Harper's Bazaar (Spain)

El universo en expansión de Gucci

Una visión, concentrad­a en una revista, y tres exposicion­es para convencer al consumidor oriental. Gucci lleva hasta China el universo de su director creativo, ALESSANDRO MICHELE, en una trilogía artística que recaló en Taipéi de la mano de GIA COPPOLA.

- Por Rafa Rodríguez

Si la economía dice ven, la moda va. Ahora mismo, al Este, el rumbo que vuelve a marcar la inefable e inexorable brújula de las cifras. Los datos que arroja el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) en su más reciente informe global son como cantos de sirena a oídos de la industria del vestir: ¡China se recupera! (En el primer trimestre de este año, el producto interior bruto del gigante asiático alcanzaba un incremento de 6,9 puntos, espantando el fantasma de una desacelera­ción que, ojo, aún ronda en las sombras). ¡Japón remonta! (El tercer gran mercado mundial vive un momento de euforia con esa subida del 1,2% del PIB que espera en 2017). ¡India se dispara! (7,2% arriba también en el actual ejercicio). Y así todo por el eje Asia-Pacífco. Que a nadie le extrañen las recientes peregrinac­iones a la zona de marcas y diseñadore­s con sus ropas –o joyas o relojes o las mercancías que procedan– a cuestas. Gucci ha sido la (pen)última en entonar este Go East! Los propios números de la casa italiana (propiedad del supergrupo de lujo galo Kering) son un escándalo: su cuenta de resultados, a fecha del pasado marzo, arrojaba un subidón en las ventas del 48,3% (por un valor de 1.350 millones de euros), el mayor benefcio registrado en sus últimos 20 años. A la revista Forbes no le ha quedado otra que incluirla, al fn, en la lista de las marcas con más valor de mercado (estimado en alrededor de 12.000 millones de euros, lo que la relanza al top 50). Para el caso, no es que Alessandro Michele, su director artístico desde enero de 2015 y responsabl­e único de tamaño tirón, se muriera por unos deliciosos xiaolongba­os, o que necesitase urgentemen­te recargar las pilas de su inspiració­n (recuérdese el estampado tian chinesco que tanto juego le dio hace un año). A Gucci, lo que le pasa en Asia, y especialme­nte en China, es que no acaban de pillarle el nuevo punto. Sí, el volumen de ventas es bueno –cuestión de superpobla­ción en el lejano Oriente–, pero no tanto aritmética­mente comparado con la media de Occidente. Todo porque los asiáticos se han perdido un poco en la abrupta traducción del utilitaris­mo sexy (tan resultón como convencion­al) de Frida Giannini, anterior diseñadora de la frma, a la excentrici­dad asexuada de Michele, que niega el estilo de su antecesora. Solución: si ellos no van a Gucci, Gucci irá a ellos para explicarse muy clarito.

Así surgió la trilogía expositiva que ha paseado por Hong Kong, Shangái y Taipéi, entre mediados de marzo y finales de mayo, el muy personal universo estético de Alessandro Michele. Tres muestras fotográfic­as resultado de trasladar el contenido del último número de la revista A Magazine Curated By, editado a imagen y semejanza de la mente del creador romano en noviembre de 2016, a la tridimensi­onalidad de una sala de exposicion­es. “Esta es la primera vez que todo lo que se puede ver en la publicació­n aparece físicament­e reunido, compartien­do el mismo espacio. Y es algo que me parece muy excitante ahora mismo, teniendo en cuenta que con Internet ya no sería necesario. Para hacer hoy una revista no precisas encontrart­e con la gente, las relaciones se establecen a distancia. Alessandro es un lince para eso, vive y disfruta intensamen­te esta era digital. Pero, al mismo tiempo, es una especie de anacronism­o andante, un diseñador que trasvasa estilos e ideologías en un gran salto temporal que pertenece, segurament­e, a otra época”, explica Dan Thawley, director de una cabecera temática que comenzó como escaparate de los redichos creadores belgas en 2001 y que ahora tiene su sede en París. Con una honestidad que le honra, informa de que, en realidad, fue la marca la que les propuso editar un número consagrado a su director creativo. “Supongo que es parte de una estrategia comercial, y que estas exposicion­es le sirven para reposicion­arse en el mercado asiático”, concede sin ambages. Imagínense: en lugar de la doble página con la campaña de rigor, todo un ejemplar rebosante de artístico branded content. Una genialidad, sí. Sobre todo porque consigue involucrar en él a creadores de todo pelaje, condición y renombre. Los trabajos visuales que la canadiense Petra Collins y la española Coco Capitán realizaron para A Magazine Curated By Alessandro Michele articularo­n las muestras de Hong Kong (celebrada durante la versión asiática de la feria de arte contemporá­neo Art Basel) y Shangái, respectiva­mente. La última, en Taipéi, tuvo las fotografía­s de la estadounid­ense Gia Coppola como motivo estelar. La presencia de un miembro de la realeza de Hollywood (nieta del cineasta Francis Ford Coppola, sobrina de Roman y Sofa Coppola, prima de Jason Schwartzma­n y Nicolas Cage) desató la locura en ³

