LAZOS DE SANGRE
Ha nacido en uno de esos clanes donde
todo lo que se respira en casa
viene empapado de inspiración
y creatividad. La actriz OLIVIA
MOLINA atesora un carisma
que le hace parecerse a su
madre, Ángela, esa gran mujer que, sin duda, es también ella.
Por Laura Pérez Fotografía de Mónica Suárez de Tangil Estilismo de Ana Tovar
Cuando una tiene por madre a Ángela Molina, musa de Luis Buñuel, Carlos Saura o Pedro Almodóvar y un icono de nuestro país –de la cultura, de la elegancia, de todo–, algo hereda. No puede ser de otra manera. No en vano, forma parte de una saga que ha ido transmitiendo el carácter a través de muy prolijas generaciones. Olivia Molina (Ibiza, 1980) es la mayor de seis hermanos y en casa de su madre eran ocho los hijos del patriarca, el cantaor y actor Antonio Molina. «He crecido en un hogar delicioso con unos padres, abuelos, hermanos y tíos maravillosos. Recuerdo un ambiente muy estimulante con artistas, viajes y un abanico de posibilidades ante mí que me ha hecho curiosa e inquieta», rememora Olivia. En las últimas semanas ha encadenado el rodaje de la serie Amar es para siempre, las representaciones de Tristana en el teatro y los ensayos de Las amazonas, que interpreta en el mítico teatro romano de Mérida en agosto. Pese a semejante pedigrí, la interpretación no fue su primera opción, ni tampoco la única. Estudió Magisterio, se marchó a vivir a Londres y trabajó en un colegio dando clases a niños. «Pero la vocación me pudo», reconoce. Y se rindió a ella. «A pesar de que es una profesión difícil e injusta donde trabajar duro no te garantiza el éxito». Su madre siempre fue de armas tomar pero dio a sus hijos esa libertad de quien se ha atrevido a romper moldes. «Es maravilloso simplemente verla ser: su forma de comportarse como actriz, como mujer, madre o hermana te hace adorarla, es una inspiración constante. Convertirme en madre me ha hecho comprenderla mejor, he visto el sacrifcio que ha hecho, el compromiso con el que vive la profesión y cómo ha mantenido la pasión y el equilibrio para lograr hacerlo todo, en casa y en el cine», confesa. Porque con eso de las mujeres multiatareadas tiene ella una batalla. «Se nos exige mucho. Nos exigimos, en realidad, y hay mucho relato que no acompaña. Deberíamos reivindicar lo individual, asumir que somos como somos, y está bien así, quitarnos presión y competencia con nosotras mismas. Tendríamos que mirarnos y querernos más», se lamenta. La sabiduría del teatro clásico le hace ahora enfrentarse a este asunto en Las amazonas, un grupo de guerreras que crea un estado gobernado por mujeres donde los hombres sirven únicamente al propósito de la procreación. «Es un mito muy antiguo que sigue vigente hoy en día, solo hay que fjarse en Wonder Woman, aunque en este caso, no son necesariamente heroínas vencedoras. Lo que se ve en el texto es que resulta necesario un equilibrio en el que nadie esté por encima de los otros». ¿Feminismo? «Existe desde que hay desigualdad. Es decir, desde siempre. De la toma de conciencia de ello nace una revolución. El despertar que estamos viviendo ahora es muy bonito y cada una debe hacerlo a su ritmo, sin juzgarnos. ¿Por qué lo femenino, lo que le sucede a una mitad, es solo nuestro y lo masculino es de todos? No hacen falta leyes, sino poner en práctica este sentimiento tan poderoso», explica. Salió de esa cantera de actores que fue Al salir de clase en los años 90 y pasó después por Física o Química, donde conoció a su pareja, el actor Sergio Mur, y otros títulos como Amar es para siempre. «Para nosotros es maravilloso compartir profesión, entendernos tanto. Fue así como nos conocimos. Aunque sé de otras parejas de actores para los que no es así, a nosotros nos funciona muy bien», cuenta. De esa unión han salidoVera, de 6 años, y Eric, de 3. A la mayor le pone ahora los vestidos que su abuela le cosía con telas que su madre traía en sus viajes. «Me da ternura ese gesto de amor tan grande de ambas», recuerda. También guarda ropa de su abuela francesa –la madre de su padre, el fotógrafo HervéTirmarché– «que era una señora muy elegante». «Para mí son importantes los objetos que te hacen apreciar el paso del tiempo y valorar más cada momento. Es bonito ser consciente de que en la vida todo es fugaz».
A mi madre es maravilloso verla ser: su forma de comportarse como actriz, como mujer, madre o hermana te hace adorarla, es una inspiración constante. Convertirme en madre me ha hecho comprenderla mejor, he visto el sacrificio que ha hecho.