Harper's Bazaar (Spain)

El piano de Rufus Wainwright

Ha logrado eso tan difícil de que un género y un formato aparenteme­nte minoritari­o se convierta casi en ‘mainstream’ con legiones de ‘fans’. Eso sí, RUFUS WAINWRIGHT lo ha logrado sin perder un ápice de autenticid­ad y verdad.

- Por Laura Pérez

Es de todo menos convencion­al. Hijo de dos excéntrico­s músicos con los que aprendió a tocar el piano prácticame­nte al mismo tiempo que a andar, una adolescenc­ia atormentad­a, un fervor enfermizo por muñecas rotas como Judy Garland y la redención adulta mediante una creativida­d desaforada canalizada a través de ópera (compuso la suya propia, Prima Donna, en 2009) y varios discos donde él mismo es una parte más de su obra artística. Hablamos con Rufus Wainwright, que el 5 de julio tocó en las Noches del Botánico de Madrid. PREGUNTA: Ha tocado varias veces en Madrid. ¿Qué recuerda de sus anteriores visitas? RESPUESTA: ¡Dios mío, he pasado tantos buenos ratos aquí! Probableme­nte el más reciente cuando celebré mi 40 cumpleaños tocando en el Teatro Real [fue en julio de 2013]. Creo que aquella fue la festa más espectacul­ar que había tenido hasta entonces en toda mi vida, estuvimos en una casa preciosa, con bailaoras de famenco y guitarras. No hace falta decir que se nos hizo de día… P: ¿Qué ha aprendido con la edad? R: Básicament­e que soy un escritor de letras considerab­lemente talentoso. Siempre supe que era un buen músico y que sabía cantar, pero la música unida a la escritura parece algo más profundo, porque no es algo que surja de manera tan sencilla. P: Siempre habla de su hermana Martha como de una poderosa infuencia en su vida. ¿Qué recuerda de su infancia juntos? R: ¡Qué difícil elegir una sola cosa! Cada vez que la veo me viene un recuerdo diferente de aquella época, como cuando siendo muy niños cantábamos en nuestras habitacion­es, con el hall de la casa por medio, y nos enzarzábam­os en una especie de competició­n sobre quién de los dos podía alcanzar la nota más alta y sostenerla más tiempo. Hasta que estábamos tan agotados que nos quedába- mos dormidos. Era lo contrario a una nana, más bien una especie de narcolepsi­a operística. P: ¿Qué hacía su madre mientras esto ocurría? R: A ella la recuerdo cuando me despertaba tocando Bach, Goldberg Variations. Era bonito ser niño así. Tengo miles de momentos con ella impresos en la memoria, pero este está por encima de todos. P: Ha grabado ya siete discos. ¿Se ve muy distinto a cuando empezó? R: Publiqué RufusWainw­right en 1998. Aquel álbum era una recopilaci­ón de mi vida al completo, empezando por mi infancia, siguiendo por mi pubertad y acabando en mi edad adulta. Después publiqué Poses, en 2001, y aquello era diferente. Fue una astilla sobre la vida temeraria que llevaba entonces, era una serie de sucesión de fotos de aquella época… Ahora soy distinto. P: ¿Cómo le ha marcado aquella adolescenc­ia loca que tuvo? R: Siempre he tenido la sensación de sentirme fuera de lugar por mi aspecto. Es curioso, porque ahora soy consciente de ser un hombre atractivo, pero se da un dilema interesant­e que hace que nunca me sienta así, lo que a veces es bueno y a veces es malo.

«S iempre he tenido la sensación de sentirme fuera de lugar por mi aspecto. Es curioso, porque ahora soy consciente de ser un hombre atractivo, pero se da un dilema interesant­e que hace que nunca me sienta así»

En cualquier caso, es una sensación que nunca parece alejarse del todo. Puede funcionar bien para escribir canciones, pero no es muy bueno para salir de compras. P: Es un viajero empedernid­o. ¿Cuál ha sido el mejor de su vida? R: Hace poco estuve en California, en Monterrey, y cerca del lago Tahoe, y no deja de maravillar­me lo bonito que es California. Vivo allí ahora, pero esa ruta por la costa me hizo darme cuenta una vez más. P: Díganos una exper iencia musical que cambió su vida. R: Descubrir a Nina Simone lo cambió todo. Recuerdo escuchar sus discos, solo con su voz y un piano. Fue maravillos­o escucharla bajo la lluvia de Montreal y pensar que realmente existía una manera de comunicar mis pensamient­os con esa mezcla de música popular, clásica, ópera y folk. Nina Simone fue la primera artista que personifcó esa visión. P: ¿Cuál ha sido su mejor show? R: No quiero pecar de engreído, pero a estas alturas he tenido bastantes triunfos. He hecho muchas cosas: ópera, tocar en solitario, con una banda… Pero siempre digo que tocar solo en el Royal Albert Hall fue bastante increíble. No dejé que el público aplaudiera entre canciones, y eso fue interesant­e. P: Díganos sus tres libros de cabecera. R: La montaña mágica, de Thomas Mann, Tess la de los d’Urberville, de Thomas Hardy, y Amor en las ruinas, de Walker Percy. P: Confese una obra de arte que le fascine. R: La Olympia de Manet, en el Museo de Orsay de París. P: Su película preferida… R: La Dolce Vita de Federico Fellini. P: ¿De qué se siente más orgulloso en su vida? R: ¡De haber criado a una niña de 7 años y peinarla cada mañana! [su hija,Viva Katherine Wainwright Cohen nació en 2011]. P: Elija: ¿sexo o dinero? ¿Belleza o inteligenc­ia? R: Sexo e inteligenc­ia. P: ¿Con quién le habría gustado sentarse a cenar? R: Con William Shakespear­e. Después, me habría encantado invitar a un té a Nina Simone, porque soy abstemio y no tomo copas. P: ¿Tiene un lema personal al que recurra a menudo? R: Apréndete tu guión y no te choques con los muebles.

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 ??  ?? Las Noches del Botánico se celebran en el Real Jardín Botánico de la Universida­d Complutens­e de Madrid hasta el 26 de julio.
Las Noches del Botánico se celebran en el Real Jardín Botánico de la Universida­d Complutens­e de Madrid hasta el 26 de julio.

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