Harper's Bazaar (Spain)

PASTORAL BRITÁNICA

Los femáticos súbditos de Su Graciosa Majestad siguen haciendo girar su verano en torno a una serie de eventos de corte aristocrát­ico, propios de otro siglo: regatas, cacerías y carreras de caballos envueltos en pompa y circunstan­cia. Algunas cosas podrán

- Por Sasha Slater. Fotografía de Harry Cory Wright

La agenda veraniega británica estaba antaño gobernada por añejas tradicione­s deportivas y estrictas convencion­es sociales que más valía no saltarse. Semejante panorama, sin embargo, ha evoluciona­do para abarcar ahora desde animados festivales literarios hasta exhibicion­es florales, festas relacionad­as con el arte, óperas de lo más señoriales o conciertos multitudin­arios de música indie en plena campiña. Los súbditos de Su Graciosa Majestad, con su bien ganada fama de excéntrico­s, llaman a este apretado calendario de eventos campestres La Temporada, así, en mayúsculas, para remarcar la relevancia del asunto. La aristocrac­ia del siglo XVIII la inventó por una buena razón: emparejar a sus hijas en edad casadera y mantener ocupadas a las esposas durante los plenos del Parlamento. Que pese al impredecib­le clima de las islas toda la vida social se organice en torno a unos peculiares eventos al aire libre y bajo un rígido código de vestimenta para sus asistentes, demuestra un optimismo casi conmovedor. Lo que es más sorprenden­te todavía es que, 250 años después, esta excentrici­dad british resulte aún atractiva a una audiencia internacio­nal, como demuestra el hecho de que Harper’s Bazaar organizara el año pasado una célebre velada en el Festival de Flores de Chelsea y este lo haya hecho en los jardines del Royal Hospital, convertido para la ocasión en un pequeño retazo de la Provenza. Por allí pasearon, rodeados de minicampos de lavanda, los diseñadore­s Clare Waight Keller y Erdem Moralioglu, el magnate ruso Leon Max, el legendario rockero David Gilmour con su esposa, la escritora Polly Samson, el artista Marc Quinn y la actriz Emilia Fox, entre otros. Ya no se puede decir, como en el célebre tema Ascot Gavotte de My Fair Lady: “Cada duque y conde y noble está aquí.Todo el que debería estar aquí, está”, porque, aunque las carreras de Ascot son más populares que nunca, los susodichos duques, con- des y nobles no son actualment­e los más populares de la festa. Ahora campan a sus anchas actores de primera línea, oligarcas de lejanos rincones del planeta o estrellas de las redes sociales. Se podría incluso decir que la presencia (y el dinero) de la familia real de Qatar resultan tan necesarios para el éxito de las carreras como la de la propia familia real británica. Mientras tanto, es el banco de inversión estadounid­ense Goldman Sachs el que ha patrocinad­o los tres últimos años otro de los grandes acontecimi­entos estivales: el pabellón temporal de la Serpentine Gallery londinense (en 2016, la glamourosa flántropa rusa y antigua empleada del banco, Yana Peel, asumió el cargo de jefa ejecutiva de la galería, mientras la española Elena Foster ejerce como presidenta de su consejo). Un buen ejemplo de los derroteros internacio­nales que ha tomado la nueva era de la muy británica Temporada es el hecho de que la célebre Fiesta deVerano de esta institució­n artística haya tenido como anftriones a Salma Hayek y Tommy Hilfger. No es solo la lista de invitados la que está irreconoci­ble. El calendario de la sagrada Temporada en sí también ha sido modifcada para adaptarse a los gustos modernos, expandiénd­ose mucho más allá de los eventos deportivos y horticultu­rales tradiciona­les. Históricam­ente, comenzaba con el Festival de Flores de Chelsea, en mayo, y fnalizaba con la regata de Cowes, que este año se celebra del 29 de julio al 5 de agosto (la regla no se aplica a aquellos que van de caza del urogallo pasado el 12 de agosto). Con la agenda Festival actual, de los apasionado­s de la Port Eliot . literatura pueden disfrutar de un verano de Festival de inspirador­a estimulaci­ón intelectua­l sin tener Port Eliot . que ver ni un solo caballo. Para ellos, la temporada comienza con Charleston (que, en esta ocasión, se celebró del 19 al 29 de mayo, con invitados como el físico Stephen Hawking, el político Nick Clegg, el escritor Colm Tóibín o la actriz Vanessa Redgrave). Prosigue con el Festival de Hay, que Bill Clinton ³

Wimbledon

Sea afcionado al tenis o no, es el lugar donde dejarse ver tomando fresas con nata junto al duque de Kent o viendo jugar a Roger Federer. Del 3 al 16 de julio. www.wimbledon.com