la capital taiwanesa, que acudió en masa y alicatada de Gucci de pies a cabeza a la inauguraci­ón. “Por encima de todo, Alessandro es mi amigo, y también de mi madre [la diseñadora de vestuario Jacqui Getty], así que involucrar­me en este proyecto fue algo natural para mí cuando me lo pidió”, dice la realizador­a y fotógrafa (Los Ángeles, 1987). Su contribuci­ón a la causa es una suerte de editorial de moda poético titulado Dream within A Dream, realizado en el simbólico paisaje de Joshua Tree, con estilismo de su propia madre y rubricado por los versos manuscrito­s de la actriz adolescent­e Rowan Blanchard (que también aparecen en la exposición, bordados sobre lienzos por ella misma, un alma vieja de 15 años). “La única condición era ceñirse al tema que recorre la revista [y la última colección del diseñador], Cegado por amor, que yo interpreté con un grupo de chicas que comienzan a despertar a la sexualidad en un escenario místico”, continúa la directora de Palo Alto (2013), su único largometra­je hasta el momento, aunque tiene un buen puñado de fashion films en su haber. “Hacer una película me lleva cinco años, así que entre medias siempre vuelvo a la fotografía, que fue lo que estudié porque, la verdad, no sabía qué hacer con mi vida. Sí, tenía claro que iba a ser algo creativo, pero con una familia como la mía me asustaba un poco alzar mi propia voz en el cine”, confesa la joven cineasta, que creció en los sets de rodaje de su famosa tía. Salas monográfca­s para las artistas aparte, la trilogía expositiva de Gucci se completaba con un pequeño cine para sumergir al espectador en una experienci­a audiovisua­l lisérgica (un remix de imágenes de la revista) y un gabinete de curiosidad­es, punto de partida para explicar la ética y la estética de Michele a través de objetos preciosos y raros (una tela de Mariano Fortuny, un mapa de las emociones del siglo XIV, el facsímil del poema L’Aveugle par amour que Fanny de Beauharnai­s escribió en 1781, un diente del actor Jared Leto tratado como una reliquia…). La línea roja que separa la intención artística de la estrategia comercial nunca había estado tan difusa.Al fnal, es Gia Coppola la que resuelve el dilema: “La cuestión es si estás contando una buena historia, una que sea genuina y conecte de forma emocional con el espectador. El reto es articular un argumento y convencer a la gente”. Una verdad como un templo, en el lejano Oriente y en el cercano Occidente.

“La línea entre lo comercial y lo artístico la delimita la historia que estés contando, si es de verdad y conecta emocionalm­ente con el espectador” GIA COPPOLA

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Arriba, el Blind for Love Cinema, la pequeña sala de cine instalada en la exposición, que también contó con un gabinete de curiosidad­es entre las que figuraba un diente del actor Jared Leto convertido en reliquia (abajo). En la página anterior, la...
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Desde la izda., en sentido horario, la sala dedicada a la sesión fotográfic­a de Gia Coppola para A Magazine Curated By Alessandro Michele; Dan Thawley, director de la revista, junto a la actriz Rowan Blanchard; tres lienzos de la británica Unskilled...

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