Harper's Bazaar (Spain)

Los kimonos viajeros de Sofía Sánchez de Betak

SOFÍA SÁNCHEZ DE BETAK disfruta igual de una primera fila en la alta costura que de una visita al rincón más remoto del planeta. Su pasión por los viajes, herencia materna, se refleja en cada una de las piezas que diseña para su firma, Chufy.

- Por Celia Cuervo. Estilismo de Ana Tovar. Fotografía de Josefina Andrés

«No me visto por las marcas. Si algo está bien hecho, por supuesto lo valoro, pero no lo voy a hacer solo por el hecho de que lleve el sello de una firma»

Hay muchos lugares donde uno puede encontrar a Sofía Sánchez de Betak (Buenos Aires, Argentina, 1985): en Manhattan, en París, en un pueblo remoto de Mallorca y hasta bailando cumbia en un local a las afueras de Madrid, cosa que suele hacer cuando visita nuestro país.A nosotros nos recibe en la capital francesa, en el De Berri, el nuevo hotel que The Luxury Collection ha abierto allí. Está agotada, pero no se quita la sonrisa ni para enfrentars­e a una entrevista más, porque está feliz: su hija la espera en la habitación de al lado mientras presenta la nueva colección de su frma, Chufy, junto a la cadena hotelera, inspirada en su último gran viaje a Japón. Sofía, a la que rápido pasamos a llamar por su apodo (porque su vena argentina, cariñosa y dicharache­ra así lo ha querido), es consultora de moda, diseñadora gráfca, empresaria y, englobando todo lo anterior, infuencer. Pero no dejes que el término te cree el prejuicio –si es que lo hiciera– antes de tiempo: ella no es nada de lo que has visto repetirse en Instagram. Tiene seguidores, sí, 228.000 en el momento en el que se escribe este texto, pero esa cifra solo afrma que es una de las grandes fguras de la industria de la moda al otro lado de las marcas. Infuye, y lo hace de la más natural de las formas, sin fotos calculadas ni contenido vacío, pues tiene mucho que contar. Chufy llegó a la moda «de casualidad» cuando, tras estudiar diseño gráfico en su país de origen, decidió lanzarse a probar suerte laboral en Nueva York: «Empecé tocando puertas y haciendo prácticas hasta que me contrataro­n en una agencia para hacer imagen de marcas.Tras algunos años, conocí a mi marido [el productor de moda Alex de Betak], que vivía en París. Compaginar la ofcina con cruzar el charco se me empezó a hacer muy cuesta arriba, así que me hice freelance. Entonces, con Instagram, mis proyectos empezaron a ser conocidos: ahora no solo trabajo el arte, sino que me involucro por completo en el concepto, el lanzamient­o, el evento, la comunicaci­ón…». En sus comienzos le ‘robaba’ la ropa a sus dos hermanas para ir a trabajar en una industria a la que hasta el momento no le había prestado gran atención («Ellas eran elegantísi­mas.Yo era la desastrosa, la nerd del diseño»); pero las tornas han cambiado radicalmen­te y ahora es Sofía quien les cede su armario, en el que no faltan frmas como Valentino (es una gran amiga de la casa italiana que frmó su vestido de novia), Rodarte, los vestidos de Harley Viera-Newton, Mango y, por supuesto, su marca propia, a la que ha llamado como el cariñoso nombre por el que todos la conocen; «aunque, si te soy sincera, tengo más en mente las marcas de bebés ahora mismo. ¡Las prioridade­s han cambiado! Hasta le he hecho un kimono a mi hija con unos retales que sobraron de la prueba de telas de esta colección», declara. La vida de Chufy va a más revolucion­es de las que quizá debería, tan rápido como funciona la industria a la que ha decidido dedicarse y que, confiesa, le ha enseñado a ser tremendame­nte «perseveran­te y disciplina­da» para aguantar en ella. Sigue viviendo a caballo a ambos lados del Atlántico (aunque planea establecer­se pronto y defnitivam­ente en la capital francesa) y, por motivos de trabajo, los aviones se han convertido en un hogar más. Su nombre, por descontado, siempre está en las primeras flas más relevantes de la moda y es una de las más buscadas por los objetivos del street style internacio­nal. «Para mí es un honor que me tengan en cuenta porque me atrae mucho el talento; veo a alguien talentoso e inmediatam­ente quiero conocerlo, así me pasó con mi marido», revela; «Eso sí, me encanta la moda y lo que la rodea, pero quiero estar con los pies en la tierra y valorarlo en su justa medida. No tengo problema en no ir a la alta costura de Dior, como me pasó la última temporada, si es porque mi mejor amiga lo ha dejado con su pareja y ➤

«Me encanta la moda pero quiero estar con los pies en la tierra. […] Si me tengo que perder un desfile porque mi amiga lo ha dejado con su pareja, lo haré»

me pide que nos vayamos de viaje. Todo es memorable y mágico, pero no soy extremista y me gusta vivirlo de una forma más relajada y natural. A veces envidio a mis compañeras que se visten y maquillan tan bien: Olivia, Chiara… ¡están siempre impecables! Y yo me siento incapaz: si puedo dedicarle dos minutos menos a maquillarm­e por estar con mi familia, lo haré». En su currículo acumula colaboraci­ones con frmas de esas que llenan los sueños de todo amante de la moda, pero ¿qué es el lujo para alguien como ella? Una pista: no hay logos ni marcas de por medio. «Para mí el lujo es la autenticid­ad, el conectar con el entorno en el que estás, apreciar lo que es de cada lugar e infuenciar para que este pueda producir sus propias cosas. Me gusta mezclarme con lo local, no llegar al pueblo de Mallorca donde veraneo y llevar un logo gigante en medio de la nada. Eso no tiene sentido», sentencia. Chufy es también de las que valora tremendame­nte cada compra que hace y afirma segura que no se viste en función de los ‘pelotazos’ de cada temporada, al menos no si su calidad no responde a lo que debería: «Si algo está bien hecho, por supuesto me encanta y lo valoro, pero no lo voy a hacer solo porque lleve el sello de una frma conocida. Quien sabe valorar el hecho de que un botón no se caiga a la semana e invierte en eso, tiene más ventaja que quien corre a por la pieza estrella y efímera», remata. Una lección a tener en cuenta viendo la febre que rodea, culpa en parte de Instagram, a algunos productos que, tan rápido como suben, bajan. «Ojalá volvamos a comprar con cabeza», refexiona. Precisamen­te por su forma de pensar, la frma de Sofía no se guía por las temporadas, sino por los lugares que le roban el corazón. Sus primeras coleccione­s se basaron en Mallorca, Argentina y Grecia; ahora ha lanzado junto a The Luxury Collection una línea de kimonos inspirados en su viaje a Japón. «Me crié viajando porque mi madre tenía una agencia de viajes. Recuerdo que se peleaba con la directora del colegio para que me saltara las clases y me fuera con ella. Por eso ahora es tan importante para mí.Viajar me renueva: me encanta explorar, perderme, aprender.Y sobre todo me gusta volver y compartir mis recomendac­iones con gente que tiene los mismos intereses que yo», concede. Sus piezas, producidas de momento en Nueva York (aunque planea empezar a fabricar en el destino en la medida de lo posible), se inspiran en las tradicione­s, los colores y las siluetas de los lugares a los que va, y las reinventa de forma que se adapten, de la mejor de las formas, a la mujer actual cosmopolit­a: «Me gusta la idea de hacer algo más ponible de algo tan tradiciona­l como es el kimono. Con la colección de Kenia [la siguiente, a la que seguirá una de Perú], en lugar de pensar los vestidos en un algodón duro como el que vi allí, los he llevado al lino para que resulten más agradables. Quiero que te lleven a ese lugar, pero sin ser necesariam­ente obvio», cuenta. De Japón se enamoró al instante «de su gente, del diseño, de los detalles, de la cultura. Lo educados que son y lo locos que están a la vez me hizo sentirme muy refejada»; y, de allí, además de una colección de kimonos deliciosos se trajo el nombre perfecto para estrenarse en una de las fases más importante­s de su vida, la maternidad. Su hija se llama Sakura, ‘cerezo’ en japonés, y es quien dicta ahora los ritmos en el día a día de Chufy. De hecho, dice haber desarrolla­do un nuevo talento para ser más efciente en su trabajo con tal de pasar más tiempo con ella. Lo demuestra en esta sesión, aunque no le haría falta: la niña es tranquila y se conforma con unas carantoñas de su madre entre foto y foto. Ni siquiera la oímos llorar. «Nunca soñé con ser madre, pero lo estoy disfrutand­o como jamás había imaginado», responde sonriendo inevitable­mente. Aunque, si de sueños se trata, lo tiene claro: «Quiero vivir mil vidas. La que llevo ahora me encanta y la disfruto al máximo. Pero sé que también quiero una vida en el campo entre caballos y cabras. Me encantaría poder experiment­ar los dos mundos. Quiero vivirlo todo».

«Allá donde voy me gusta mezclarme con lo local, no llegar al pueblo de Mallorca donde veraneo y llevar un logo gigante en medio de la nada. No tiene sentido»

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Jersey de lana de AMERICAN VINTAGE, pantalones Kangoo de seda estampada de la colección Memories of Japan de CHUFY X THE LUXURY COLLECTION y mocasines Blakie de ante y borrego de TABITHA SIMMONS. En la otra pág., kimono corto de seda estampada de la colección Memories of Japan de CHUFY X THE LUXURY COLLECTION.

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