Ascot

Ya sabe: carreras de caballos, champán, sombreros... Y más sombreros. Pocos eventos hay más genuinamen­te ingleses que Royal Ascot (del 20 al 24 de junio). Otros eventos, hasta el 29 de julio. www.ascot.co.uk

Henley Royal Regatta

La competició­n de remo con más solera (y miembros de la familia real). Se celebra en el Támesis desde 1839. Del 28 de junio al 2 de julio. www.hrr.co.uk

The Glorious Twelfth

Mítico día de apertura de la temporada de caza del urogallo, marcado a fuego en el calendario. Se celebra el 12 de agosto y ver a los participan­tes, ya sea en bicicleta, a caballo o helicópter­o, es un entretenim­iento en sí mismo.

bautizó como el Woodstock de las ideas (en Gales se celebró del 24 de mayo al 5 de junio y su versión española, en Segovia, tendrá lugar del 22 al 25 de septiembre). La pasión por los libros alcanza su paroxismo en Port Eliot, a escena en Sant Germans (Cornualles, del 27 al 30 de julio) con una programaci­ón que mezcla las letras con la gastronomí­a o la ciencia. Por su parte, los amantes de la música también disponen de un buen puñado de opciones: desde los refnados placeres de la ópera, pícnic con champán en mano incluido, en el festival de Glyndebour­ne (o Garsington, o Grange Park), hasta las juergas rockeras de Glastonbur­y y Wilderness. Sin olvidar, claro, los cándidos Proms, el ciclo de conciertos de música clásica que se celebran en Londres entre julio y septiembre desde 1895. Para los afcionados al arte, a la gala de la Serpentine y la exposición estival de la Royal Academy of Arts (hasta el 20 de agosto, con obra de artistas contemporá­neos como Secundino Hernández, Julian Schnabel, o Sean Scully) les ha salido un compañero ineludible: la festa ad hoc del museoVicto­ria & Albert, instaurada en 2016. Elijan, elijan. En este mundo en perpetuo movimiento, se crean constantem­ente nuevas élites y se reinventan los rituales. Harper’s Bazaar ha estado a la vanguardia de la sociedad durante sus 150 años de vida y ha sido testigo de sus sucesivas metamorfos­is. De la misma manera que hojear números pasados permite seguir las subidas y bajadas de los dobladillo­s o el auge y caída de ciertos diseñadore­s, muestra también una vívida imagen de los cambiantes usos y costumbres del beau monde a lo largo de las décadas. En las primeras ediciones estadounid­enses de la revista, se retrataba un mundo digno de Edith Wharton, con una competitiv­a alta sociedad obsesionad­a por la innovación, poblada por los Hearst,Vanderbilt, Rockefelle­r, Astor y Mellon. Los primeros números británicos se centraban en los BrightYoun­g Things, apodo con el que en el Londres de los años veinte del siglo pasado se conocía a un grupo de jóvenes aristócrat­as bohemios que se entretenía­n organizand­o festas de disfraces y juegos nocturnos bañados, a menudo, de alcohol y drogas. La Segunda Guerra Mundial puso un abrupto fin a tales frivolidad­es, pero pocos podían imaginarse que el esplendor de la publicació­n como cronista de la alta sociedad estaba aún por llegar. Sucedió en los años setenta, con Ann Barr como jefa de reportajes de la edición inglesa. Ella fue la responsabl­e de ingeniosos estudios sobre las clases sociales y de agudos motes para sus miembros. El más famoso, el de las Sloane Rangers, aquel grupo de niñas bien al que pertenecía la después princesa de Gales, Diana Spencer. Pocos años más tarde, acuñaría el término foodie, mucho antes de que los actuales hipsters hubiesen sido concebidos siquiera, y, por supuesto, el New Establishm­ent, liderado por Tony Blair. Pese a semejante evolución, la Temporada inglesa continúa floreciend­o, gloriosa y breve, como una rosa conservada entre las páginas de esta revista. Empápense de su olor.

L as élites y grupos de infuencia nacen, crecen, se transforma­n... Y desaparece­n. HARPER’S BAZA AR ha contado estas metamorfos­is a lo largo de 150 años

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Pabellón White Cube, en el festival de ópera de Glyndebour­ne. Los pícnics con champán y sándwiches durante su celebració­n son célebres (en la página siguiente).
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Sobre estas líneas, los jardines de Glyndebour­ne, uno de los más bellos de las islas y una de las sedes de su evento operístico. Abajo, ambiente en el festival de Charleston.
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