Harper's Bazaar (Spain)

GOLDIE EN ESTADO PURO

Hace ya 15 años que decidió alejarse del cine por voluntad propia. Pero ahora está de vuelta para demostrar que sigue siendo el perejil de todas las salsas. GOLDIE HAWN, genio y figura a los 71.

- Por Marshall Heyman Fotografía de Terry Richardson Estilismo de Joanna Hillman

“El debate de la edad en Hollywood ya no me enfada. ¿Crees que vas a poder luchar contra el sistema? No”

Mientras las mujeres (algunas mujeres) quemaban sus sujetadore­s a fnales de los años sesenta, Goldie Hawn no tenía reparos en embutirse en un minúsculo biquini y llenarse de pintura corporal para interpreta­r a la típica rubia explosiva, tontuela y con voz de pito, en el programa cómico Laugh-in. A los telespecta­dores estadounid­enses, aquella jovencita de 22 años les resultaba adorable.A cierto sector feminista, no. “Una periodista de una revista femenina me soltó:‘¿No se siente mal interpreta­ndo semejante estereotip­o?’. Le respondí que no entendía la pregunta”, recuerda la actriz.“Yo ya estaba liberada. La liberación proviene de una misma”. Resulta evidente que el empeño de Hawn (Washington, DC, 1945) por ser ella misma y hacer lo que siempre ha querido cuando ha querido, y sin necesitar la aprobación de los demás, le ha reportado amplios benefcios. La larga lista de créditos cinematogr­áfcos y catódicos que siguieron a su descubrimi­ento en aquel programa son más que una prueba, incluyendo la película Flor de cactus (1969), con la que ganó el Oscar y el Globo de Oro como Mejor Actriz de Reparto, y ese antológico especial para televisión junto a Lisa Minelli, en 1980 (búsquenlo en YouTube, no tiene desperdici­o).Y cuando se dio cuenta de que en Hollywood “las mujeres tienen fecha de caducidad”, empezó a producir sus propias historias sobre féminas de armas tomar (véanse La recluta Benjamin, también de 1980, o Protocolo, de 1984), que a su vez la llevaron a papeles estelares en La muerte os sienta tan bien (1992), junto a Meryl Streep, o El club de las primeras esposas ( 1996), con Diane Keaton y Bette Midler.“Aunque todas éramos estrellas, [en Hollywood] estaban muy nerviosos”, recuerda sobre esta última, un éxito que recaudó más de 180 millones de dólares en todo el mundo.“Nos bajamos el sueldo y renunciamo­s a nuestra parte de los derechos residuales. Porque los estudios nunca fueron optimistas ni confaban en que un grupo de mujeres pudiese llevar el peso de una película”. La discrimina­ción por causa de la edad ( aging, que le llaman, y que ha tenido en Cher a su víctima más reciente) en el mundo del espectácul­o es una batalla que, a sus 71 años, Hawn ya no piensa luchar:“¿Crees que vas a pelear contra el sistema? ¿Crees que vas a demostrarl­e a Hollywood que al cumplir los 45 puedes seguir siendo sexy y tener viabilidad comercial?

QNo. Existe una cierta realidad. ¿Que si me enfada? Ya no. No soy una persona furiosa, no soy una militante. La ira no te lleva a ningún lado. No es productiva”. Han pasado 15 años desde que la viéramos en el cine por última vez (en Amigas a la fuerza, compartien­do protagonis­mo con Susan Sarandon), pero lo cierto es que Hawn nunca ha dejado de ser, precisamen­te, productiva. Creó la Hawn Foundation, que ayuda a pequeños de todo el mundo a mitigar la ansiedad y el estrés (“Es un mundo diferente. Nadie viene a preguntart­e si quieres que te quiten una pelusa de la chaqueta”, bromea). Ha ayudado a criar más niños de lo que la gente piensa (“He adoptado un montón, y de todas partes, pero es algo de lo que no suelo hablar”, confesa). Se mudó de Los Ángeles aVancouver, en la Columbia Británica, para que su hijo Wyatt (fruto de su relación con Kurt Russell, su pareja desde 1983) pudiese jugar al hockey sobre hielo (“Deseaba que cumpliese su sueño y estar con él mientras lo lograba”, dice). Hasta intentó llevar a cabo proyectos con sus vástagos mayores, los también actores Oliver y Kate Hudson, con los que mantiene una relación muy cercana.“Soy su madre, eso es así. Quiero que tengan éxito sin necesidad de entrometer­me”, afrma. Y, de repente, un buen día,Amy Schumer apareció en su vida. Schumer, que creció viendo Laugh-in en vídeo. “La abordé en un avión. Esperé hasta que aterrizamo­s y le dije que estaba trabajando en una película y quería que interpreta­se a mi madre”, cuenta la última cómica favorita de Ámerica. “Amy se rió y me dijo:‘Sé que no sabes quién soy’.Y la verdad es que así era. Pero me pareció tan mona que me la habría comido”, rememora la acosada. Cuando, unos meses después, volvieron a coincidir en un evento en Londres, Hawn accedió a leer el guion de Descontrol­adas, comedia de acción dirigida por Jonathan Levine sobre un viaje materno-flial que va de mal en peor:“Quise hacerla tanto por mí como por Amy, porque así es como imaginó a su madre”. Hawn estaba, además, lista para volver ante las cámaras. “Tomarse un respiro es bueno a veces. Pero me había olvidado de lo divertido que es esto.Y no recordaba los benefcios: tres meses en el mejor hotel de la historia, con vistas al mar. Cuando tuve que hacer las maletas, me cayó una lágrima. Nos abrazamos en la última toma y lloramos.Acabé diciendo: ‘Sí, podría volver a hacerlo’”. ¿Y qué le queda por hacer? Tal vez una serie de televisión; quizá un espectácul­o de Broadway, en solitario.“Tengo mucho que decir de las décadas que he vivido”, asegura. Sea como sea, será a su manera:“Nunca he ido por el camino tradiciona­l, signifque lo que signifque eso. Ni siquiera estoy segura de que incluso exista”.

“Cuando empezaba, una periodista me soltó: ¿‘No se siente mal por hacer de rubia estereotip­ada?’. Le respondí que no entendía la pregunta. Yo ya estaba liberada. La liberación proviene de una misma”

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Ríanse otra vez. La actriz estadounid­ense, con minivestid­o de punto bordado de MOSCHINO COUTURE, mallas de FALKE, botas de GIUSEPPE ZANOTTI DESIGN y gafas de MARKUS LUPFER x LINDA FARROW.

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