MI LUGAR EN EL MUNDO
Diseñadora de joyas y coleccionista de arte, CATALINA D’ANGLADE encontró su paraíso particular en la ciudad de Punta Cana, República Dominicana, hace más de una década. Una espectacular vivienda donde da rienda suelta a su creatividad. Estilismo de Ana Rojas Fotografía de Rosa Copado Entrevista de Sara Hernando
Aesta casa llegamos por casualidad», reconoce Catalina D’Anglade (Madrid, 1972). «Mi marido tiene negocios en Nueva York y en un momento dado decidimos que nos íbamos a vivir allí. De hecho, ya tenía muchas cosas arregladas como, por ejemplo, el colegio de mis hijos. Fue entonces cuando alguien nos habló de Tortuga Bay, el hotel de lujo que Oscar de la Renta acababa de inaugurar en Punta Cana, y nos fuimos a verlo. Nosotros siempre veraneábamos en México, pero cuando vi este sitio me enamoré. Me pareció el lugar perfecto para huir de los largos inviernos neoyorquinos». Nunca llegaron a mudarse a Estados Unidos, pero sí compraron esta casa, proyectada por el arquitecto dominicano Oscar Imbert Tessón, que desde hace más de una década se ha convertido en su refugio: «Cuando estoy en Madrid en invierno pienso en escaparme para poder despertarme por las mañanas con esa vista del mar desde el jardín, con ese azul tan intenso que solo se encuentra en el Caribe. El sentimiento que tienes es como de estar en un barco porque desde dentro solo ves el mar. Es como estar navegando». Es entre esta casa, situada en el paraíso, y su hogar en Madrid donde Catalina D’Anglade da forma a las joyas de la frma que lleva su nombre: «Siempre me habían gustado las piezas vintage y desde hace tiempo me hacía mis propios diseños. A mis amigas les encantaban y hace dos años me decidí a lanzar mi primera colección, que estuvo inspirada en la ciudad de Nueva York». Aunque siempre había sentido debilidad por el mundo artístico, Catalina D’Anglade estudió Derecho en la Universidad Complutense de Madrid, profesión que ejerció durante varios años en uno de los despachos más importantes de la capital española. Pero al fnal, todo acaba poniéndose en su sitio. «A nadie le sorprendió que terminase dedicándome a lo que verdaderamente me gusta», concede. Coleccionista de arte y directora durante varios años de una bienal de escultura, esta mujer polifacética no solo diseña joyas, sino que también realiza colaboraciones con artistas, además de entregar el premio Catalina D’Anglade en la feria ARCO de Madrid. «Mi sueño sería exponer mi colección privada en un espacio público y poder promocionar a artistas jóvenes. Pero entre diseñar mis joyas y continuar con todos mis proyectos, no me da la vida», se sincera.
«Mis joyas son como miniesculturas. Las puedes dejar en una mesa y hacen la función de un objeto decorativo»
«Cuando estoy en Madrid en invierno pienso en escaparme para poder despertarme por las mañanas con esa vista del mar
«El sentimiento que tienes es como de estar en un barco porque desde dentro solo ves el mar. Es como estar navegando»