Adiós, David Delfín
El recuerdo de una profunda amistad es siempre el mejor homenaje. Sirva la que unió a DAVID DELFÍN con SOLEDAD LORENZO como tributo de HARPER’S BAZA AR al diseñador malagueño, tristemente fallecido el 3 de junio pasado. La exgalerista glosa su memoria, il
Hay personas con una sensibilidad tremenda para todo. David era una de ellas. Triunfó en la moda, pero su pasión y su talento no se quedaban en la costura. Él siempre quería ir más allá. Poseía ese no sé qué especial, una cualidad que se desprendía de su actitud.También era un gran amante del arte, que afloraba en cada uno de los proyectos que emprendía. En sus diseños mostraba una ligereza capaz de conseguir que cualquiera pudiera sentirse cómodo en ellos: simples, elegantes, sin ornamento. Como él mismo, tenían algo, aunque no supieras qué, que hacía que resultaran maravillosos. Era su sensibilidad. Al conocerle de cerca, me di cuenta de que creaba desde la cultura. He trabajado toda mi vida en el mundo del arte y él era un artista. Hay mucha gente del mundo de la cultura a la que no le interesan las artes plásticas; él demostraba amarlas constantemente.
Fuimos amigos durante muchos años, yo estutuve allí desde el principio de su carrera. Lo conocí en 2002, después de leer en un periódico una crítica terrible de aquel desfle suyo en el que una modelo se cayó de la pasarela porque la veladura que le cubría la cabeza le entorpecía la visión. No lo entendí. Un día después, en una entrevista, me preguntaron si consideraba la moda como un arte. “Por supuesto”, respondí.Y hablé del trabajo de David, sobre el que acababa de leer, sin conocerlo de nada. Fue él quien me llamó al día siguiente para agradecerme aquellas palabras y decirme que me admiraba, que iba a menudo por la que fue mi galería. Nuestra amistad arrancó entonces. Al poco, me pidió hacer un desfle en mi espacio, una idea maravillosa. Lo tuve cinco días allí metido, trabajando en los preparativos del evento, y fue entonces cuando nos descubrimos de verdad. David disfrutaba enormemente el hecho de vivir.Yo también. Compartíamos esa profundidad pese a nuestra diferencia de edad. Pensar en su muerte resulta todavía más doloroso por eso. Me sucede lo mismo con Bimba. Ambos formaban parte de un grupo de amigos que llevaron a cabo aventuras magnífcas, agarrando lo que podían de las diferentes disciplinas artísticas y visuales. Se apropiaban de todo porque tenían una mirada audaz y muy personal que salía del interior, de una sensibilidad diferente. Esa cercanía en la muerte de dos personas muy amigas mías, jóvenes, inteligentes, es algo que jamás había vivido antes.Yme ha tocado profundamente. Yo ya soy mayor y considero terriblemente injusto morirse joven. Compartí con David una amistad maravillosa de la que afloran recuerdos preciosos. Me quedaré siempre con los momentos vividos junto a él.