TODO ESTÁ ILUMINADO
La luz es el elemento que imprime carácter en la vivienda de la interiorista NURIA MENOYO, incluso más que todo el arte que habita un espacio singular y lleno de recuerdos vividos.
“H
No hay consuelo para el que cada día, odiando profundamente el ftness, atraviesa la misma calle a la misma hora, rumbo al gimnasio para doblegarse a la dictadura de los cuidados físicos. Esa es la rutina diaria que ha vivido uno durante años, pasando por la calle Eloy Gonzalo de Madrid y con el único aliciente de los fnes de semana, cuando, camino del horror gimnástico, sus ojos podían reposar ante las escultóricas jambas del edifcio Altaris. Esta antigua sede de la otrora Caja Madrid cerraba sus puertas los días no laborables, de manera que sábados y domingos era posible contemplarlas en todo su esplendor.Tal magna pieza de acero inoxidable, con mil formas curvas y distintos pulidos, es obra del escultor José Luis Sánchez y la realizó para el arquitecto José Serrano Súñer, que en 1980 proyectó el edifcio. Hoy, que ha cambiado de dueños y estas puertas deben estar en algún desván de un banco malo, se echan profundamente de menos. El camino no es lo mismo sin ellas. Pero cuál sería la sorpresa al entrar en casa de Nuria Menoyo y descubrir la maqueta original de las Puertas Altaris a escala 1/10, con un pequeño muñeco viandante que podría ser uno mismo rumbo a su clase de body pump. “Es una miniatura que mi tío, José Luis Sánchez, proyectó para un edifcio del padre de mi marido”, explica esta estilista de moda y decoración, de físico imponente (melenón leonino rubio, cara lavada siempre, ojos azules y 1,80 descalza), sobrina del hacedor de tales puertas o de la mole metálica que recibe en el bajo de las Torres de Colón madrileñas, una auténtica leyenda viva de la escultura en España. Lo más curioso de todo es que la pieza de mi obsesión la proyectase para el arquitecto que, a su vez, es padre del marido de su sobrina y que, encima, se llama igual que él: José Serrano Súñer. Estilista y coleccionista de arte se entrelazan, pues, para cohabitar hoy en este espacio que resulta ser un hogar de distribución insólita, provocadoras mezclas de objetos mágicos y lleno de luz para que Nuria y José, con Joselito (su hijo de tres años y medio) y su perro, Moritz, vivan en él. Plagada de la luminosidad que entra desde su proa, en la silenciosa calle Orfla, la residencia acaba en un enorme ventanal que, de par en par, da a un jardín interior con una terraza-cocina que hace las veces de popa en esta especie de barco tubular, diáfano, con un estribor de lo más chocante: una zona de aguas acristalada con dos bañeras y duchas continuas que dan al pabellón donde se encuentra
emos querido rodearnos de cosas que tuvieran historia al adquirirlas juntos, y no un despliegue de coleccionismo sin más”
el recibidor. Aquí, si te duchas y hay visita, se sirve la performance a menos que se deslice el bastidor de listones de madera de Dinesen sin lijar que sirve de tabique corredero. Una distribución difícil, pero bien resuelta, que los arquitectos Úrsula Schneider y Jesús Colao idearon para sus atrevidos habitantes. Dice Menoyo que los objetos son punto de partida al determinar cómo se viste el espacio en sí. Una tesis que aplica en las altas producciones de decoración en las que está curtida y también en su propia casa. Dos claros ejemplos son la alfombra color lima de The Rug Company, que sirve de base al ecosistema decorativo desarrollado alrededor de ella (un recibidor con banca bávara del siglo XIX tapizada en lino y flanqueada por dos cómodas de George Nelson de cajones del mismo color), y los perritos de porcelana Stanford que la han acompañado en sus diferentes mudanzas y han sido fotografados en sus producciones para las mejores revistas del sector. Ellos serían los primeros en salvarse de un hipotético incendio, porque han creado un microcosmos bibliotecario que se desarrolla alrededor de una chimenea que les sirve de caseta y porque su dueña los considera absolutamente imprescindibles en su día a día. Esta vida en común está marcada por afciones compartidas y por un amor al arte y a los objetos que viene, en su caso, de serie, pero también por el carácter que imprime la calle donde reside: Orfla obliga. Estar rodeados de algunas de las mejores galerías ➤
“N
de la capital (Orfila, Malborough, Odalys, Cayón) y no tener arte en casa es como ser de Ubrique y no poseer alguna chuchería de piel.“No queríamos un despliegue de coleccionismo sin más y preferíamos simplemente rodearnos de cosas que tuvieran historia al adquirirlas juntos, que nos hablasen de un lugar determinado y un momento concreto de nuestras vidas”, concede la estilista. Su decoración va de ferias como Basilea o Frieze a casas de subastas como Goya, pasando por Zara Home o las Galerías Piquer del Rastro madrileño, creando una mezcla contundente que no deja indiferente al visitante, sobre todo al encontrarse con las fotografías de maestros como Araki, Martin Parr o Ballester, conviviendo con esculturas de Julian Opie o trofeos de caza del padre de José, tallas románicas y toques de color amarillo por doquier. “Es una de mis claves, porque es un tono que levanta todo y da vigor a las estancias, ya sea en un ramo de mimosas de Casa Florida o en una fgura de Playmobil en la estantería. Con el amarillo siempre ganas en cuestiones decorativas”, explica Menoyo, mientras pasea descalza por el suelo de mármol de Macael que unifca todo el espacio y que, con su hilo radiante, da calor en invierno y frío en el tórrido verano madrileño. Precisamente, las estaciones y sus ciclos de temperatura y luz cambiante hacen que la residencia se transforme también al compás, ya que está marcada por el jardín interior, su vegetación y, por encima de todo, por la luz que la inunda:“No hay elemento decorativo más importante que la luz y, además, que vaya a jugar un papel tan crucial en el futuro de esta disciplina. No hay más que fjarse en la importancia que se le da ahora en la organización de eventos. Al fn y al cabo, la luz es la responsable de que un mismo espacio tenga lecturas diferentes”. Esta reflexión dicta el ritmo de su casa e inspira gran parte de sus trabajos actuales para frmas como Zara,Von Dom, Elisabeth Arden o Audi, que acuden a ella para producir sus catálogos o desarrollar arquitecturas efímeras, inolvidables al presentar sus productos. Ha llegado Joselito del colegio y Moritz corre hacia su cuarto, resbalándose por el pulido mármol. Mientras avanzamos por el pabellón central para llegar a la habitación del niño, su madre confesa aquello que menos suele gustarle de las casas que visita cuando tiene que hacer un reportaje: “No me interesa la prepotencia decorativa de los arquitectos de interiores sobre los espacios que proyectan. Prefero una casa fea y que cuente historias de sus habitantes a una preciosa y poco vivida”.Y concluye con otra lección:“En realidad, lo no planeado, lo cero súper puesto, el no set, la no decoración, son elementos mucho más interesantes y, desde luego, tienen mucho más que ver con mi flosofía del estilo.”
o hay un elemento decorativo más importante que la luz. Al fin y al cabo, es la responsable de que un mismo espacio tenga lecturas diferentes”