de las pocas cosas a las que sigo siendo vulnerable”. Sin pecar de soberbia, Flores evita la modestia gratuita y recorre lo fructífero de sus incursione­s en Ana en el trópico (Nilo Cruz, 2003), donde conoció a su exmarido Pablo Durán, o la coral Asamblea de las mujeres, vista en el Festival de Mérida de 2015 con todo el papel vendido antes de su estreno. Éxitos trufados por un Goya a la Mejor Actriz Revelación, que recogió atónita en 2003 por Rencor, de Miguel Albadalejo, y por un triunfal paso por la pequeña pantalla. “Me he enfrentado a tantos retos que solo me queda montar en globo”, bromea. Pero así es: la mayor del clan ha dejado su voz en una veintena de discos, participad­o en 22 programas televisivo­s y actuado en 24 series de fcción y diez largometra­jes. Emprendió, incluso, una frma de ropa homónima con poco gratos resultados que le dio una lección “que brilla por su ausencia en los éxitos: dedícate a aquello en lo que seas bueno y evita con humildad lo que ignores”. En cualquier caso, es la intérprete de garra y no la cantante de Sarandonga la Lolita que Dolores ansia explorar ahora: “No tengo 20 años para ponerme a probar suerte, más cuando poco me queda por tocar en la profesión”, concluye.“Quiero volver a cantar por diversión, pero es en el teatro donde el aprendizaj­e llena más mi cuerpo y mi alma.Así que mientras la gente me siga queriendo ver en el escenario, aquí seguiré”. Cercana, menuda, honesta, gitana, feroz y heroica, Lolita Flores reposa bajo su piel el legado cultural de una estirpe anclada para la eternidad a un país que tanto da como arrebata.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain