Harper's Bazaar (Spain)

Lo nuevo de Dior es una joya

PIÈCES SECRÈTES, LA ÚLTIMA COLECCIÓN DE ALTA JOYERÍA DE DIOR, VUELVE A EVIDENCIAR EL ESPÍRITU INDOMABLE DE VICTOIRE DE CASTELLANE, CON LA QUE CONVERSAMO­S SOBRE MUJERES Y CREACIÓN.

- Por Sara Hernando Fotografía de Brigitte Niedermair

Victoire de Castellane (París, 1962) nos recibe en su estudio parisino en una tarde inusualmen­te calurosa para un mes de junio en la capital francesa. El bullicio exterior se cuela en la habitación a través de unos grandes ventanales, abiertos de par en par a una de las elegantes calles del distrito ocho de París, mientras esta mujer rotunda, de fequillo eterno y sonrisa divertida juega con un par de colgantes de piedra de luna. Las joyas son otra forma más de lenguaje, la más íntima y personal, para esta creadora inquieta y atípica, directora creativa de la división de alta joyería de Dior desde que hace ya dos décadas Bernard Arnault pusiese su lanzamient­o y creación (hasta ese momento la maison solo realizaba piezas de bisutería) en sus manos. Sin experienci­a real en el diseño de alhajas (antes había trabajado durante 15 años en los accesorios y bisutería de Chanel), Victoire revolucion­ó una disciplina anquilosad­a y hermética hasta el punto de cambiar la mentalidad no solo de un público ilustre, sino también la del resto de frmas y casas joyeras que, desde entonces, colman sus exclusivas vitrinas de diseños coloristas y osados. «Puede que al principio costase entender que los compradore­s se iban a atrever a pagar grandes sumas de dinero por diseños poco ortodoxos. Pero las mujeres, como las joyas, son sorprenden­tes», afrma. Pièces Secrètes, la última colección de alta joyería de Dior, compuesta por 31 piezas únicas y capítulo fnal de la trilogía Dior à Versailles, reúne varios de estos gestos irreverent­es, desde la elección de los materiales (los diamantes comparten protagonis­mo con laca y espinelas) al color (cohabitan en armonía transparen­cias y tonos fúor) o la narrativa: «Quería contar las historias de secretos y romances que ocurrieron en los pasadizos y en los tocadores del Palacio de Versalles. Materializ­ar esa particular atmósfera de cosas que ni siquiera ves, que están ocultas. Como en una fantasía». Miembro de una de las familias aristocrát­icas (y excéntrica­s) más relevantes de Francia –entre sus parientes se cuenta el marqués de Boniface de Castellane, su tío bisabuelo, y su abuela paterna, la española Silvia Rodríguez de Rivas, condesa de Castilleja de Guzmán–, su idilio con las joyas comenzó cuando apenas levantaba dos palmos del suelo. «Tendría cinco años y mi madre me regaló una pulsera de oro con charms, la cual desmonté para hacerme unos pendientes. Lo que me sobró lo tiré a la papelera. Mi madre enfureció, pero para qué necesitaba yo aquel oro si ya tenía lo que quería. Se puede decir que mi primer diseño no fue una creación sino una destrucció­n», bromea. Desde entonces, su relación con el arte de la joyería ha sido más bien un largo noviazgo en el que la frontera entre la vida personal y el trabajo se difumina hasta confundir dónde acaba una y empieza el otro. «Nunca me pregunté si me quería ➤

dedicar a esto porque para mí es tan importante como respirar. Es una locura pero no lo veo como un trabajo como tal. No me puedo imaginar mi vida sin diseñar joyas. Si ahora mismo me echaran de este puesto no se cómo lo haría pero seguiría haciendo esto. Es mi forma de hablar, de contarle al mundo cómo y qué soy», se sincera.Tan poco convencion­ales como su creadora, sus diseños trasciende­n los materiales y las piedras preciosas que les dan forma, convirtién­dose así en algo parecido al arte: «No me considero una artista como tal. La gente cree que estoy un poco loca y que me gusta ir a mi bola pero no es así. Sé exactament­e lo que la frma quiere y lo que el equipo de marketing necesita. No trabajo al margen de la ley. Me gusta trabajar con unas reglas, dentro de un cuadro. Lo que ocurre es que este cuadro quizás es diferente al del resto», defiende. Aunque las temáticas de sus coleccione­s son tan variadas como variopinta­s (desde plantas carnívoras a tejidos de alta costura, aventuras epistolare­s o el Palacio de Versalles), existe un hilo invisible que las une a todas y sin el cual ninguna se puede explicar. «Vivimos en una época en la que el feminismo está muy presente, pero para mí la mujer siempre ha estado en el centro de mis creaciones. Me encanta observarla­s, ver cómo se mueven, sus gestos, sus estilos, sus gustos… Me fascina la forma en la que cada cual interpreta la feminidad. ¡Existen tantas formas diferentes de ser mujer! Todas somos únicas, al igual que lo son las joyas», concede. Es esta pasión por el universo femenino lo que la mantiene al margen de tendencias y lugares comunes de los que huye más por inercia que por convicción: «Entiendo que existan.También entiendo que son capitales para la industria de la moda, pero yo no me las tomo en serio. Para mí es muy importante la libertad. Crear desde el inconformi­smo.Y sobre todo no aburrirme. Y las tendencias pueden llegar a ser muy aburridas». Todo menos tediosas, sus joyas caminan al margen de la moda, apropiacio­nes culturales e historicis­mos varios, despertand­o así el deseo de una clientela cansada de escuchar versiones. «Mis diseños están dentro de mí. No tengo que buscar cosas fuera. Tiene que ver más con mis sentimient­os y mi estado de ánimo. Mis miedos y mis obsesiones. No voy de vacaciones a Grecia y a mi regreso hago joyas de inspiració­n helénica. Me gustaría, pero no puedo», confesa. Responsabl­e de todas las líneas de joyería de Dior, Victoire de Castellane trabaja con varias coleccione­s en paralelo en las que invierte una media de dos años, pudiendo superarlo en alguno de los casos: «Para mí el tiempo nunca ha formado parte de la ecuación de mi vida. Si me preguntas en qué momento de mi carrera estoy te diría que al principio. No veo un comienzo. No veo un fnal. El tiempo pasa tan rápido que el presente es mi única forma de entenderlo». Acaba la entrevista y Victoire sigue jugueteand­o con sus colgantes y su flequillo infantil. Antes de salir le pregunto cómo le gustaría que la gente la viese en unos años. «Como una niña a la que le gusta jugar con piedras», responde. ¿Alguien duda todavía de cuál es el secreto de su éxito?

«NUNCA ME PREGUNTÉ SI ME QUERÍA DEDICAR A ESTO PORQUE PARA MÍ ES TAN IMPORTANTE COMO RESPIRAR. ES UNA LOCURA PERO NO LO VEO COMO UN TRABAJO COMO TAL»

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Victoire de Castellane en su estudio parisino.
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Pendiente Intimité Tanzanite de oro rosa con diamantes y tanzanitas de la colección Dior à Versailles, Pièces Secrètes de DIOR JOAILLERIE. En la otra pág., reloj Cachette Tanzanite de oro blanco con diamantes y tanzanita de la colección Dior à Versailles, Pièces Secrètes de DIOR JOAILLERIE.
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