Harper's Bazaar (Spain)

hora de ejercicio

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resistirno­s. Además, una de mis antiguas alumnas de la Academia de Liderazgo para Chicas en Sudáfrica está de visita y nunca lo había probado, así que fue un motivo más que suficiente para saltarnos la regla. He puesto estos pasteles muchas veces en mi lista de cosas favoritas, cada uno pesa 225 gramos, son grandes, grumosos y están deliciosos. En lo que se refiere a pasteles de cangrejo los demás son imitacione­s. Adoro la hora de comer, de las cinco comidas es, sin duda, mi favorita. Si Stedman no está, me gusta tener invitados, alguien con el que me interese charlar o a quien desee conocer. He tenido en casa a Jennifer Lawrence, Chrissy Metz o la princesa Ameerah de Arabia Saudí. Suelo cocinar yo, excepto cuando somos más de cuatro, que me lío con las cantidades y no calculo bien. A veces tomo una copa de vino rosado, mi favorito es Promise The Joy, del valle de Napa. El vino tiene que estar bien frío, de forma que al ponerlo en la copa se vea la humedad en la parte externa del cristal. 13.30 H. Intento ocuparme de los negocios a primera hora de la tarde para tener el resto del día para mí. Puedo llegar a verificar más de 100.000 transferen­cias. Me molesto en hacerlo yo misma hasta en un día perfecto. Crecí siendo pobre y nunca podré confiar plenamente mis cuentas a nadie. Es importante para mí saber lo que cuesta la luz, saber cuánto dinero entra y cuánto sale. No quiero ser una de esas personas que delega y que un día se sorprende para bien o para mal al ver cuánto le queda en su cuenta. Durante la semana también charlo con mi oficina en Los Ángeles, con la presidenta y consejera delegada de Weight Watchers, Mindy Grossman, y con Gayle King, periodista de la revista O, sobre la misma. Repaso cada línea de negocio que precisa atención y habitualme­nte acabo en un par de horas. 15.30 H. Bien entrada la tarde hago ejercicio otra vez. Hoy por ejemplo me he juntado con las chicas para correr y después, al atardecer como siempre, voy a mi lugar de lectura: el salón de té. Allí por la tarde no tomo té con cafeína porque si no, no me duermo hasta las cuatro de la mañana, pero me pongo a leer poesía. El libro con el que estoy ahora es The Way Under The Way, de mi amigo Mark Nepo. Leer poesía últimament­e me aporta mucha alegría y relajación. Decidí retomar esta práctica hace poco, después de ir al concierto de Bruce Springstee­n en Broadway. Me emocionó de tal manera que no puedo hablar de ello sin llorar, y así es como me gusta acabar últimament­e mi día. 18.00 H. Cenamos a las seis y luego toca otro paseo canino. Si Stedman o alguna de mis chicas de la academia están en casa, ceno correctame­nte, pero si estoy sola ceno un batido de proteínas o una sopa. Mi velada perfecta incluye sentarme junto al fuego con mi familia, leer un libro y beber té de hierbas. Prefiero leer a ver la tele, me puedo pasar semanas sin encender la televisión, aunque eso no quiere decir que no me guste una buena película, de hecho, acabo de terminar con mi montón de 20 DVD con los candidatos a los Oscars. Muchas de mis chicas no son estadounid­enses, por lo que no conocen gran parte de las películas clásicas y quiero asegurarme de que las vean. Como, por ejemplo, Alguien voló sobre el nido del cuco, Cowboy de medianoche y Matar a un ruiseñor. ¡Todo el mundo debería verlas! También estoy deseando que vean Un pliegue en el tiempo, con la que me lo pasé en grande durante la grabación. 21.30 H. Por la noche me doy un baño antes de irme a dormir, es mi ritual. Además, reconozco que soy una profesiona­l; tengo múltiples sales, geles, cuentas y aceites. Hace un par de veranos estuve en la Provenza y compré un aceite puro de lavanda increíble. Me he pasado mucho tiempo creando hogares acogedores en los que me sienta protegida. Pero no hay lugar como este. La tierra, los árboles y el cielo abierto me refuerzan, en la ciudad rodeada de edificios no siento conexión. Hoy en día para mí un día perfecto no es una cosa, es una serie de pequeños detalles, como, por ejemplo, el aire fresco en tu rostro cuando abres la puerta por la mañana, el reflejo de las montañas y las nubes en un lago cristalino. Prestar atención a cómo está el cielo, dónde está el sol, qué sienten tus pies al pisar la hierba… Sé que hay gente que dirá «Bueno Oprah, si yo fuese tú también tendría un día perfecto», pero me lo he ganado. He logrado la habilidad de prestar atención a cada aspecto y detalle del día, a apreciar de veras todas y cada una de las pequeñas cosas que forman esa inmensidad que se llama una vida con sentido.

«C recí siendo pobre y nunca podré confiar plenamente mis cuentas a nadie, me gusta administra­rlo todo yo»

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Oprah Winfrey con el premio Cecil B. DeMille en los Globos de Oro de 2018, en la grabación de la serie Queen Sugar y en la boda del príncipe Harry y Meghan Markle.

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