Patrizia Sandretto Re Rebaudengo aterriza en Madrid
La llaman la Peggy Guggenheim italiana. Hablamos con la coleccionista PATRIZIA SANDRETTO RE REBAUDENGO sobre las obras que ha cedido a Madrid durante 50 años, de feminismo y de acumular joyas.
Patrizia Sandretto Re Rebaudengo (Turín, 1969) empezó a coleccionar obras de Maurizio Cattelan antes de que este fuera Maurizio Cattelan (o esa celebridad que es ahora, al menos). Era 1992 y ese mismo año había viajado a Londres con una amiga visitando estudios de jóvenes artistas como Julian Opie o Anish Kapoor, que cambió su vida. Eran los años locos de los Young British Artist, la White Cube y la Saatchi. Poco después abrió las puertas de un palacio turinés, propiedad de su marido, Agostino Re Rebaudengo, perteneciente a una aristócrata familia piamontesa, para instalar allí su naciente colección y crear su fundación. Desde entonces ha atesorado más de mil piezas fechadas desde los años 80 hasta ahora, donde destacan nombres como el propio Kapoor, Damien Hirst, Cindy Sherman o Hans-Peter Feldmann, en una apuesta clara por los creadores más vanguardistas –solo hace una excepción con la fotografía, disciplina de la que guarda obras de hasta 1860–. Sandretto es de esas amantes del arte que sostienen que sus obras no son solo para tener en casa (en su caso, una mansión a las afueras de Turín que perteneció a la familia de Carla Bruni). Por eso ha pasado años buscando el lugar idóneo para albergar su vasta colección y convertirlo en un museo con importante labor pedagógica. Barajó numerosas ciudades, pero la elegida fue Madrid, tras llegar a un acuerdo con el Ayuntamiento de Manuela Carmena en el que este le cede la Nave 9 de Matadero a cambio de que ella se haga cargo de su rehabilitación y de exponer allí sus obras durante 50 años. Se convertirá así en un nuevo y muy espectacular centro de arte que se inaugurará a fnales de 2019. PREGUNTA: Ha barajado Milán, Londres… ¿Por qué fnalmente ha escogido Madrid? RESPUESTA: La elección viene,sobre todo,por mi amor a España, que considero mi segunda
casa. Pasé aquí un tiempo cuando era joven y conservo grandes amigos. Es una gran capital global y un puente con América Latina, que juega un papel crucial en el mercado del arte actual. P: ¿Qué le gusta tanto de Matadero? R: Me enamoré de este espacio en cuanto lo vi. Me intrigó la arquitectura de sus edifcios, con las típicas fachadas de ladrillo, y su transformación, pasando de ser una planta de despiece de carne a principios del siglo XX a convertirse en un vibrante centro para la cultura. Como en la sala de Turín, me interesaba también que estuviera en un distrito alejado del circuito turístico tradicional. P: En Manchester se puede ver una exposición dedicada a mujeres en su colección. ¿Aplica una perspectiva de género a sus compras? R: Una parte importante de mi colección está dedicada a mujeres artistas y me encanta porque conecto con muchos temas que abordan en su trabajo.No soy feminista,pero me gusta comparar mi punto de vista sobre temas femeninos con el de ellas. P: La historia del arte no ha hecho justicia con las mujeres… R: Desde los 70 ha aumentado considerablemente su presencia y hoy tenemos un mayor equilibrio. Las mujeres son fundamentales en la historia porque han luchado duro para expresar y reafrmar una identidad que hoy damos por garantizada. P: ¿Hay alguna figura que destacarías especialmente? R: Piensa en las Stove Sculptures de Rosemarie Trockel, que demandan liberarse de los estereotipos de la vida doméstica, o las obras tan violentas de Sarah Lucas, Isa Genzken y Mona Hatoum, que claman por una total igualdad respecto al hombre. Las mujeres han hecho una contribución crucial al mundo del arte con el coraje de sus ideas. Por no hablar de su papel como mecenas, que desde el siglo XIX han ejercido una labor inspiradora y tremendamente infuyente: Abby Aldrich Rockefeller, Lillie P. Bliss y Mary Quinn Sullivan –el formidable trío que fundó el MoMA–, Peggy Guggenheim, Gertrude Vanderbilt Whitney, que hizo lo que hizo con el Whitney, o Hilla Rebay, que fue fundamental para el Guggenheim. Todo viene de que a las mujeres no se les permitía ocuparse de los negocios familiares, así que se centraban en el arte. P: ¿Cómo se inició usted como coleccionista? R: El coleccionismo es parte de mi vida. De pequeña coleccionaba cajas de pastillas, todas ellas catalogadas y numeradas en un cuadernito. También coleccionaba joyería norteamericana, desde los años 20 hasta hoy. No solo me gusta coleccionarla, también llevarla. En cuanto al arte, crecí entre obras y antigüedades, pero no las sentía como algo cercano. En 1992 compré las primeras cuatro obras, todas de artistas italianos, y recuerdo mirarlas colgadas en la pared y sentir que casi me hablaban.
«En 1992 compré las primeras cuatro obras de mi colección, todas de artistas italianos. Recuerdo mirarlas colgadas en la pared y sentir que casi me hablaban»