EL COLOR DEL PA R A ÍSO
Entre Madrid y Sri Lanka, María Moro da forma a los diseños delicados y de estética ‘vintage’ de OONA, la joven firma de joyería que un día cambiaría su vida.
«NO CREO QUE SEA valiente, más bien ingenua», reflexiona María Moro. Su historia –ejecutiva de éxito abandona una existencia acomodada para perseguir su sueño– podría ser motivo de un guión cinematográfco, más aún cuando uno de los escenarios es la paradisiaca isla de Sri Lanka: «En verano de 2013 me fui allí de vacaciones con mi pareja y unos amigos. De repente, el último día, decidí que me quedaba más tiempo yo sola». Apasionada de las joyas desde pequeña, aquel verano conoció al artesano que defnitivamente le cambió la vida. «Yo siempre buscaba un hueco en mis viajes para comprar alguna gema y hacerme pequeñas piezas en talleres locales. Un día un señor de un anticuario de Sri Lanka al que le había comprado unas joyas y le había pedido alguna modifcación me preguntó ‘¿tú por qué no te dedicas a esto? Se te da muy bien, haces algo mágico con las piedras’.Y me dije, ¿por qué no?». De aquellas vacaciones volvió con una pequeña colección de joyas, germen primero de Oona, la frma que fundaría a su vuelta a Madrid y que tan solo cuatro años después ya es un exitoso negocio. Sus creaciones, delicadas y de estética vintage, ya se venden en alguna de las mejores boutiques del mundo como White Bird en París o ABC en Nueva York. «Todo ha ido poco a poco, de forma muy orgánica, pero sí, lo he hecho todo sola», afirma. Ahora vive a caballo entre Sri Lanka, donde diseña y produce sus joyas, y Madrid: «Oona es una marca española. Aquí es donde me encargo de las cosas de ofcina como el marketing o recibir a los clientes. Pero Sri Lanka sigue siendo mi refugio y el origen de todo».