Harper's Bazaar (Spain)

ESPERANDO UNSUSPIRO

- Por Eliza O’Hare Fotografía de Jo Yeldham Estilismo de Caroline Tran

En un giro inesperado el actor SI MON BAKER ha demostrado ser ta mbién un hábil directoral trasladara la gran pantalla el lilao treeth*de Tim Ninton. un proceso que ha despertado en su interior unos poderosos recuerdos sobre su propia infancia en aguas australian­as. Hablarnos con él de nostalgia.amor y masculinid­ad tóxica

Era importante conseguir que Breath pasara de ser parte de la imaginació­n colectiva australian­a a convertirs­e en un hecho real. Tal vez por eso hemos tardado casi 10 años en llegar hasta aquí. El osado que se atreviese a convertir en película esta novela clásica iba a asumir una gran responsabi­lidad. En Australia es prácticame­nte el segundo libro favorito y, cuanto más te acercas a la costa, más aumenta esta certeza. No estamos ante la primera adaptación de una obra de Tim Winton; sus novelas Cloudstree­t, In the Winter Dark y That Eye, the Sky y su colección de relatos The Turning ya se han estrenado. Pero es Breath, su octava novela, la que tiene un mayor peso. Algo que Simon Baker no ignoraba. Como director primerizo es ambicioso tratar personajes e historias que la audiencia aprecia a tal nivel. En un seco día en Sídney, a 42 grados, llegamos a nuestro destino: una casa de madera, propiedad de un amigo de Baker que trabaja en el cine y el teatro. Algunas de las casas situadas en la fnca están hechas con materiales tomados de sets de rodaje y un batiburril­lo de accesorios de los proyectos de su amigo. Allí, recostados en hamacas bebiendo cervezas frías, rodeados de paredes de madera, grandes piedras y verdes eucaliptos, era el escenario perfecto en el que hablar con Baker sobre su nueva película. Cuando llegamos, Baker estaba en la cocina peleándose con su amigo por una máquina de café. Se escucha mucho alboroto y pullas. «Ese café es horrible. Deja que te haga uno de verdad», se ofrece Baker volcando en el fregadero el primer intento de su amigo y empezando de nuevo. «No me juzgues, los granos están rancios». Es evidente que sabe de café, como buen australian­o que pasa largas temporadas en Los Ángeles. Baker y su familia han pasado 20 años allí, y resulta que su fat white –preparació­n de café de origen australian­o, similar al café con leche, pero más pequeño y con más proporción de café– casero no está mal. El mundo de Simon Baker acaba de abrirme sus puertas y no fue fácil conseguir la llave, llevo más de un año intentando entrevista­rle por esta película. En una época en la que toda novela, película, obra de arte y colección de ropa se denomina como ‘icónica’, Breath realmente lo es. Es una historia de adolescent­es que resonó en toda una generación, y con razón. Una historia de amistad y una turbia relación sexual que se centra en uno de los temas principale­s de la obra de Winton: la masculinid­ad tóxica de la Australia de los años 70. La cinta lo engloba todo, incluyendo algunas de las escenas de surf más espectacul­ares jamás tomadas. Como regla general, este deporte en las películas es pésimo: malos montajes, fotografía aburrida y actores que evidenteme­nte no saben surfear son la pesadilla de todo afcionado. Esta película no es así y lo dice Luke Kennedy, el director de Tracks, la revista de referencia de esta práctica deportiva. «Es la representa­ción más precisa del surf y de toda su cultura jamás presentada en una película –dice Kennedy–. Ha empleado a fotógrafos especializ­ados en la materia llenos de credibilid­ad. Y otra razón ➤

es que Baker eligió a surfstas para interpreta­r los personajes principale­s e hicieron el 99% del surf que se ve en la pantalla». La película es excepciona­lmente bella, un exuberante festín de agua, cielo y la representa­ción perfecta del estilo surfer de los años 70. Las tonalidade­s son cálidas y otoñales, contrastan­do con los intensos azules del poderoso océano Antártico. Como bien saben directores como Luca Guadagnino, autor de Call Me by Your Name, el entorno en el que se rueda una cinta es tan importante como los mismos personajes. Mientras que la película de Guadagnino está ambientada a principios de los ochenta en una villa de ensueño del siglo XVII situada en la Lombardía italiana, Baker utiliza una caseta playera de madera de inicios de los sesenta en Denmark, Australia Occidental, llena de hamacas desgastada­s por el uso, tazas de café desemparej­adas y una cachimba. Ambas historias son auténticas y conjuran una nostalgia instantáne­a, creando familiarid­ad en la audiencia antes incluso de que comience la narración. «Me importaba mucho la autenticid­ad y eliminar elementos extraños a este mundo –explica Baker–. Es una película de época ambientada en los campechano­s y terrenales años setenta, así que era fundamenta­l la textura: suéteres de lana y mucha pana». Es una historia visual que a él no le resulta desconocid­a. «Crecí en Lennox Head, en el norte de Nueva Gales del Sur, en la playa. En cierto modo me crió la gente mayor que estaba en la playa, y todo esto me resulta muy familiar». Los personajes le son también conocidos. «Me veo reflejado en todos ellos. Mi trabajo como director es cuidar de todos. Ser actor requiere mucha creativida­d y libertad, pero hay mucho que vas aprendiend­o solamente con estar en el rodaje. Cuando eres actor estás al servicio de otros: del material y de la visión del director. Estaba buscando más control sobre mi voz creativa de una manera sincera». Tiene sentido que Baker eligiese este proyecto para iniciarse como director. «Uno de los mejores consejos que jamás he recibido vino de un director que me dijo ‘Cuando hagas tu primera película trabaja con algo que conozcas mejor que nadie’. Así que con Breath la materia prima era algo que conocía, que me era familiar por mi infancia, por mi formación. Mira, no es una autobiogra­fía, es el libro de Tim, es una adaptación. La razón por la que el libro ha tenido tanto éxito y es tan querido no es solo porque Tim sea un escritor maravillos­o, sino porque en este libro dio con algo con lo que mucha gente se identifca. Nuestra relación con la costa… y con el océano». La nostalgia que Baker sentía por Australia mientras estaba en Los Ángeles trabajando 14 horas al día en el set de televisión El mentalista era constante. «¿Sabes cuál es la sensación de cuando estás lejos de tu primer amor verdadero, que es tan intenso el deseo de estar con esa persona, que tu mente empieza a idolatrarl­a? El amor, sin duda, crece con la distancia, pero también te permite concentrar­te en ciertos detalles, su manera de arrugar la nariz o cómo sonríe, por ejemplo.Todo eso se agranda cuando estás lejos. Esto fue lo que me pasó con Australia en los 20 años que viví en América. Es una especie de añoranza que se instala en ti». Esta nostalgia es el núcleo del realismo mágico típico de Winton, que es, sin duda, su especialid­ad. El autor no solo participó en el proyecto para ayudar a hacer el guión adaptado sino que, sorprenden­temente, es su voz la que con su maravillos­o árido acento australian­o narra la película. Es una inmensa muestra de aprobación. «Había oído que Tim era algo tímido y reservado, y lo es y lo respeto –afrma Baker–. Al mismo tiempo yo era consciente de lo apreciado y venerado que es como escritor. Muy intimidant­e. Pero cuando lees su obra no puedes evitar decirte, ‘Esta persona es muy buena’. Solo necesitaba que me dijese que estaba de acuerdo con que yo hiciese lo que quisiera con la película, así que le dije ‘Necesito saber que puedo trastear con tu libro y hacerlo mío’.Y me respondió,‘Una vez escrito el libro ya no es mío’». La colaboraci­ón Winton/Baker proseguirá. Baker revela que ha adquirido los derechos de la última novela del autor, The Shepherd’s Hut, una historia que trata de la soledad, la superviven­cia y, de nuevo, la masculinid­ad tóxica. Es otra narración visualment­e rica, por lo que poner el proyecto en marcha va a llevar un tiempo. «No es fácil –explica Baker–.Tienes que ocuparte de muchas cosas a la vez». Breath se estrenó con gran aceptación en el Festival Internacio­nal de Cine de Toronto y en una pequeña cantidad de preestreno­s. Me pregunto cómo se siente al ser el director y estrella de la película observando la reacción de la audiencia ante las escenas más intensas. «Oh, sí, es bello –dice Baker–. Es maravillos­o, pero al mismo tiempo me mantengo algo distante. Es extraño. Al fn y al cabo, para mí la película es una cápsula del tiempo de una experienci­a. Para cualquier otra persona es su experienci­a. Es como dice Tim, ‘Cuando termino un libro ya no es mío, pertenece a los que lo leen’. Y llegados a este punto no puedo esperar a desprender­me de ella».

«EL AMOR CRECE CON LA DISTANCIA […]. FUE LO QUE ME PASÓ CON AUSTRALIA»

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