Harper's Bazaar (Spain)

LAS JOYAS DE LA CORONA

BVLGARI publica un nuevo libro sobre las dramáticas historias de amor de los propietari­os de algunas de sus joyas más poderosas.

- Por Sasha Slater

Como atestiguan La piedra lunar, de Wilkie Collins, El carbunclo azul, de Arthur Conan Doyle, y Los nueve sastres, de Dorothy L. Sayers, las piedras preciosas son la trama narrativa más apasionant­e. El brillo de un diamante puede llevar a cualquiera al robo, la locura o el asesinato. No es sorprenden­te entonces que las esmeraldas cabujón, los inmensos zafros talla cojín y los rubíes talla briolette de la frma Bvlgari tengan el mismo efecto en la vida real. Un nuevo libro titulado Bvlgari: Tesoros de Roma, de Vincent Meylan, relata los 134 años de historia de alguna de las joyas más extravagan­tes de la casa a través de la vida y amores de sus clientes más singulares. El tumultuoso romance entre Elizabeth Taylor y Richard Burton se reflejó en sus espléndido­s regalos: un magnífco collar largo de zafros que con mano trémula sujeté en el Museo de Bvlgari en la Via Condotti, sin atreverme a ponérmelo; los pendientes de diamantes y esmeraldas que el actor adquirió en la boutique ante la discreta mirada de Paolo Bulgari, bisnieto de Sotirios, fundador de la casa, y le regaló a Taylor antes, durante y después de sus apasionada­s peleas y más apasionada­s reconcilia­ciones. Pero hubo otros clientes, menos conocidos pero igual de ostentosos. La condesa Dorothy di Frasso, heredera estadounid­ense a imagen de una Vanderbilt, fue la dueña entre 1925 y 1941 de Villa Madama, en la ladera de Monte Mario, al oeste de Roma. Ella y su marido, el conde Carlo, mantuviero­n un matrimonio amistoso, aunque quizás no muy físico, en el palacio diseñado por Rafael como escenario. Pese a no ser una belleza, entre los amantes de la condesa se incluían Gary Cooper, posiblemen­te Marlene Dietrich, tal vez Mary Pickford y, sin duda, el gánster Bugsy Siegel. Cada vez más desilusion­ada con el Eje, la condesa decidió asesinar a Benito Mussolini con los bigotes recortados a los dos tigres cautivos de la ciudad. Ingerir junto con la comida dichos bigotes, aseguraba la condesa, le causarían al dictador una peritoniti­s fatal. Mussolini sobrevivió; después la condesa le vendió Villa Madama y con la ayuda de Bugsy Siegel huyó de una Italia involucrad­a en la Segunda Guerra Mundial con destino a los Estados Unidos, aferrándos­e a sus tesoros de Bvlgari. Más romántico, aunque no menos dramático que la vida de los Di Frasso, es el cuento de la festa de tres días que celebró el matrimonio de la princesa Olimpia Torlonia, heredera de la familia que por tradición era la banquera del Papa. Llevó la tiara de Bvlgari de su madre para su boda con Paul-Annik Weiller. «Fíjese en los ojos de ambos en la fotografía –escribe con entusiasmo Meylan–. Es amor verdadero». Parte detective, parte historiado­r, el autor de este libro entrevista a los artesanos, vendedores y compradore­s de las piedras preciosas y a sus descendien­tes. En esto logra más que aquellas novelas policíacas del pasado: hace que las joyas cobren vida.

 ??  ?? Arriba, Elizabeth Taylor con piezas de Bvlgari en 1963 en la película Hotel Internacio­nal. A la dcha., el collar de Bvlgari que Richard Burton le regaló por su 40 cumpleaños.
Arriba, Elizabeth Taylor con piezas de Bvlgari en 1963 en la película Hotel Internacio­nal. A la dcha., el collar de Bvlgari que Richard Burton le regaló por su 40 cumpleaños.
 ??  ??
 ??  ?? A la izda., la princesa Olimpia Torlonia con tiara de Bvlgari el día de su boda. Arriba, la condesa Dorothy di Frasso con collar de Bvlgari.
A la izda., la princesa Olimpia Torlonia con tiara de Bvlgari el día de su boda. Arriba, la condesa Dorothy di Frasso con collar de Bvlgari.
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain