HISTORIA DE UN (GRAN) BRINDIS
LENNY KRAVITZ es el fotógrafo de la última campaña de Dom Pérignon. Como si hacer ‘rock & roll’, actuar y diseñar no fuera suficiente…
Llevo haciendo fotos 30 años. Mi padre tenía una cámara en casa cuando era pequeño y me llamaba mucho la atención. Luego he tenido oportunidad de trabajar con grandes fotógrafos y he aprendido mucho de ellos», concede Lenny Kravitz (Nueva York, 1964) en París. Habla de una de sus grandes pasiones, la fotografía. Una de muchas: la que siente por su guitarra es la más conocida, pero este ‘roquero renacentista’ también ha hecho películas y tiene su propia empresa de diseño de interiores. Ahora, se estrena como fotógrafo llevando sus imágenes al terreno más profesional: Dom Pérignon, champán del que es incondicional y con quien ha trabajado en el pasado, le ha contratado para dar vida a su nueva campaña, quizá la más icónica de todas teniendo en cuenta quién está delante y detrás de la cámara. Para el proyecto, Kravitz propuso reunir a gente «a la que no imaginarías junta, pasándoselo bien, al estilo Studio 54», solo que los puso en una casa de ensueño (decorada por él, claro) con Los Ángeles a sus pies. Allí, una cena memorable, litros de burbujas y la más interesante de las conversaciones: su hija, Zoë Kravitz, le ayudó a conseguir personalidades de la talla de Susan Sarandon, Alexander Wang, la modelo Abbey Lee o el bailarín Benjamin Millepied, entre otros. Todos ellos unidos a golpe de brindis. «Me inspiraba el conocer a gente tan diferente. Mi hija se ofreció a formar parte y, en ese momento, Wang estaba en casa y se unió también», cuenta de este proyecto que, lo crean o no, es tan especial, precisamente, por su carácter improvisado. De ahí el lema de la campaña: «Si crees que esto es solo una festa, estás muy equivocado».