JENE SAIS QUOI
Tanto en su armario como en su casa de Londres, DELPHINE NINOUS, directora creativa de Belstaff, apuesta por un estilo chic con un toque bohemio.
Me encanta esta parte de la ciudad», dice Delphine Ninous cuando nos encontramos en su casa del barrio de Canonbury. «Puedo llevar a mi hijo al parque, que está a la vuelta de la esquina, pero también hay bares y restaurantes muy bonitos en la zona, así que tengo lo mejor de los dos mundos». La diseñadora francesa se mudó a Londres al unirse a Belstaff hace cuatro años, donde, tras asumir el cargo de directora creativa en 2016, ha reinventado la lujosa marca británica, en su momento sinónimo de algodón encerado y ropa masculina de cuero para motoristas, pero que en la actualidad es igualmente relevante para sus clientes femeninas. Siendo hija única, Ninous acompañaba a su madre con frecuencia en sus visitas a los museos y galerías de su ciudad natal, París. «Uno de mis primeros recuerdos es de una exposición del modisto Paul Poiret en el Palais Galliera –afrma–. Estaba repleta de materias primas bellísimas y formas asombrosas que me causaron una profunda impresión». Ya a los 6 años sabía que que- ría ser diseñadora de moda y gracias a sus talentos artísticos pudo saltarse un curso en la escuela. «Siempre me ha gustado dibujar ropa, aunque por aquel entonces eran sobre todo vestidos de princesas», confesa entre risas. Cuando terminó el instituto se apuntó a la prestigiosa escuela de moda Atelier Chardon Savard, antes de afrontar un exigente primer empleo en Christian Lacroix. «No fue fácil –recuerda– porque la mentalidad en las casas de moda parisinas es dura, nadie te explica nada. Básicamente, si sobrevives quiere decir que eres buena». No solo sobrevivió sino que avanzó en su carrera: en Isabel Marant, Diane von Furstenberg, Comptoir des Cotonniers y Paul & Joe, antes de unirse a Belstaff como
«L a mentalidad en las casas de moda parisinas es dura, nadie te explica nada. Básicamente, si sobrevives quiere decir que eres buena»
jefa de ropa femenina. Después de pasar un tiempo en el archivo estudiando concienzudamente los 94 años de historia de la marca, se dispuso a feminizar la línea de mujer, suavizando los tejidos y las siluetas aunque manteniendo el ADN de la casa. «Una de las primeras cosas que hice fue identifcar a la mujer Belstaff y darle una voz –explica–. Por supuesto puede montar en moto, pero no se trata solo de eso, se trata del espíritu aventurero que tienen los moteros y la búsqueda de la libertad». Aceptar el trabajo conllevaba también mudarse a Londres por primera vez, donde ahora vive con su novio y su hijo de 18 meses,Victor. «Cuando estaba en DVF viví en NuevaYork, pero Londres es genial porque tiene la misma energía pero además un sentido de cultura del que me parece que la ciudad norteamericana carece». La casa atesora piezas vintage de los años 50 y 60, algunas traídas de su apartamento parisino, y que incluyen un espejo que adquirió en el mercadillo de Clignancourt y varios objetos comprados en eBay. «Me encanta esta casa porque es muy acogedora cuando invito a muchos amigos para cenar y el salón es un lugar coqueto donde leer un libro o tomar un aperitivo», comenta la diseñadora. En el pasillo del piso superior se muestra una intrigante variedad de artículos, como el disco de vinilo de Serge Gainsbourg Aux Armes et cætera. «Desde pequeña escucho a Serge, Charlotte, a toda la familia en resumen y, sin duda, han influenciado mi estilo, junto con músicos como Patti Smith.También adoro a Romy Schneider. ¿Conoces su película La piscina? Es mi favorita», cuenta. El armario de Ninous es un archivo de las marcas para las que ha trabajado, mezclado con compras más recientes: sencillas camisas de Acne, vestidos bohemios de Chloé, vaqueros de A.P.C., delicada joyería de oro de Monsieur Paris y elegantes pantalones de Céline. Ella describe su propia estética como masculina versus femenina. «No soy excesivamente femenina pero me gusta ir elegante. Un día normal llevo nuestra chaqueta de cuero Marving-T sobre una camisa de seda o mezclo piezas ajustadas con algo más delicado y suave». Pero para todo el mundo representa ese estilo natural francés, el codiciado je ne sais quoi.