CARTA de la directora
Veintiséis de julio, jueves. Saboreo los últimos minutos de mi jornada laboral con deleite, e incluso la alargo deliberadamente, como el primer café de la mañana, tal vez porque soy consciente de tener un pie en la redacción y el otro en las aguas azul turquesa de mi querida Formentera; mi pequeño pedacito de paraíso en la Tierra desde hace más de veinte años, a donde tengo previsto llegar en unas horas. La mañana ha volado con gracia, como las oscuras golondrinas de Bécquer, entre la realización de la fotografía que acompaña este texto y las reuniones propias del cierre de un número de iconos, familias del rock y nueva moda. En portada, Paris-Michael Katherine Jackson, la enigmática hija de Michael, posa para Harper’s Bazaar cuando acaban de cumplirse nueve años de la desaparición del todopoderoso dios creador de Billie Jean. Y yo creo ver en el azul acero de sus ojos un destello de tristeza. ¿O brillará en los míos? Y en estas estamos, buscando a Michael en los bellos rasgos de su primogénita, cuando me asalta la idea; que aún no hemos finiquitado julio, que todavía muchos de nosotros no nos hemos zambullido en el cálido Mediterráneo, el fresco Atlántico, o siquiera en el misterioso Cantábrico y mira, ya está aquí septiembre llamando al timbre. Si abro, seguro que lo encuentro cargadito de lo nuevo, como un vendedor a puerta fría.Y entonces dudo; la venta puerta a puerta siempre me ha parecido un método comercial inquietante. Recuerdo a mi madre, mujer compasiva donde las haya, en aquellas épocas de confianza e intrépidos comerciales en el salón, comprando –por pena, conste– una enciclopedia completa que se mantuvo hierática en una alacena del salón. Por si alguien la necesitaba. Nadie la necesitó. Pero eso fue hace un siglo, en el XX. Afortunadamente, hoy podemos estrenar temporada (también enciclopedia) sin salir de casa y, lo mejor, sin extrañas en el sofá. De modo que, ¿por qué no dejar la puerta entreabierta y que se cuele septiembre con todas sus consecuencias, colecciones y tendencias? Desde el camel, el rojo y el monocolor, que viene a ser la llamada de lo elegante, al exceso, lo barroco y lo ochentero, como este número rebosante de logos.Yo elijo quedarme con los dos. Pero antes, me voy de vacaciones y si eso, vuelvo a tiempo para pinchar Remember the Time.
«¿Por qué no dejar la puerta entreabierta y que se cuele septiembre con todas sus consecuencias, colecciones y tendencias?»