LA MIR ADA HUMILDE
Una muestra recorre en Barcelona la perspectiva de SAUL LEITER, un genio de la fotografía casi desconocido hoy.
En un siglo obsesionado, gracias a redes como Instagram, con el autobombo, resulta de lo más refrescante leer una opinión como esta: «No estoy consagrado a la autoadmiración. Cuando estoy escuchando a Vivaldi o preparando espaguetis a las tres de la mañana y me doy cuenta de que no tengo la salsa adecuada, la fama no resulta de ninguna utilidad. No tengo talento para el narcisismo». Esto explica por qué hoy es tan poco conocida la obra de Saul Leiter, uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX. Para remediarlo, Foto Colectania presenta en Barcelona –hasta el 21 de octubre– la exposición Saul Leiter: In Search of Beauty, organizada con la Saul Leiter Foundation de Nueva York y comisariada por Roger Szmulewicz, en la que se realiza un recorrido por algunas de las imágenes que lo convirtieron en un pionero del color en una época, la de fnales de los años 40, en la que el resto de fotógrafos aún cultivaba el prestigio del blanco y negro. Pero a Leiter la reputación le importaba poco, lo que quería era pagar las f ac- turas, por eso fue también uno de los primeros en dedicarse a la fotografía de moda –a pesar de que en algunos círculos se la consideraba como un género de segunda– para revistas como Harper’s Bazaar. Eso sí, en paralelo, e influido por su primera vocación, la de pintor, fotografía también su entorno más cercano con una mirada única, casi abstracta. Fotógrafo autodidacta, emplea sobre todo una película Kodachrome de 35 mm, en ocasiones caducada, para conseguir imágenes en las que el color se convierte en protagonista absoluto. Frente a las imágenes de otros maestros callejeros, como Robert Frank o William Klein, las suyas huyen del control absoluto. «La perfección no es algo que admire. Un toque de confusión es un ingrediente deseable. Porque yo no tengo una flosofía, tengo una cámara».Toda una lección de humildad, y realismo, por parte de un genio que, cuando murió en 2013, acumulaba miles de negativos inéditos en su piso. Lo suyo era perseguir la belleza, el autobombo lo dejó para Instagram.